El nombre de Bernie Madoff se hizo tristemente célebre a partir de la crisis financiera de 2008, por haber organizado una estafa financiera que defraudó cerca de 65.000 millones de dólares durante un período de casi 17 años.
En este artículo repasaremos la historia de este financiero y veremos cómo logró orquestar un gigantesco esquema Ponzi que pudo esquivar todas las barreras y regulaciones de las autoridades financieras estadounidenses.
Bernard Lawrence (Bernie) Madoff nació en Nueva York el 29 de abril de 1938 y estudió Ciencias Políticas en la Hofstra University, graduándose en 1960.
Tras un breve paso por la carrera de Derecho, acabaría siguiendo los pasos de sus padres al crear, junto con su mujer, su propia empresa de gestión de inversiones en el año 1960: Bernard L. Madoff Investment Securities LLC.
La compañía se centró inicialmente en negociar acciones de muy baja capitalización (las conocidas como penny stocks, todo lo contrario a los blue chips) y, sobre todo, actuar como «creador de mercado» para operaciones de pequeño volumen.
Poco a poco, el número de clientes empezó a crecer, abriéndose la oportunidad de diseñar procedimientos más eficientes para canalizar las operaciones.
Efectivamente, Madoff y su equipo fueron de los primeros en diseñar un sistema de negociación electrónica de acciones que facilitaba enormemente las transacciones, reduciendo los tiempos de ejecución de forma radical.
Esto empezó a atraer a clientes cada vez más importantes, que delegaban en Madoff la gestión de las carteras de sus propios clientes.
Al mismo tiempo, se iba consolidando su reputación en Wall Street, hasta llegar a ocupar el puesto de presidente del Nasdaq en 1990.
Como sabes, los esquemas piramidales o Ponzi consisten en pagar a los clientes o inversores actuales con el dinero que ingresan los nuevos clientes. Es decir, los rendimientos no salen realmente de una buena gestión de las inversiones ni son beneficios reales (total o parcialmente).
Por tanto, la supervivencia de este tipo de esquemas depende de que sigan entrando nuevos clientes.
Pues bien, en el caso de Bernie Madoff, las rentabilidades que estaba (aparentemente) consiguiendo en la gestión de carteras se situaban entre el 15 y el 20%.
Sin embargo, lograr rendimientos en bolsa notablemente superiores al 10% y de forma muy consistente, año tras año, es prácticamente imposible.
Si se asumen riesgos muy elevados, puede conseguirse eso y más de forma puntual, pero es muy difícil mantenerlo en el tiempo. Por el contrario, si el riesgo es moderado, no nos podemos acercar a esas cifras de doble dígito de forma sostenida.
En cualquier caso, gracias al prestigio acumulado por Madoff, a sus estrategias de captación de clientes y, lógicamente, a través del boca a boca, su negocio prosperaba de forma espectacular.
El esquema piramidal de Bernie Madoff explotó de la forma habitual en este tipo de estafas.
Así, a finales de 2008, en pleno terremoto causado por la crisis inmobiliaria de las hipotecas subprime y con caídas generalizadas en los mercados, muchos de los clientes de Madoff decidieron sacar su dinero.
Al no haber un suficiente flujo de fondos por parte de nuevos clientes y tener que devolver el dinero a quienes se querían marchar, se produce lo inevitable: es imposible devolver el capital al ritmo requerido y estalla el escándalo.
Curiosamente, la SEC (Securities and Exchange Commission) estadounidense, que sería el equivalente a la CNMV española, venía investigando las actividades de Madoff desde el año 1992, de forma intermitente.
Aunque no había podido hallar pruebas concluyentes, las sospechas estaban ahí.
De hecho, el analista Harry Markopolos denunció a Madoff a la SEC en el año 2000, alegando que sus rentabilidades no podían ser reales y que se trataría de algún tipo de estafa. Aunque sus advertencias fueron ignoradas, volvería a la carga en el año 2005, con una nueva carta a la SEC en la que concluía:
«Madoff Securities es el esquema Ponzi más grande del mundo».
De nuevo, la SEC desestimó estas advertencias o no consiguió demostrar su veracidad, por lo que todo seguiría igual hasta ese momento fatídico de diciembre de 2008.
En total, Bernie Madoff habría defraudado a miles de inversores por un importe total de unos 64.800 millones de dólares, durante un período de casi 17 años.
La dureza de la sentencia que condenó a Madoff es indiscutible: 150 años de prisión, por delitos de blanqueo de capitales, fraude de valores y otros.
Además, se ordenó la confiscación de bienes por un importe total de 170.000 millones de dólares, subastándose varias de sus casas, barcos y otros bienes.
Con estas medidas, se logró devolver buena parte del dinero aportado por los clientes. Sin embargo, aquellas ganancias ficticias se esfumaron por completo.
Finalmente, Bernie Madoff solo llegaría a cumplir unos 12 años en prisión, ya que falleció en el año 2021, después de una grave enfermedad renal.
Aunque no con la magnitud de este caso, las historias de estafas financieras de tipo piramidal se han repetido cíclicamente a lo largo de la historia con un formato muy similar:
Al final, la moraleja de la historia es el clásico «demasiado bueno para ser cierto».
A día de hoy, tenemos suficientes datos históricos para saber cuál es el rendimiento medio de índices como el S&P 500 o cualquier otro tipo de activo de inversión.
Por tanto, si alguien promete rendimientos mucho más altos, solo puede hacerlo a base de asumir riesgos excesivos o, simplemente, faltando a la verdad.
El caso de Bernie Madoff es solo un capítulo más de esta historia.
En definitiva, lo más sensato es desconfiar de promesas imposibles y concentrarse en seguir una estrategia de inversión a largo plazo basada en unas pocas premisas básicas:
En realidad, se trata de premisas sencillas que no prometen rentabilidades exageradas, pero que sí permiten acumular un jugoso rendimiento en el largo plazo.
Rubén Vizcaíno Pena
18 Feb. 2025
7 min
Bolsa
Finanzas
¿Qué es el venture capital?
Sin lugar a dudas, el venture capital o capital riesgo desempeña un papel de vital importancia en el tejido empresarial de todo el mundo, contribuyendo de forma destacada a la innovación tecnológica.
En este artículo veremos exactamente qué es el venture capital, cómo funciona en la práctica, cuáles son sus beneficios y riesgos y en qué se diferencia del private equity.
En esencia, el venture capital es una modalidad de inversión en la que determinadas entidades, los fondos de capital riesgo, proporcionan financiación a empresas que se encuentran en sus primeras etapas de desarrollo, principalmente start-ups.
Como luego veremos, estos fondos vienen a llenar un vacío, ya que la mayoría de iniciativas innovadoras no tienen fácil acceso a la financiación bancaria tradicional.
Así, no cuentan con un historial de operaciones, activos tangibles o ingresos recurrentes que puedan servir de aval para acceder a préstamos bancarios. Para una entidad financiera tradicional, serían operaciones demasiado arriesgadas.
De ahí, precisamente, el nombre que reciben estos fondos o inversores: venture capital.
La contrapartida está en el enorme potencial de rentabilidad que se puede conseguir con alguna de estas start-ups. Así, los fondos invierten en multitud de compañías, bastando con que una pequeña parte tenga éxito para que compense los demás fracasos.
Al final, gigantes como Google, Facebook, Alibaba, Airbnb o WhatsApp no habrían sido posibles sin la intervención del capital riesgo en alguna fase de su desarrollo.
Aunque no hay una única forma de operar, lo más habitual es que los procesos de inversión/financiación mediante venture capital se desarrollen en 5 fases:
Los fondos de capital riesgo tienen distintas estrategias para encontrar buenas oportunidades de inversión.
Así, ya sea a través del trabajo de investigación de sus propios equipos o por recibir propuestas externas, se trata de identificar empresas con ideas innovadoras, proyectos con potencial y un equipo humano capaz de llevarlos a cabo.
Dependiendo de las características de cada fondo, pueden especializarse en determinados tipos de empresas (de mayor o menor tamaño) o en sectores concretos. Por ejemplo, puede haber iniciativas de venture capital que se centren únicamente en biotecnología, fintech, logística, criptomonedas, etc.
Se denomina due diligence («diligencia debida») al proceso de análisis o auditoría que se hace de una empresa antes de abordar una operación de financiación, adquisición o fusión, entre otras.
Se trata, por tanto, de comprobar todas las cifras del proyecto, analizar en profundidad el modelo de negocio, estimar la capacidad del equipo humano, etc.
Si el resultado de esta investigación es positivo, puede pasarse a la siguiente fase. De lo contrario, se desestima el proyecto.
Este es el momento clave, en el que se firman las condiciones de la operación de financiación y el fondo de venture capital aporta los recursos económicos comprometidos.
Lógicamente, esto se hace a cambio de una participación accionarial en la empresa, que será tanto más importante cuanto mayor sea el aporte o más arriesgada sea la operación.
En la mayoría de casos, los fondos de capital riesgo no solo aportan dinero, sino que también suelen ofrecer algún tipo de mentoría y asesoramiento.
De este modo, aprovechan su experiencia en el sector para acompañar a la nueva empresa en estas fases iniciales de su recorrido. Así, pueden aportarles ideas y apoyo estratégico en tareas de gestión financiera, marketing, establecimiento de nuevos contactos en el sector, etc.
Si el proyecto sale adelante, el objetivo final de los fondos de venture capital es salir de la start-up a través de alguna operación de venta o, incluso, mediante la salida a bolsa a través de una OPV o IPO.
Es en este punto en el que el fondo va a obtener la recompensa que buscaba inicialmente, rentabilizando su inversión.
Como decíamos, dado el riesgo asumido, las rentabilidades de este tipo de operaciones suelen ser también muy grandes.
Aunque existen distintas formas de clasificar el capital riesgo, lo más habitual es hablar de cuatro tipos de venture capital:
Es el que se centra en identificar empresas o proyectos que se encuentren en una fase muy incipiente o embrionaria.
Por tanto, suelen ser proyectos de alto riesgo, dado que puede que todavía no exista ni siquiera un producto mínimo viable (MVP) y, mucho menos, ventas o clientes interesados. Por tanto, queda muy lejos la obtención de ingresos.
Es el que se dirige a start-ups que ya tienen un producto desarrollado y buscan recursos para expandirse, entrar en nuevos mercados o incrementar su base de clientes.
Aquí, el objetivo de los fondos de venture capital es apoyar a empresas en crecimiento que necesitan fondos para escalar operaciones, aumentar su producción o abrirse a nuevos mercados internacionales.
Se trata, por tanto, de hacer crecer a la empresa.
Finalmente, este tipo de capital riesgo se enfoca en adquirir acciones de socios iniciales o fundadores que quieran salir de la empresa.
A continuación, analizamos brevemente las principales ventajas y desventajas que ofrece la financiación mediante venture capital:
Como aspectos más positivos de este sistema de financiación de nuevas empresas, podemos destacar los siguientes:
De entre los inconvenientes que puede tener la intervención de los fondos de capital riesgo, podemos destacar los siguientes:
De todos modos, estas desventajas no disminuyen en nada los enormes beneficios de este tipo de fondos.
En ocasiones, se confunden los términos de venture capital y private equity. Sin embargo, aunque tienen mucho en común, se trata de cosas distintas.
En esta tabla puedes ver las diferencias más importantes:
Venture capital | Private equity | |
Etapa de inversión | Fases iniciales o de crecimiento | Empresas consolidadas o en dificultades |
Nivel de riesgo | Alto | Moderado o bajo |
Participación | Minoritaria | Frecuentemente mayoritaria |
Objetivo | Escalabilidad y crecimiento rápido | Reestructuración o expansión sostenible |
En nuestro país, el ecosistema de capital riesgo está muy lejos de tener la relevancia que tiene en Estados Unidos o, incluso, en otros países europeos.
De todos modos, existen actores muy importantes que desempeñan un papel destacado en nuestro ecosistema de start-ups.
Así, nombres como The Valley Venture Capital, Axon Partners, Seaya Ventures o aceleradoras como Berri Up o Lanzadera (propiedad de Juan Roig), son bien conocidos en el sector.
En definitiva, el venture capital es un actor imprescindible para garantizar la innovación empresarial y acompañar a las start-ups más prometedoras en sus primeros pasos.
Además, desde el punto de vista de los inversores, se trata de una oportunidad para obtener enormes rentabilidades, en línea con la magnitud del riesgo asumido.
Rubén Vizcaíno Pena
11 Feb. 2025
9 min
Economía
Finanzas
¿Qué es la teoría de juegos?
La teoría de juegos es un campo de estudio fascinante, surgido de la confluencia de áreas como la economía, las matemáticas y la filosofía.
A día de hoy, sus hallazgos se aplican en campos tan diversos como la economía, la política o la Inteligencia Artificial.
En este artículo veremos qué es la teoría de juegos, cuáles son sus principios fundamentales y qué utilidad puede tener en la práctica.
Según la Enciclopedia de Filosofía de Stanford, «la teoría de juegos es el estudio de las formas en que las elecciones interactivas de los agentes económicos producen resultados en relación con las preferencias (o utilidades) de dichos agentes, donde los resultados en cuestión podrían no haber sido intencionados por ninguno de ellos.»
Aunque esta definición pueda parecer un poco compleja, básicamente viene a decir que la teoría de juegos analiza el modo en que se toman decisiones en un contexto en que los agentes son interdependientes.
Por tanto, esto se puede aplicar a infinidad de contextos diferentes, de entre los que destaca la economía, pero también el comercio, la política, la biología, los algoritmos de Inteligencia Artificial, etc.
Inicialmente, la teoría de juegos nace vinculada al estudio de la Economía, de la mano de John von Neumann y Oskar Morgenstern.
Así, su libro de 1944 Theory of Games and Economic Behavior sentó las bases de este campo de estudio e introdujo los fundamentos de los juegos cooperativos.
Más adelante, en los años 50, John Nash desarrolló el conocido como «equilibrio de Nash», que vino a ampliar esta teoría hacia los juegos no cooperativos, lo que le valió la obtención del Premio Nobel en 1994.
No obstante, ya antes encontramos antecedentes de esta teoría en los trabajos de Antoine Augustin Cournot.
Fundamentalmente, la teoría de juegos se basa en los siguientes elementos clave:
Además, la teoría de juegos parte de la premisa de que todos los jugadores actúan de manera racional, buscando maximizar sus propios beneficios.
Dentro de la teoría de juegos, se pueden clasificar estos últimos de cuatro formas distintas:
Sin duda, estos dos conceptos ocupan un lugar central dentro de la teoría de juegos. Veamos en qué consisten:
Como decíamos, este concepto fue desarrollado por el matemático John Nash, inmortalizado en la famosa película A beautiful mind.
Básicamente, el equilibrio de Nash es un estado en el que:
Es decir, todos los jugadores han puesto en práctica una estrategia que maximiza sus ganancias, dadas las estrategias de los otros.
Esto no quiere decir que no pudieran obtener un mejor resultado conjunto si actuasen de forma cooperativa, pero sí les garantiza el mejor resultado a un nivel puramente individual.
Este concepto es crucial en la teoría de juegos no cooperativos y tiene aplicaciones en situaciones como la fijación de precios en mercados competitivos.
Por ejemplo, en sectores con un número reducido de competidores, como las líneas aéreas, se alcanzaría un equilibrio de Nash en la fijación de tarifas cuando todos los actores saben que bajar los precios no va a mejorar su rentabilidad (ya que los demás harían lo mismo).
Aunque probablemente ya lo conozcas, aquí puedes leer un resumen.
Básicamente, este acertijo ilustra cómo las decisiones racionales individuales pueden llevar a un resultado subóptimo para todos.
En este caso, el equilibrio de Nash se produciría en el supuesto de que ambos prisioneros decidiesen traicionar al otro.
Así, este sería el punto en el que ninguno de los jugadores podría mejorar su resultado cambiando unilateralmente su decisión. Sin embargo, este equilibrio no es eficiente desde el punto de vista colectivo, ya que cooperar sería mejor para ambos.
Como decíamos, la teoría de juegos tiene aplicaciones en múltiples campos, como son los siguientes:
En este ámbito, la teoría de juegos es esencial para analizar mercados, competencia y cooperación empresarial.
Por ejemplo, en el caso de fijación de precios en sectores oligopólicos, para el diseño de subastas más eficientes, etc.
La teoría de juegos sirve para analizar y diseñar estrategias políticas, fundamentalmente para la firma de tratados comerciales y otros tipos de cooperación. Se trata, en esencia, de maximizar los beneficios de ambas partes.
Desde el punto de vista bélico y de geopolítica, la teoría de juegos explica cuestiones como las estrategias de disuasión nuclear adoptadas durante la Guerra Fría. Así, las posiciones de los actores implicados se situaban en un equilibrio donde cualquier movimiento podría conllevar la destrucción mutua.
En biología, la teoría de juegos ayuda a entender cómo los organismos interactúan en entornos competitivos o cooperativos.
En un campo tan de actualidad como la Inteligencia Artificial, la teoría de juegos ayuda a desarrollar algoritmos que faciliten la toma de decisiones en entornos complejos y compartidos.
Un ejemplo típico son los algoritmos de aprendizaje automático que se utilizan en vehículos de conducción autónoma.
En definitiva, la teoría de juegos es una herramienta de enorme utilidad para analizar entornos competitivos y diseñar estrategias óptimas desde el punto de vista económico.
Sin embargo, no podemos olvidarnos de algunas limitaciones importantes.
Así, parte de la premisa de que todos los agentes actúan de forma perfectamente racional, buscando maximizar su beneficio. Sin embargo, en la vida real, las emociones, la falta de información, la complejidad del entorno y otros factores irracionales pueden afectar a las decisiones.
Rubén Vizcaíno Pena
6 Feb. 2025
8 min
Finanzas
¿Qué es el coste de oportunidad?
Si no tienes claro qué es el coste de oportunidad y por qué es un concepto fundamental en economía y finanzas, en este artículo encontrarás todas las respuestas.
Y es que, además, se trata de una cuestión que también puede aplicarse a la vida cotidiana, ya que todas nuestras decisiones suponen elegir entre varias alternativas.
Por tanto, veremos cómo se calcula esta magnitud, ejemplos concretos de su aplicación y, finalmente, algunas de sus limitaciones más importantes.
En esencia, podemos definir el coste de oportunidad como el valor que tiene la mejor alternativa no elegida, cuando tomamos una decisión.
Aunque es un concepto sencillo, puede resultar un poco confuso en un primer acercamiento.
Veamos un sencillo ejemplo, para entenderlo mejor:
Imagina que dispones de 1.000 € para invertir en acciones de la bolsa española, estando interesado en el sector bancario.
Dado que no es una cuantía muy alta, prefieres invertir en una única empresa, para no pagar demasiadas comisiones. Por tanto, te planteas dos opciones: Santander o BBVA.
Eliges Santander y decides mantener tu inversión durante un año.
Al cabo del año, compruebas que las acciones de Santander subieron un 5% respecto del momento de compra. En el caso de las de BBVA, subieron un 7%.
Por tanto, el coste de oportunidad de haber invertido en acciones de Santander, sería esa diferencia de rentabilidad. Basta un sencillo cálculo para cuantificarlo:
1.000 x (7% – 5%) = 20 €
Lógicamente, esto era imposible de predecir, de ahí una de las mayores limitaciones de esta magnitud económica, como luego veremos.
Se atribuye a Frederich von Wieser (1851-1926), de la Escuela Austríaca, la creación de este concepto. Así, este autor definía el coste de oportunidad como el ingreso neto generado por el factor de producción en su mejor uso alternativo.
Por tanto, se trata de una herramienta clave para evaluar la eficiencia y racionalidad en la asignación de recursos escasos.
De una forma más general, y mucho tiempo después, Samuelson (en el espectro económico opuesto) dijo que «la toma de decisiones en un mundo de escasez implica renunciar al resto de opciones, lo que supone el sacrificio de hacer otra cosa. Esa opción a la que se renuncia se denomina coste de oportunidad».
Cuando existen diferentes opciones en un entorno de recursos limitados, analizar el coste de oportunidad nos sirve para:
Fundamentalmente, podemos utilizar el coste de oportunidad en la toma de decisiones de tres grandes ámbitos:
Veamos cómo se puede aplicar en cada uno de ellos:
Como veíamos en el ejemplo anterior, el dinero es uno de los bienes escasos por excelencia.
Por tanto, a la hora de tomar una decisión de inversión, tendremos que renunciar a una infinidad de opciones, para quedarnos con una sola.
Por ejemplo: ¿invierto en renta fija o en renta variable? Si invierto en renta variable, ¿lo hago en la bolsa española o estadounidense? Si invierto en Estados Unidos, ¿qué empresa elijo? Etc.
Cada una de las decisiones implica renunciar a las demás alternativas.
Sin embargo, siempre tenemos la opción de maximizar nuestra diversificación si invertimos en productos como fondos de inversión, fondos indexados o ETFs. Esto nos ayuda a disminuir el coste de oportunidad y, simultáneamente, nos permite un mejor control de riesgos.
Piensa, por ejemplo, que con una sola participación en un fondo indexado al S&P 500 estarás invirtiendo en las 500 mejores empresas de Estados Unidos.
La empresa es el ámbito típico en el que se aplica el concepto de coste de oportunidad. En último término, cada decisión empresarial conlleva la renuncia a un número n de posibles alternativas.
De este modo, dada la escasez de recursos, es imprescindible priorizar aquellos usos que tengan mayor rentabilidad potencial.
Por ejemplo:
Al ser imposible perseguir todas las opciones simultáneamente, es necesario elegir, con el consiguiente coste de oportunidad.
Nuestra vida cotidiana también conlleva la toma de decisiones entre distintas alternativas. Al disponer de recursos finitos (fundamentalmente, tiempo, energía y dinero), nos vemos obligados a elegir.
Por ejemplo:
Cada elección implica la renuncia a otra u otras vías de acción alternativas. Y, en último término, esto será lo que configure un camino vital único e irrepetible.
Aunque ya lo hemos visto brevemente en el primer apartado, la fórmula básica para calcular el coste de oportunidad es la siguiente:
Coste de oportunidad = Beneficio de la opción no elegida – Beneficio de la opción elegida
Siguiendo con el ejemplo de la bolsa española, tendríamos lo siguiente:
Coste de oportunidad = Rentabilidad de la inversión en BBVA – Rentabilidad de la inversión en Santander
Por tanto:
Coste de oportunidad = 1.070 – 1.050 = 20 €
Como hemos visto, el concepto de coste de oportunidad es muy útil en distintos ámbitos, desde las finanzas hasta el mundo empresarial.
Así, al proporcionarnos una medida objetiva del coste de nuestras decisiones, es una herramienta de indudable valor para guiar cualquier proceso de elección.
Sin embargo, no siempre nos va a proporcionar una visión completa y 100% válida. De este modo, nos encontramos con dos limitaciones principales:
En cualquier caso, sigue siendo una herramienta de gran utilidad en muchos supuestos de la práctica empresarial, financiera o, incluso, de la vida personal.
En definitiva, una vez aclarado qué es el coste de oportunidad, puedes comprender perfectamente por qué se trata de un concepto central en la teoría económica y, al mismo tiempo, una herramienta práctica de uso cotidiano.
Rubén Vizcaíno Pena
4 Feb. 2025
8 min
Economía
Finanzas
¿Qué es el capital circulante?
Si no tienes claro qué es el coste de oportunidad y por qué es un concepto fundamental en economía y finanzas, en este artículo encontrarás todas las respuestas.
Y es que, además, se trata de una cuestión que también puede aplicarse a la vida cotidiana, ya que todas nuestras decisiones suponen elegir entre varias alternativas.
Por tanto, veremos cómo se calcula esta magnitud, ejemplos concretos de su aplicación y, finalmente, algunas de sus limitaciones más importantes.
En esencia, podemos definir el coste de oportunidad como el valor que tiene la mejor alternativa no elegida, cuando tomamos una decisión.
Aunque es un concepto sencillo, puede resultar un poco confuso en un primer acercamiento.
Veamos un sencillo ejemplo, para entenderlo mejor:
Imagina que dispones de 1.000 € para invertir en acciones de la bolsa española, estando interesado en el sector bancario.
Dado que no es una cuantía muy alta, prefieres invertir en una única empresa, para no pagar demasiadas comisiones. Por tanto, te planteas dos opciones: Santander o BBVA.
Eliges Santander y decides mantener tu inversión durante un año.
Al cabo del año, compruebas que las acciones de Santander subieron un 5% respecto del momento de compra. En el caso de las de BBVA, subieron un 7%.
Por tanto, el coste de oportunidad de haber invertido en acciones de Santander, sería esa diferencia de rentabilidad. Basta un sencillo cálculo para cuantificarlo:
1.000 x (7% – 5%) = 20 €
Lógicamente, esto era imposible de predecir, de ahí una de las mayores limitaciones de esta magnitud económica, como luego veremos.
Se atribuye a Frederich von Wieser (1851-1926), de la Escuela Austríaca, la creación de este concepto. Así, este autor definía el coste de oportunidad como el ingreso neto generado por el factor de producción en su mejor uso alternativo.
Por tanto, se trata de una herramienta clave para evaluar la eficiencia y racionalidad en la asignación de recursos escasos.
De una forma más general, y mucho tiempo después, Samuelson (en el espectro económico opuesto) dijo que «la toma de decisiones en un mundo de escasez implica renunciar al resto de opciones, lo que supone el sacrificio de hacer otra cosa. Esa opción a la que se renuncia se denomina coste de oportunidad».
Cuando existen diferentes opciones en un entorno de recursos limitados, analizar el coste de oportunidad nos sirve para:
Fundamentalmente, podemos utilizar el coste de oportunidad en la toma de decisiones de tres grandes ámbitos:
Veamos cómo se puede aplicar en cada uno de ellos:
Como veíamos en el ejemplo anterior, el dinero es uno de los bienes escasos por excelencia.
Por tanto, a la hora de tomar una decisión de inversión, tendremos que renunciar a una infinidad de opciones, para quedarnos con una sola.
Por ejemplo: ¿invierto en renta fija o en renta variable? Si invierto en renta variable, ¿lo hago en la bolsa española o estadounidense? Si invierto en Estados Unidos, ¿qué empresa elijo? Etc.
Cada una de las decisiones implica renunciar a las demás alternativas.
Sin embargo, siempre tenemos la opción de maximizar nuestra diversificación si invertimos en productos como fondos de inversión, fondos indexados o ETFs. Esto nos ayuda a disminuir el coste de oportunidad y, simultáneamente, nos permite un mejor control de riesgos.
Piensa, por ejemplo, que con una sola participación en un fondo indexado al S&P 500 estarás invirtiendo en las 500 mejores empresas de Estados Unidos.
La empresa es el ámbito típico en el que se aplica el concepto de coste de oportunidad. En último término, cada decisión empresarial conlleva la renuncia a un número n de posibles alternativas.
De este modo, dada la escasez de recursos, es imprescindible priorizar aquellos usos que tengan mayor rentabilidad potencial.
Por ejemplo:
Al ser imposible perseguir todas las opciones simultáneamente, es necesario elegir, con el consiguiente coste de oportunidad.
Nuestra vida cotidiana también conlleva la toma de decisiones entre distintas alternativas. Al disponer de recursos finitos (fundamentalmente, tiempo, energía y dinero), nos vemos obligados a elegir.
Por ejemplo:
Cada elección implica la renuncia a otra u otras vías de acción alternativas. Y, en último término, esto será lo que configure un camino vital único e irrepetible.
Aunque ya lo hemos visto brevemente en el primer apartado, la fórmula básica para calcular el coste de oportunidad es la siguiente:
Coste de oportunidad = Beneficio de la opción no elegida – Beneficio de la opción elegida
Siguiendo con el ejemplo de la bolsa española, tendríamos lo siguiente:
Coste de oportunidad = Rentabilidad de la inversión en BBVA – Rentabilidad de la inversión en Santander
Por tanto:
Coste de oportunidad = 1.070 – 1.050 = 20 €
Como hemos visto, el concepto de coste de oportunidad es muy útil en distintos ámbitos, desde las finanzas hasta el mundo empresarial.
Así, al proporcionarnos una medida objetiva del coste de nuestras decisiones, es una herramienta de indudable valor para guiar cualquier proceso de elección.
Sin embargo, no siempre nos va a proporcionar una visión completa y 100% válida. De este modo, nos encontramos con dos limitaciones principales:
En cualquier caso, sigue siendo una herramienta de gran utilidad en muchos supuestos de la práctica empresarial, financiera o, incluso, de la vida personal.
En definitiva, una vez aclarado qué es el coste de oportunidad, puedes comprender perfectamente por qué se trata de un concepto central en la teoría económica y, al mismo tiempo, una herramienta práctica de uso cotidiano.
Rubén Vizcaíno Pena
21 Ene. 2025
8 min
Curso Finanzas
Finanzas
¿Qué es devengar?
Si no tienes claro qué es el coste de oportunidad y por qué es un concepto fundamental en economía y finanzas, en este artículo encontrarás todas las respuestas.
Y es que, además, se trata de una cuestión que también puede aplicarse a la vida cotidiana, ya que todas nuestras decisiones suponen elegir entre varias alternativas.
Por tanto, veremos cómo se calcula esta magnitud, ejemplos concretos de su aplicación y, finalmente, algunas de sus limitaciones más importantes.
En esencia, podemos definir el coste de oportunidad como el valor que tiene la mejor alternativa no elegida, cuando tomamos una decisión.
Aunque es un concepto sencillo, puede resultar un poco confuso en un primer acercamiento.
Veamos un sencillo ejemplo, para entenderlo mejor:
Imagina que dispones de 1.000 € para invertir en acciones de la bolsa española, estando interesado en el sector bancario.
Dado que no es una cuantía muy alta, prefieres invertir en una única empresa, para no pagar demasiadas comisiones. Por tanto, te planteas dos opciones: Santander o BBVA.
Eliges Santander y decides mantener tu inversión durante un año.
Al cabo del año, compruebas que las acciones de Santander subieron un 5% respecto del momento de compra. En el caso de las de BBVA, subieron un 7%.
Por tanto, el coste de oportunidad de haber invertido en acciones de Santander, sería esa diferencia de rentabilidad. Basta un sencillo cálculo para cuantificarlo:
1.000 x (7% – 5%) = 20 €
Lógicamente, esto era imposible de predecir, de ahí una de las mayores limitaciones de esta magnitud económica, como luego veremos.
Se atribuye a Frederich von Wieser (1851-1926), de la Escuela Austríaca, la creación de este concepto. Así, este autor definía el coste de oportunidad como el ingreso neto generado por el factor de producción en su mejor uso alternativo.
Por tanto, se trata de una herramienta clave para evaluar la eficiencia y racionalidad en la asignación de recursos escasos.
De una forma más general, y mucho tiempo después, Samuelson (en el espectro económico opuesto) dijo que «la toma de decisiones en un mundo de escasez implica renunciar al resto de opciones, lo que supone el sacrificio de hacer otra cosa. Esa opción a la que se renuncia se denomina coste de oportunidad».
Cuando existen diferentes opciones en un entorno de recursos limitados, analizar el coste de oportunidad nos sirve para:
Fundamentalmente, podemos utilizar el coste de oportunidad en la toma de decisiones de tres grandes ámbitos:
Veamos cómo se puede aplicar en cada uno de ellos:
Como veíamos en el ejemplo anterior, el dinero es uno de los bienes escasos por excelencia.
Por tanto, a la hora de tomar una decisión de inversión, tendremos que renunciar a una infinidad de opciones, para quedarnos con una sola.
Por ejemplo: ¿invierto en renta fija o en renta variable? Si invierto en renta variable, ¿lo hago en la bolsa española o estadounidense? Si invierto en Estados Unidos, ¿qué empresa elijo? Etc.
Cada una de las decisiones implica renunciar a las demás alternativas.
Sin embargo, siempre tenemos la opción de maximizar nuestra diversificación si invertimos en productos como fondos de inversión, fondos indexados o ETFs. Esto nos ayuda a disminuir el coste de oportunidad y, simultáneamente, nos permite un mejor control de riesgos.
Piensa, por ejemplo, que con una sola participación en un fondo indexado al S&P 500 estarás invirtiendo en las 500 mejores empresas de Estados Unidos.
La empresa es el ámbito típico en el que se aplica el concepto de coste de oportunidad. En último término, cada decisión empresarial conlleva la renuncia a un número n de posibles alternativas.
De este modo, dada la escasez de recursos, es imprescindible priorizar aquellos usos que tengan mayor rentabilidad potencial.
Por ejemplo:
Al ser imposible perseguir todas las opciones simultáneamente, es necesario elegir, con el consiguiente coste de oportunidad.
Nuestra vida cotidiana también conlleva la toma de decisiones entre distintas alternativas. Al disponer de recursos finitos (fundamentalmente, tiempo, energía y dinero), nos vemos obligados a elegir.
Por ejemplo:
Cada elección implica la renuncia a otra u otras vías de acción alternativas. Y, en último término, esto será lo que configure un camino vital único e irrepetible.
Aunque ya lo hemos visto brevemente en el primer apartado, la fórmula básica para calcular el coste de oportunidad es la siguiente:
Coste de oportunidad = Beneficio de la opción no elegida – Beneficio de la opción elegida
Siguiendo con el ejemplo de la bolsa española, tendríamos lo siguiente:
Coste de oportunidad = Rentabilidad de la inversión en BBVA – Rentabilidad de la inversión en Santander
Por tanto:
Coste de oportunidad = 1.070 – 1.050 = 20 €
Como hemos visto, el concepto de coste de oportunidad es muy útil en distintos ámbitos, desde las finanzas hasta el mundo empresarial.
Así, al proporcionarnos una medida objetiva del coste de nuestras decisiones, es una herramienta de indudable valor para guiar cualquier proceso de elección.
Sin embargo, no siempre nos va a proporcionar una visión completa y 100% válida. De este modo, nos encontramos con dos limitaciones principales:
En cualquier caso, sigue siendo una herramienta de gran utilidad en muchos supuestos de la práctica empresarial, financiera o, incluso, de la vida personal.
En definitiva, una vez aclarado qué es el coste de oportunidad, puedes comprender perfectamente por qué se trata de un concepto central en la teoría económica y, al mismo tiempo, una herramienta práctica de uso cotidiano.
Rubén Vizcaíno Pena
14 Ene. 2025
8 min
Curso Finanzas
Finanzas
¿Qué se considera salud financiera?
Si no tienes claro qué es el coste de oportunidad y por qué es un concepto fundamental en economía y finanzas, en este artículo encontrarás todas las respuestas.
Y es que, además, se trata de una cuestión que también puede aplicarse a la vida cotidiana, ya que todas nuestras decisiones suponen elegir entre varias alternativas.
Por tanto, veremos cómo se calcula esta magnitud, ejemplos concretos de su aplicación y, finalmente, algunas de sus limitaciones más importantes.
En esencia, podemos definir el coste de oportunidad como el valor que tiene la mejor alternativa no elegida, cuando tomamos una decisión.
Aunque es un concepto sencillo, puede resultar un poco confuso en un primer acercamiento.
Veamos un sencillo ejemplo, para entenderlo mejor:
Imagina que dispones de 1.000 € para invertir en acciones de la bolsa española, estando interesado en el sector bancario.
Dado que no es una cuantía muy alta, prefieres invertir en una única empresa, para no pagar demasiadas comisiones. Por tanto, te planteas dos opciones: Santander o BBVA.
Eliges Santander y decides mantener tu inversión durante un año.
Al cabo del año, compruebas que las acciones de Santander subieron un 5% respecto del momento de compra. En el caso de las de BBVA, subieron un 7%.
Por tanto, el coste de oportunidad de haber invertido en acciones de Santander, sería esa diferencia de rentabilidad. Basta un sencillo cálculo para cuantificarlo:
1.000 x (7% – 5%) = 20 €
Lógicamente, esto era imposible de predecir, de ahí una de las mayores limitaciones de esta magnitud económica, como luego veremos.
Se atribuye a Frederich von Wieser (1851-1926), de la Escuela Austríaca, la creación de este concepto. Así, este autor definía el coste de oportunidad como el ingreso neto generado por el factor de producción en su mejor uso alternativo.
Por tanto, se trata de una herramienta clave para evaluar la eficiencia y racionalidad en la asignación de recursos escasos.
De una forma más general, y mucho tiempo después, Samuelson (en el espectro económico opuesto) dijo que «la toma de decisiones en un mundo de escasez implica renunciar al resto de opciones, lo que supone el sacrificio de hacer otra cosa. Esa opción a la que se renuncia se denomina coste de oportunidad».
Cuando existen diferentes opciones en un entorno de recursos limitados, analizar el coste de oportunidad nos sirve para:
Fundamentalmente, podemos utilizar el coste de oportunidad en la toma de decisiones de tres grandes ámbitos:
Veamos cómo se puede aplicar en cada uno de ellos:
Como veíamos en el ejemplo anterior, el dinero es uno de los bienes escasos por excelencia.
Por tanto, a la hora de tomar una decisión de inversión, tendremos que renunciar a una infinidad de opciones, para quedarnos con una sola.
Por ejemplo: ¿invierto en renta fija o en renta variable? Si invierto en renta variable, ¿lo hago en la bolsa española o estadounidense? Si invierto en Estados Unidos, ¿qué empresa elijo? Etc.
Cada una de las decisiones implica renunciar a las demás alternativas.
Sin embargo, siempre tenemos la opción de maximizar nuestra diversificación si invertimos en productos como fondos de inversión, fondos indexados o ETFs. Esto nos ayuda a disminuir el coste de oportunidad y, simultáneamente, nos permite un mejor control de riesgos.
Piensa, por ejemplo, que con una sola participación en un fondo indexado al S&P 500 estarás invirtiendo en las 500 mejores empresas de Estados Unidos.
La empresa es el ámbito típico en el que se aplica el concepto de coste de oportunidad. En último término, cada decisión empresarial conlleva la renuncia a un número n de posibles alternativas.
De este modo, dada la escasez de recursos, es imprescindible priorizar aquellos usos que tengan mayor rentabilidad potencial.
Por ejemplo:
Al ser imposible perseguir todas las opciones simultáneamente, es necesario elegir, con el consiguiente coste de oportunidad.
Nuestra vida cotidiana también conlleva la toma de decisiones entre distintas alternativas. Al disponer de recursos finitos (fundamentalmente, tiempo, energía y dinero), nos vemos obligados a elegir.
Por ejemplo:
Cada elección implica la renuncia a otra u otras vías de acción alternativas. Y, en último término, esto será lo que configure un camino vital único e irrepetible.
Aunque ya lo hemos visto brevemente en el primer apartado, la fórmula básica para calcular el coste de oportunidad es la siguiente:
Coste de oportunidad = Beneficio de la opción no elegida – Beneficio de la opción elegida
Siguiendo con el ejemplo de la bolsa española, tendríamos lo siguiente:
Coste de oportunidad = Rentabilidad de la inversión en BBVA – Rentabilidad de la inversión en Santander
Por tanto:
Coste de oportunidad = 1.070 – 1.050 = 20 €
Como hemos visto, el concepto de coste de oportunidad es muy útil en distintos ámbitos, desde las finanzas hasta el mundo empresarial.
Así, al proporcionarnos una medida objetiva del coste de nuestras decisiones, es una herramienta de indudable valor para guiar cualquier proceso de elección.
Sin embargo, no siempre nos va a proporcionar una visión completa y 100% válida. De este modo, nos encontramos con dos limitaciones principales:
En cualquier caso, sigue siendo una herramienta de gran utilidad en muchos supuestos de la práctica empresarial, financiera o, incluso, de la vida personal.
En definitiva, una vez aclarado qué es el coste de oportunidad, puedes comprender perfectamente por qué se trata de un concepto central en la teoría económica y, al mismo tiempo, una herramienta práctica de uso cotidiano.
Rubén Vizcaíno Pena
9 Ene. 2025
8 min
Bolsa
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Banco Grameen: ¿qué es?
Si no tienes claro qué es el coste de oportunidad y por qué es un concepto fundamental en economía y finanzas, en este artículo encontrarás todas las respuestas.
Y es que, además, se trata de una cuestión que también puede aplicarse a la vida cotidiana, ya que todas nuestras decisiones suponen elegir entre varias alternativas.
Por tanto, veremos cómo se calcula esta magnitud, ejemplos concretos de su aplicación y, finalmente, algunas de sus limitaciones más importantes.
En esencia, podemos definir el coste de oportunidad como el valor que tiene la mejor alternativa no elegida, cuando tomamos una decisión.
Aunque es un concepto sencillo, puede resultar un poco confuso en un primer acercamiento.
Veamos un sencillo ejemplo, para entenderlo mejor:
Imagina que dispones de 1.000 € para invertir en acciones de la bolsa española, estando interesado en el sector bancario.
Dado que no es una cuantía muy alta, prefieres invertir en una única empresa, para no pagar demasiadas comisiones. Por tanto, te planteas dos opciones: Santander o BBVA.
Eliges Santander y decides mantener tu inversión durante un año.
Al cabo del año, compruebas que las acciones de Santander subieron un 5% respecto del momento de compra. En el caso de las de BBVA, subieron un 7%.
Por tanto, el coste de oportunidad de haber invertido en acciones de Santander, sería esa diferencia de rentabilidad. Basta un sencillo cálculo para cuantificarlo:
1.000 x (7% – 5%) = 20 €
Lógicamente, esto era imposible de predecir, de ahí una de las mayores limitaciones de esta magnitud económica, como luego veremos.
Se atribuye a Frederich von Wieser (1851-1926), de la Escuela Austríaca, la creación de este concepto. Así, este autor definía el coste de oportunidad como el ingreso neto generado por el factor de producción en su mejor uso alternativo.
Por tanto, se trata de una herramienta clave para evaluar la eficiencia y racionalidad en la asignación de recursos escasos.
De una forma más general, y mucho tiempo después, Samuelson (en el espectro económico opuesto) dijo que «la toma de decisiones en un mundo de escasez implica renunciar al resto de opciones, lo que supone el sacrificio de hacer otra cosa. Esa opción a la que se renuncia se denomina coste de oportunidad».
Cuando existen diferentes opciones en un entorno de recursos limitados, analizar el coste de oportunidad nos sirve para:
Fundamentalmente, podemos utilizar el coste de oportunidad en la toma de decisiones de tres grandes ámbitos:
Veamos cómo se puede aplicar en cada uno de ellos:
Como veíamos en el ejemplo anterior, el dinero es uno de los bienes escasos por excelencia.
Por tanto, a la hora de tomar una decisión de inversión, tendremos que renunciar a una infinidad de opciones, para quedarnos con una sola.
Por ejemplo: ¿invierto en renta fija o en renta variable? Si invierto en renta variable, ¿lo hago en la bolsa española o estadounidense? Si invierto en Estados Unidos, ¿qué empresa elijo? Etc.
Cada una de las decisiones implica renunciar a las demás alternativas.
Sin embargo, siempre tenemos la opción de maximizar nuestra diversificación si invertimos en productos como fondos de inversión, fondos indexados o ETFs. Esto nos ayuda a disminuir el coste de oportunidad y, simultáneamente, nos permite un mejor control de riesgos.
Piensa, por ejemplo, que con una sola participación en un fondo indexado al S&P 500 estarás invirtiendo en las 500 mejores empresas de Estados Unidos.
La empresa es el ámbito típico en el que se aplica el concepto de coste de oportunidad. En último término, cada decisión empresarial conlleva la renuncia a un número n de posibles alternativas.
De este modo, dada la escasez de recursos, es imprescindible priorizar aquellos usos que tengan mayor rentabilidad potencial.
Por ejemplo:
Al ser imposible perseguir todas las opciones simultáneamente, es necesario elegir, con el consiguiente coste de oportunidad.
Nuestra vida cotidiana también conlleva la toma de decisiones entre distintas alternativas. Al disponer de recursos finitos (fundamentalmente, tiempo, energía y dinero), nos vemos obligados a elegir.
Por ejemplo:
Cada elección implica la renuncia a otra u otras vías de acción alternativas. Y, en último término, esto será lo que configure un camino vital único e irrepetible.
Aunque ya lo hemos visto brevemente en el primer apartado, la fórmula básica para calcular el coste de oportunidad es la siguiente:
Coste de oportunidad = Beneficio de la opción no elegida – Beneficio de la opción elegida
Siguiendo con el ejemplo de la bolsa española, tendríamos lo siguiente:
Coste de oportunidad = Rentabilidad de la inversión en BBVA – Rentabilidad de la inversión en Santander
Por tanto:
Coste de oportunidad = 1.070 – 1.050 = 20 €
Como hemos visto, el concepto de coste de oportunidad es muy útil en distintos ámbitos, desde las finanzas hasta el mundo empresarial.
Así, al proporcionarnos una medida objetiva del coste de nuestras decisiones, es una herramienta de indudable valor para guiar cualquier proceso de elección.
Sin embargo, no siempre nos va a proporcionar una visión completa y 100% válida. De este modo, nos encontramos con dos limitaciones principales:
En cualquier caso, sigue siendo una herramienta de gran utilidad en muchos supuestos de la práctica empresarial, financiera o, incluso, de la vida personal.
En definitiva, una vez aclarado qué es el coste de oportunidad, puedes comprender perfectamente por qué se trata de un concepto central en la teoría económica y, al mismo tiempo, una herramienta práctica de uso cotidiano.
Rubén Vizcaíno Pena
16 Dic. 2024
8 min
Curso Finanzas
Finanzas
¿Qué es un depósito a plazo?
Si no tienes claro qué es el coste de oportunidad y por qué es un concepto fundamental en economía y finanzas, en este artículo encontrarás todas las respuestas.
Y es que, además, se trata de una cuestión que también puede aplicarse a la vida cotidiana, ya que todas nuestras decisiones suponen elegir entre varias alternativas.
Por tanto, veremos cómo se calcula esta magnitud, ejemplos concretos de su aplicación y, finalmente, algunas de sus limitaciones más importantes.
En esencia, podemos definir el coste de oportunidad como el valor que tiene la mejor alternativa no elegida, cuando tomamos una decisión.
Aunque es un concepto sencillo, puede resultar un poco confuso en un primer acercamiento.
Veamos un sencillo ejemplo, para entenderlo mejor:
Imagina que dispones de 1.000 € para invertir en acciones de la bolsa española, estando interesado en el sector bancario.
Dado que no es una cuantía muy alta, prefieres invertir en una única empresa, para no pagar demasiadas comisiones. Por tanto, te planteas dos opciones: Santander o BBVA.
Eliges Santander y decides mantener tu inversión durante un año.
Al cabo del año, compruebas que las acciones de Santander subieron un 5% respecto del momento de compra. En el caso de las de BBVA, subieron un 7%.
Por tanto, el coste de oportunidad de haber invertido en acciones de Santander, sería esa diferencia de rentabilidad. Basta un sencillo cálculo para cuantificarlo:
1.000 x (7% – 5%) = 20 €
Lógicamente, esto era imposible de predecir, de ahí una de las mayores limitaciones de esta magnitud económica, como luego veremos.
Se atribuye a Frederich von Wieser (1851-1926), de la Escuela Austríaca, la creación de este concepto. Así, este autor definía el coste de oportunidad como el ingreso neto generado por el factor de producción en su mejor uso alternativo.
Por tanto, se trata de una herramienta clave para evaluar la eficiencia y racionalidad en la asignación de recursos escasos.
De una forma más general, y mucho tiempo después, Samuelson (en el espectro económico opuesto) dijo que «la toma de decisiones en un mundo de escasez implica renunciar al resto de opciones, lo que supone el sacrificio de hacer otra cosa. Esa opción a la que se renuncia se denomina coste de oportunidad».
Cuando existen diferentes opciones en un entorno de recursos limitados, analizar el coste de oportunidad nos sirve para:
Fundamentalmente, podemos utilizar el coste de oportunidad en la toma de decisiones de tres grandes ámbitos:
Veamos cómo se puede aplicar en cada uno de ellos:
Como veíamos en el ejemplo anterior, el dinero es uno de los bienes escasos por excelencia.
Por tanto, a la hora de tomar una decisión de inversión, tendremos que renunciar a una infinidad de opciones, para quedarnos con una sola.
Por ejemplo: ¿invierto en renta fija o en renta variable? Si invierto en renta variable, ¿lo hago en la bolsa española o estadounidense? Si invierto en Estados Unidos, ¿qué empresa elijo? Etc.
Cada una de las decisiones implica renunciar a las demás alternativas.
Sin embargo, siempre tenemos la opción de maximizar nuestra diversificación si invertimos en productos como fondos de inversión, fondos indexados o ETFs. Esto nos ayuda a disminuir el coste de oportunidad y, simultáneamente, nos permite un mejor control de riesgos.
Piensa, por ejemplo, que con una sola participación en un fondo indexado al S&P 500 estarás invirtiendo en las 500 mejores empresas de Estados Unidos.
La empresa es el ámbito típico en el que se aplica el concepto de coste de oportunidad. En último término, cada decisión empresarial conlleva la renuncia a un número n de posibles alternativas.
De este modo, dada la escasez de recursos, es imprescindible priorizar aquellos usos que tengan mayor rentabilidad potencial.
Por ejemplo:
Al ser imposible perseguir todas las opciones simultáneamente, es necesario elegir, con el consiguiente coste de oportunidad.
Nuestra vida cotidiana también conlleva la toma de decisiones entre distintas alternativas. Al disponer de recursos finitos (fundamentalmente, tiempo, energía y dinero), nos vemos obligados a elegir.
Por ejemplo:
Cada elección implica la renuncia a otra u otras vías de acción alternativas. Y, en último término, esto será lo que configure un camino vital único e irrepetible.
Aunque ya lo hemos visto brevemente en el primer apartado, la fórmula básica para calcular el coste de oportunidad es la siguiente:
Coste de oportunidad = Beneficio de la opción no elegida – Beneficio de la opción elegida
Siguiendo con el ejemplo de la bolsa española, tendríamos lo siguiente:
Coste de oportunidad = Rentabilidad de la inversión en BBVA – Rentabilidad de la inversión en Santander
Por tanto:
Coste de oportunidad = 1.070 – 1.050 = 20 €
Como hemos visto, el concepto de coste de oportunidad es muy útil en distintos ámbitos, desde las finanzas hasta el mundo empresarial.
Así, al proporcionarnos una medida objetiva del coste de nuestras decisiones, es una herramienta de indudable valor para guiar cualquier proceso de elección.
Sin embargo, no siempre nos va a proporcionar una visión completa y 100% válida. De este modo, nos encontramos con dos limitaciones principales:
En cualquier caso, sigue siendo una herramienta de gran utilidad en muchos supuestos de la práctica empresarial, financiera o, incluso, de la vida personal.
En definitiva, una vez aclarado qué es el coste de oportunidad, puedes comprender perfectamente por qué se trata de un concepto central en la teoría económica y, al mismo tiempo, una herramienta práctica de uso cotidiano.
Rubén Vizcaíno Pena
9 Dic. 2024
8 min
Economía
Finanzas
¿Cuál fue la primera moneda del mundo?
Si no tienes claro qué es el coste de oportunidad y por qué es un concepto fundamental en economía y finanzas, en este artículo encontrarás todas las respuestas.
Y es que, además, se trata de una cuestión que también puede aplicarse a la vida cotidiana, ya que todas nuestras decisiones suponen elegir entre varias alternativas.
Por tanto, veremos cómo se calcula esta magnitud, ejemplos concretos de su aplicación y, finalmente, algunas de sus limitaciones más importantes.
En esencia, podemos definir el coste de oportunidad como el valor que tiene la mejor alternativa no elegida, cuando tomamos una decisión.
Aunque es un concepto sencillo, puede resultar un poco confuso en un primer acercamiento.
Veamos un sencillo ejemplo, para entenderlo mejor:
Imagina que dispones de 1.000 € para invertir en acciones de la bolsa española, estando interesado en el sector bancario.
Dado que no es una cuantía muy alta, prefieres invertir en una única empresa, para no pagar demasiadas comisiones. Por tanto, te planteas dos opciones: Santander o BBVA.
Eliges Santander y decides mantener tu inversión durante un año.
Al cabo del año, compruebas que las acciones de Santander subieron un 5% respecto del momento de compra. En el caso de las de BBVA, subieron un 7%.
Por tanto, el coste de oportunidad de haber invertido en acciones de Santander, sería esa diferencia de rentabilidad. Basta un sencillo cálculo para cuantificarlo:
1.000 x (7% – 5%) = 20 €
Lógicamente, esto era imposible de predecir, de ahí una de las mayores limitaciones de esta magnitud económica, como luego veremos.
Se atribuye a Frederich von Wieser (1851-1926), de la Escuela Austríaca, la creación de este concepto. Así, este autor definía el coste de oportunidad como el ingreso neto generado por el factor de producción en su mejor uso alternativo.
Por tanto, se trata de una herramienta clave para evaluar la eficiencia y racionalidad en la asignación de recursos escasos.
De una forma más general, y mucho tiempo después, Samuelson (en el espectro económico opuesto) dijo que «la toma de decisiones en un mundo de escasez implica renunciar al resto de opciones, lo que supone el sacrificio de hacer otra cosa. Esa opción a la que se renuncia se denomina coste de oportunidad».
Cuando existen diferentes opciones en un entorno de recursos limitados, analizar el coste de oportunidad nos sirve para:
Fundamentalmente, podemos utilizar el coste de oportunidad en la toma de decisiones de tres grandes ámbitos:
Veamos cómo se puede aplicar en cada uno de ellos:
Como veíamos en el ejemplo anterior, el dinero es uno de los bienes escasos por excelencia.
Por tanto, a la hora de tomar una decisión de inversión, tendremos que renunciar a una infinidad de opciones, para quedarnos con una sola.
Por ejemplo: ¿invierto en renta fija o en renta variable? Si invierto en renta variable, ¿lo hago en la bolsa española o estadounidense? Si invierto en Estados Unidos, ¿qué empresa elijo? Etc.
Cada una de las decisiones implica renunciar a las demás alternativas.
Sin embargo, siempre tenemos la opción de maximizar nuestra diversificación si invertimos en productos como fondos de inversión, fondos indexados o ETFs. Esto nos ayuda a disminuir el coste de oportunidad y, simultáneamente, nos permite un mejor control de riesgos.
Piensa, por ejemplo, que con una sola participación en un fondo indexado al S&P 500 estarás invirtiendo en las 500 mejores empresas de Estados Unidos.
La empresa es el ámbito típico en el que se aplica el concepto de coste de oportunidad. En último término, cada decisión empresarial conlleva la renuncia a un número n de posibles alternativas.
De este modo, dada la escasez de recursos, es imprescindible priorizar aquellos usos que tengan mayor rentabilidad potencial.
Por ejemplo:
Al ser imposible perseguir todas las opciones simultáneamente, es necesario elegir, con el consiguiente coste de oportunidad.
Nuestra vida cotidiana también conlleva la toma de decisiones entre distintas alternativas. Al disponer de recursos finitos (fundamentalmente, tiempo, energía y dinero), nos vemos obligados a elegir.
Por ejemplo:
Cada elección implica la renuncia a otra u otras vías de acción alternativas. Y, en último término, esto será lo que configure un camino vital único e irrepetible.
Aunque ya lo hemos visto brevemente en el primer apartado, la fórmula básica para calcular el coste de oportunidad es la siguiente:
Coste de oportunidad = Beneficio de la opción no elegida – Beneficio de la opción elegida
Siguiendo con el ejemplo de la bolsa española, tendríamos lo siguiente:
Coste de oportunidad = Rentabilidad de la inversión en BBVA – Rentabilidad de la inversión en Santander
Por tanto:
Coste de oportunidad = 1.070 – 1.050 = 20 €
Como hemos visto, el concepto de coste de oportunidad es muy útil en distintos ámbitos, desde las finanzas hasta el mundo empresarial.
Así, al proporcionarnos una medida objetiva del coste de nuestras decisiones, es una herramienta de indudable valor para guiar cualquier proceso de elección.
Sin embargo, no siempre nos va a proporcionar una visión completa y 100% válida. De este modo, nos encontramos con dos limitaciones principales:
En cualquier caso, sigue siendo una herramienta de gran utilidad en muchos supuestos de la práctica empresarial, financiera o, incluso, de la vida personal.
En definitiva, una vez aclarado qué es el coste de oportunidad, puedes comprender perfectamente por qué se trata de un concepto central en la teoría económica y, al mismo tiempo, una herramienta práctica de uso cotidiano.
Rubén Vizcaíno Pena
2 Dic. 2024
8 min
Finanzas
Tipos de riesgos financieros: ¡descúbrelos!
Si no tienes claro qué es el coste de oportunidad y por qué es un concepto fundamental en economía y finanzas, en este artículo encontrarás todas las respuestas.
Y es que, además, se trata de una cuestión que también puede aplicarse a la vida cotidiana, ya que todas nuestras decisiones suponen elegir entre varias alternativas.
Por tanto, veremos cómo se calcula esta magnitud, ejemplos concretos de su aplicación y, finalmente, algunas de sus limitaciones más importantes.
En esencia, podemos definir el coste de oportunidad como el valor que tiene la mejor alternativa no elegida, cuando tomamos una decisión.
Aunque es un concepto sencillo, puede resultar un poco confuso en un primer acercamiento.
Veamos un sencillo ejemplo, para entenderlo mejor:
Imagina que dispones de 1.000 € para invertir en acciones de la bolsa española, estando interesado en el sector bancario.
Dado que no es una cuantía muy alta, prefieres invertir en una única empresa, para no pagar demasiadas comisiones. Por tanto, te planteas dos opciones: Santander o BBVA.
Eliges Santander y decides mantener tu inversión durante un año.
Al cabo del año, compruebas que las acciones de Santander subieron un 5% respecto del momento de compra. En el caso de las de BBVA, subieron un 7%.
Por tanto, el coste de oportunidad de haber invertido en acciones de Santander, sería esa diferencia de rentabilidad. Basta un sencillo cálculo para cuantificarlo:
1.000 x (7% – 5%) = 20 €
Lógicamente, esto era imposible de predecir, de ahí una de las mayores limitaciones de esta magnitud económica, como luego veremos.
Se atribuye a Frederich von Wieser (1851-1926), de la Escuela Austríaca, la creación de este concepto. Así, este autor definía el coste de oportunidad como el ingreso neto generado por el factor de producción en su mejor uso alternativo.
Por tanto, se trata de una herramienta clave para evaluar la eficiencia y racionalidad en la asignación de recursos escasos.
De una forma más general, y mucho tiempo después, Samuelson (en el espectro económico opuesto) dijo que «la toma de decisiones en un mundo de escasez implica renunciar al resto de opciones, lo que supone el sacrificio de hacer otra cosa. Esa opción a la que se renuncia se denomina coste de oportunidad».
Cuando existen diferentes opciones en un entorno de recursos limitados, analizar el coste de oportunidad nos sirve para:
Fundamentalmente, podemos utilizar el coste de oportunidad en la toma de decisiones de tres grandes ámbitos:
Veamos cómo se puede aplicar en cada uno de ellos:
Como veíamos en el ejemplo anterior, el dinero es uno de los bienes escasos por excelencia.
Por tanto, a la hora de tomar una decisión de inversión, tendremos que renunciar a una infinidad de opciones, para quedarnos con una sola.
Por ejemplo: ¿invierto en renta fija o en renta variable? Si invierto en renta variable, ¿lo hago en la bolsa española o estadounidense? Si invierto en Estados Unidos, ¿qué empresa elijo? Etc.
Cada una de las decisiones implica renunciar a las demás alternativas.
Sin embargo, siempre tenemos la opción de maximizar nuestra diversificación si invertimos en productos como fondos de inversión, fondos indexados o ETFs. Esto nos ayuda a disminuir el coste de oportunidad y, simultáneamente, nos permite un mejor control de riesgos.
Piensa, por ejemplo, que con una sola participación en un fondo indexado al S&P 500 estarás invirtiendo en las 500 mejores empresas de Estados Unidos.
La empresa es el ámbito típico en el que se aplica el concepto de coste de oportunidad. En último término, cada decisión empresarial conlleva la renuncia a un número n de posibles alternativas.
De este modo, dada la escasez de recursos, es imprescindible priorizar aquellos usos que tengan mayor rentabilidad potencial.
Por ejemplo:
Al ser imposible perseguir todas las opciones simultáneamente, es necesario elegir, con el consiguiente coste de oportunidad.
Nuestra vida cotidiana también conlleva la toma de decisiones entre distintas alternativas. Al disponer de recursos finitos (fundamentalmente, tiempo, energía y dinero), nos vemos obligados a elegir.
Por ejemplo:
Cada elección implica la renuncia a otra u otras vías de acción alternativas. Y, en último término, esto será lo que configure un camino vital único e irrepetible.
Aunque ya lo hemos visto brevemente en el primer apartado, la fórmula básica para calcular el coste de oportunidad es la siguiente:
Coste de oportunidad = Beneficio de la opción no elegida – Beneficio de la opción elegida
Siguiendo con el ejemplo de la bolsa española, tendríamos lo siguiente:
Coste de oportunidad = Rentabilidad de la inversión en BBVA – Rentabilidad de la inversión en Santander
Por tanto:
Coste de oportunidad = 1.070 – 1.050 = 20 €
Como hemos visto, el concepto de coste de oportunidad es muy útil en distintos ámbitos, desde las finanzas hasta el mundo empresarial.
Así, al proporcionarnos una medida objetiva del coste de nuestras decisiones, es una herramienta de indudable valor para guiar cualquier proceso de elección.
Sin embargo, no siempre nos va a proporcionar una visión completa y 100% válida. De este modo, nos encontramos con dos limitaciones principales:
En cualquier caso, sigue siendo una herramienta de gran utilidad en muchos supuestos de la práctica empresarial, financiera o, incluso, de la vida personal.
En definitiva, una vez aclarado qué es el coste de oportunidad, puedes comprender perfectamente por qué se trata de un concepto central en la teoría económica y, al mismo tiempo, una herramienta práctica de uso cotidiano.
Rubén Vizcaíno Pena
29 Nov. 2024
8 min
Finanzas
Mercado
¿Qué es una OPA?
Si no tienes claro qué es el coste de oportunidad y por qué es un concepto fundamental en economía y finanzas, en este artículo encontrarás todas las respuestas.
Y es que, además, se trata de una cuestión que también puede aplicarse a la vida cotidiana, ya que todas nuestras decisiones suponen elegir entre varias alternativas.
Por tanto, veremos cómo se calcula esta magnitud, ejemplos concretos de su aplicación y, finalmente, algunas de sus limitaciones más importantes.
En esencia, podemos definir el coste de oportunidad como el valor que tiene la mejor alternativa no elegida, cuando tomamos una decisión.
Aunque es un concepto sencillo, puede resultar un poco confuso en un primer acercamiento.
Veamos un sencillo ejemplo, para entenderlo mejor:
Imagina que dispones de 1.000 € para invertir en acciones de la bolsa española, estando interesado en el sector bancario.
Dado que no es una cuantía muy alta, prefieres invertir en una única empresa, para no pagar demasiadas comisiones. Por tanto, te planteas dos opciones: Santander o BBVA.
Eliges Santander y decides mantener tu inversión durante un año.
Al cabo del año, compruebas que las acciones de Santander subieron un 5% respecto del momento de compra. En el caso de las de BBVA, subieron un 7%.
Por tanto, el coste de oportunidad de haber invertido en acciones de Santander, sería esa diferencia de rentabilidad. Basta un sencillo cálculo para cuantificarlo:
1.000 x (7% – 5%) = 20 €
Lógicamente, esto era imposible de predecir, de ahí una de las mayores limitaciones de esta magnitud económica, como luego veremos.
Se atribuye a Frederich von Wieser (1851-1926), de la Escuela Austríaca, la creación de este concepto. Así, este autor definía el coste de oportunidad como el ingreso neto generado por el factor de producción en su mejor uso alternativo.
Por tanto, se trata de una herramienta clave para evaluar la eficiencia y racionalidad en la asignación de recursos escasos.
De una forma más general, y mucho tiempo después, Samuelson (en el espectro económico opuesto) dijo que «la toma de decisiones en un mundo de escasez implica renunciar al resto de opciones, lo que supone el sacrificio de hacer otra cosa. Esa opción a la que se renuncia se denomina coste de oportunidad».
Cuando existen diferentes opciones en un entorno de recursos limitados, analizar el coste de oportunidad nos sirve para:
Fundamentalmente, podemos utilizar el coste de oportunidad en la toma de decisiones de tres grandes ámbitos:
Veamos cómo se puede aplicar en cada uno de ellos:
Como veíamos en el ejemplo anterior, el dinero es uno de los bienes escasos por excelencia.
Por tanto, a la hora de tomar una decisión de inversión, tendremos que renunciar a una infinidad de opciones, para quedarnos con una sola.
Por ejemplo: ¿invierto en renta fija o en renta variable? Si invierto en renta variable, ¿lo hago en la bolsa española o estadounidense? Si invierto en Estados Unidos, ¿qué empresa elijo? Etc.
Cada una de las decisiones implica renunciar a las demás alternativas.
Sin embargo, siempre tenemos la opción de maximizar nuestra diversificación si invertimos en productos como fondos de inversión, fondos indexados o ETFs. Esto nos ayuda a disminuir el coste de oportunidad y, simultáneamente, nos permite un mejor control de riesgos.
Piensa, por ejemplo, que con una sola participación en un fondo indexado al S&P 500 estarás invirtiendo en las 500 mejores empresas de Estados Unidos.
La empresa es el ámbito típico en el que se aplica el concepto de coste de oportunidad. En último término, cada decisión empresarial conlleva la renuncia a un número n de posibles alternativas.
De este modo, dada la escasez de recursos, es imprescindible priorizar aquellos usos que tengan mayor rentabilidad potencial.
Por ejemplo:
Al ser imposible perseguir todas las opciones simultáneamente, es necesario elegir, con el consiguiente coste de oportunidad.
Nuestra vida cotidiana también conlleva la toma de decisiones entre distintas alternativas. Al disponer de recursos finitos (fundamentalmente, tiempo, energía y dinero), nos vemos obligados a elegir.
Por ejemplo:
Cada elección implica la renuncia a otra u otras vías de acción alternativas. Y, en último término, esto será lo que configure un camino vital único e irrepetible.
Aunque ya lo hemos visto brevemente en el primer apartado, la fórmula básica para calcular el coste de oportunidad es la siguiente:
Coste de oportunidad = Beneficio de la opción no elegida – Beneficio de la opción elegida
Siguiendo con el ejemplo de la bolsa española, tendríamos lo siguiente:
Coste de oportunidad = Rentabilidad de la inversión en BBVA – Rentabilidad de la inversión en Santander
Por tanto:
Coste de oportunidad = 1.070 – 1.050 = 20 €
Como hemos visto, el concepto de coste de oportunidad es muy útil en distintos ámbitos, desde las finanzas hasta el mundo empresarial.
Así, al proporcionarnos una medida objetiva del coste de nuestras decisiones, es una herramienta de indudable valor para guiar cualquier proceso de elección.
Sin embargo, no siempre nos va a proporcionar una visión completa y 100% válida. De este modo, nos encontramos con dos limitaciones principales:
En cualquier caso, sigue siendo una herramienta de gran utilidad en muchos supuestos de la práctica empresarial, financiera o, incluso, de la vida personal.
En definitiva, una vez aclarado qué es el coste de oportunidad, puedes comprender perfectamente por qué se trata de un concepto central en la teoría económica y, al mismo tiempo, una herramienta práctica de uso cotidiano.
Rubén Vizcaíno Pena
31 Oct. 2024
8 min
Finanzas
Aprender finanzas: ¿por dónde empezar?
Si no tienes claro qué es el coste de oportunidad y por qué es un concepto fundamental en economía y finanzas, en este artículo encontrarás todas las respuestas.
Y es que, además, se trata de una cuestión que también puede aplicarse a la vida cotidiana, ya que todas nuestras decisiones suponen elegir entre varias alternativas.
Por tanto, veremos cómo se calcula esta magnitud, ejemplos concretos de su aplicación y, finalmente, algunas de sus limitaciones más importantes.
En esencia, podemos definir el coste de oportunidad como el valor que tiene la mejor alternativa no elegida, cuando tomamos una decisión.
Aunque es un concepto sencillo, puede resultar un poco confuso en un primer acercamiento.
Veamos un sencillo ejemplo, para entenderlo mejor:
Imagina que dispones de 1.000 € para invertir en acciones de la bolsa española, estando interesado en el sector bancario.
Dado que no es una cuantía muy alta, prefieres invertir en una única empresa, para no pagar demasiadas comisiones. Por tanto, te planteas dos opciones: Santander o BBVA.
Eliges Santander y decides mantener tu inversión durante un año.
Al cabo del año, compruebas que las acciones de Santander subieron un 5% respecto del momento de compra. En el caso de las de BBVA, subieron un 7%.
Por tanto, el coste de oportunidad de haber invertido en acciones de Santander, sería esa diferencia de rentabilidad. Basta un sencillo cálculo para cuantificarlo:
1.000 x (7% – 5%) = 20 €
Lógicamente, esto era imposible de predecir, de ahí una de las mayores limitaciones de esta magnitud económica, como luego veremos.
Se atribuye a Frederich von Wieser (1851-1926), de la Escuela Austríaca, la creación de este concepto. Así, este autor definía el coste de oportunidad como el ingreso neto generado por el factor de producción en su mejor uso alternativo.
Por tanto, se trata de una herramienta clave para evaluar la eficiencia y racionalidad en la asignación de recursos escasos.
De una forma más general, y mucho tiempo después, Samuelson (en el espectro económico opuesto) dijo que «la toma de decisiones en un mundo de escasez implica renunciar al resto de opciones, lo que supone el sacrificio de hacer otra cosa. Esa opción a la que se renuncia se denomina coste de oportunidad».
Cuando existen diferentes opciones en un entorno de recursos limitados, analizar el coste de oportunidad nos sirve para:
Fundamentalmente, podemos utilizar el coste de oportunidad en la toma de decisiones de tres grandes ámbitos:
Veamos cómo se puede aplicar en cada uno de ellos:
Como veíamos en el ejemplo anterior, el dinero es uno de los bienes escasos por excelencia.
Por tanto, a la hora de tomar una decisión de inversión, tendremos que renunciar a una infinidad de opciones, para quedarnos con una sola.
Por ejemplo: ¿invierto en renta fija o en renta variable? Si invierto en renta variable, ¿lo hago en la bolsa española o estadounidense? Si invierto en Estados Unidos, ¿qué empresa elijo? Etc.
Cada una de las decisiones implica renunciar a las demás alternativas.
Sin embargo, siempre tenemos la opción de maximizar nuestra diversificación si invertimos en productos como fondos de inversión, fondos indexados o ETFs. Esto nos ayuda a disminuir el coste de oportunidad y, simultáneamente, nos permite un mejor control de riesgos.
Piensa, por ejemplo, que con una sola participación en un fondo indexado al S&P 500 estarás invirtiendo en las 500 mejores empresas de Estados Unidos.
La empresa es el ámbito típico en el que se aplica el concepto de coste de oportunidad. En último término, cada decisión empresarial conlleva la renuncia a un número n de posibles alternativas.
De este modo, dada la escasez de recursos, es imprescindible priorizar aquellos usos que tengan mayor rentabilidad potencial.
Por ejemplo:
Al ser imposible perseguir todas las opciones simultáneamente, es necesario elegir, con el consiguiente coste de oportunidad.
Nuestra vida cotidiana también conlleva la toma de decisiones entre distintas alternativas. Al disponer de recursos finitos (fundamentalmente, tiempo, energía y dinero), nos vemos obligados a elegir.
Por ejemplo:
Cada elección implica la renuncia a otra u otras vías de acción alternativas. Y, en último término, esto será lo que configure un camino vital único e irrepetible.
Aunque ya lo hemos visto brevemente en el primer apartado, la fórmula básica para calcular el coste de oportunidad es la siguiente:
Coste de oportunidad = Beneficio de la opción no elegida – Beneficio de la opción elegida
Siguiendo con el ejemplo de la bolsa española, tendríamos lo siguiente:
Coste de oportunidad = Rentabilidad de la inversión en BBVA – Rentabilidad de la inversión en Santander
Por tanto:
Coste de oportunidad = 1.070 – 1.050 = 20 €
Como hemos visto, el concepto de coste de oportunidad es muy útil en distintos ámbitos, desde las finanzas hasta el mundo empresarial.
Así, al proporcionarnos una medida objetiva del coste de nuestras decisiones, es una herramienta de indudable valor para guiar cualquier proceso de elección.
Sin embargo, no siempre nos va a proporcionar una visión completa y 100% válida. De este modo, nos encontramos con dos limitaciones principales:
En cualquier caso, sigue siendo una herramienta de gran utilidad en muchos supuestos de la práctica empresarial, financiera o, incluso, de la vida personal.
En definitiva, una vez aclarado qué es el coste de oportunidad, puedes comprender perfectamente por qué se trata de un concepto central en la teoría económica y, al mismo tiempo, una herramienta práctica de uso cotidiano.
Rubén Vizcaíno Pena
24 Oct. 2024
8 min
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