El nombre de Bernie Madoff se hizo tristemente célebre a partir de la crisis financiera de 2008, por haber organizado una estafa financiera que defraudó cerca de 65.000 millones de dólares durante un período de casi 17 años.
En este artículo repasaremos la historia de este financiero y veremos cómo logró orquestar un gigantesco esquema Ponzi que pudo esquivar todas las barreras y regulaciones de las autoridades financieras estadounidenses.
Bernard Lawrence (Bernie) Madoff nació en Nueva York el 29 de abril de 1938 y estudió Ciencias Políticas en la Hofstra University, graduándose en 1960.
Tras un breve paso por la carrera de Derecho, acabaría siguiendo los pasos de sus padres al crear, junto con su mujer, su propia empresa de gestión de inversiones en el año 1960: Bernard L. Madoff Investment Securities LLC.
La compañía se centró inicialmente en negociar acciones de muy baja capitalización (las conocidas como penny stocks, todo lo contrario a los blue chips) y, sobre todo, actuar como «creador de mercado» para operaciones de pequeño volumen.
Poco a poco, el número de clientes empezó a crecer, abriéndose la oportunidad de diseñar procedimientos más eficientes para canalizar las operaciones.
Efectivamente, Madoff y su equipo fueron de los primeros en diseñar un sistema de negociación electrónica de acciones que facilitaba enormemente las transacciones, reduciendo los tiempos de ejecución de forma radical.
Esto empezó a atraer a clientes cada vez más importantes, que delegaban en Madoff la gestión de las carteras de sus propios clientes.
Al mismo tiempo, se iba consolidando su reputación en Wall Street, hasta llegar a ocupar el puesto de presidente del Nasdaq en 1990.
Como sabes, los esquemas piramidales o Ponzi consisten en pagar a los clientes o inversores actuales con el dinero que ingresan los nuevos clientes. Es decir, los rendimientos no salen realmente de una buena gestión de las inversiones ni son beneficios reales (total o parcialmente).
Por tanto, la supervivencia de este tipo de esquemas depende de que sigan entrando nuevos clientes.
Pues bien, en el caso de Bernie Madoff, las rentabilidades que estaba (aparentemente) consiguiendo en la gestión de carteras se situaban entre el 15 y el 20%.
Sin embargo, lograr rendimientos en bolsa notablemente superiores al 10% y de forma muy consistente, año tras año, es prácticamente imposible.
Si se asumen riesgos muy elevados, puede conseguirse eso y más de forma puntual, pero es muy difícil mantenerlo en el tiempo. Por el contrario, si el riesgo es moderado, no nos podemos acercar a esas cifras de doble dígito de forma sostenida.
En cualquier caso, gracias al prestigio acumulado por Madoff, a sus estrategias de captación de clientes y, lógicamente, a través del boca a boca, su negocio prosperaba de forma espectacular.
El esquema piramidal de Bernie Madoff explotó de la forma habitual en este tipo de estafas.
Así, a finales de 2008, en pleno terremoto causado por la crisis inmobiliaria de las hipotecas subprime y con caídas generalizadas en los mercados, muchos de los clientes de Madoff decidieron sacar su dinero.
Al no haber un suficiente flujo de fondos por parte de nuevos clientes y tener que devolver el dinero a quienes se querían marchar, se produce lo inevitable: es imposible devolver el capital al ritmo requerido y estalla el escándalo.
Curiosamente, la SEC (Securities and Exchange Commission) estadounidense, que sería el equivalente a la CNMV española, venía investigando las actividades de Madoff desde el año 1992, de forma intermitente.
Aunque no había podido hallar pruebas concluyentes, las sospechas estaban ahí.
De hecho, el analista Harry Markopolos denunció a Madoff a la SEC en el año 2000, alegando que sus rentabilidades no podían ser reales y que se trataría de algún tipo de estafa. Aunque sus advertencias fueron ignoradas, volvería a la carga en el año 2005, con una nueva carta a la SEC en la que concluía:
«Madoff Securities es el esquema Ponzi más grande del mundo».
De nuevo, la SEC desestimó estas advertencias o no consiguió demostrar su veracidad, por lo que todo seguiría igual hasta ese momento fatídico de diciembre de 2008.
En total, Bernie Madoff habría defraudado a miles de inversores por un importe total de unos 64.800 millones de dólares, durante un período de casi 17 años.
La dureza de la sentencia que condenó a Madoff es indiscutible: 150 años de prisión, por delitos de blanqueo de capitales, fraude de valores y otros.
Además, se ordenó la confiscación de bienes por un importe total de 170.000 millones de dólares, subastándose varias de sus casas, barcos y otros bienes.
Con estas medidas, se logró devolver buena parte del dinero aportado por los clientes. Sin embargo, aquellas ganancias ficticias se esfumaron por completo.
Finalmente, Bernie Madoff solo llegaría a cumplir unos 12 años en prisión, ya que falleció en el año 2021, después de una grave enfermedad renal.
Aunque no con la magnitud de este caso, las historias de estafas financieras de tipo piramidal se han repetido cíclicamente a lo largo de la historia con un formato muy similar:
Al final, la moraleja de la historia es el clásico «demasiado bueno para ser cierto».
A día de hoy, tenemos suficientes datos históricos para saber cuál es el rendimiento medio de índices como el S&P 500 o cualquier otro tipo de activo de inversión.
Por tanto, si alguien promete rendimientos mucho más altos, solo puede hacerlo a base de asumir riesgos excesivos o, simplemente, faltando a la verdad.
El caso de Bernie Madoff es solo un capítulo más de esta historia.
En definitiva, lo más sensato es desconfiar de promesas imposibles y concentrarse en seguir una estrategia de inversión a largo plazo basada en unas pocas premisas básicas:
En realidad, se trata de premisas sencillas que no prometen rentabilidades exageradas, pero que sí permiten acumular un jugoso rendimiento en el largo plazo.
Rubén Vizcaíno Pena
18 Feb. 2025
7 min
Bolsa
Finanzas
¿Qué es el venture capital?
Sin lugar a dudas, el venture capital o capital riesgo desempeña un papel de vital importancia en el tejido empresarial de todo el mundo, contribuyendo de forma destacada a la innovación tecnológica.
En este artículo veremos exactamente qué es el venture capital, cómo funciona en la práctica, cuáles son sus beneficios y riesgos y en qué se diferencia del private equity.
En esencia, el venture capital es una modalidad de inversión en la que determinadas entidades, los fondos de capital riesgo, proporcionan financiación a empresas que se encuentran en sus primeras etapas de desarrollo, principalmente start-ups.
Como luego veremos, estos fondos vienen a llenar un vacío, ya que la mayoría de iniciativas innovadoras no tienen fácil acceso a la financiación bancaria tradicional.
Así, no cuentan con un historial de operaciones, activos tangibles o ingresos recurrentes que puedan servir de aval para acceder a préstamos bancarios. Para una entidad financiera tradicional, serían operaciones demasiado arriesgadas.
De ahí, precisamente, el nombre que reciben estos fondos o inversores: venture capital.
La contrapartida está en el enorme potencial de rentabilidad que se puede conseguir con alguna de estas start-ups. Así, los fondos invierten en multitud de compañías, bastando con que una pequeña parte tenga éxito para que compense los demás fracasos.
Al final, gigantes como Google, Facebook, Alibaba, Airbnb o WhatsApp no habrían sido posibles sin la intervención del capital riesgo en alguna fase de su desarrollo.
Aunque no hay una única forma de operar, lo más habitual es que los procesos de inversión/financiación mediante venture capital se desarrollen en 5 fases:
Los fondos de capital riesgo tienen distintas estrategias para encontrar buenas oportunidades de inversión.
Así, ya sea a través del trabajo de investigación de sus propios equipos o por recibir propuestas externas, se trata de identificar empresas con ideas innovadoras, proyectos con potencial y un equipo humano capaz de llevarlos a cabo.
Dependiendo de las características de cada fondo, pueden especializarse en determinados tipos de empresas (de mayor o menor tamaño) o en sectores concretos. Por ejemplo, puede haber iniciativas de venture capital que se centren únicamente en biotecnología, fintech, logística, criptomonedas, etc.
Se denomina due diligence («diligencia debida») al proceso de análisis o auditoría que se hace de una empresa antes de abordar una operación de financiación, adquisición o fusión, entre otras.
Se trata, por tanto, de comprobar todas las cifras del proyecto, analizar en profundidad el modelo de negocio, estimar la capacidad del equipo humano, etc.
Si el resultado de esta investigación es positivo, puede pasarse a la siguiente fase. De lo contrario, se desestima el proyecto.
Este es el momento clave, en el que se firman las condiciones de la operación de financiación y el fondo de venture capital aporta los recursos económicos comprometidos.
Lógicamente, esto se hace a cambio de una participación accionarial en la empresa, que será tanto más importante cuanto mayor sea el aporte o más arriesgada sea la operación.
En la mayoría de casos, los fondos de capital riesgo no solo aportan dinero, sino que también suelen ofrecer algún tipo de mentoría y asesoramiento.
De este modo, aprovechan su experiencia en el sector para acompañar a la nueva empresa en estas fases iniciales de su recorrido. Así, pueden aportarles ideas y apoyo estratégico en tareas de gestión financiera, marketing, establecimiento de nuevos contactos en el sector, etc.
Si el proyecto sale adelante, el objetivo final de los fondos de venture capital es salir de la start-up a través de alguna operación de venta o, incluso, mediante la salida a bolsa a través de una OPV o IPO.
Es en este punto en el que el fondo va a obtener la recompensa que buscaba inicialmente, rentabilizando su inversión.
Como decíamos, dado el riesgo asumido, las rentabilidades de este tipo de operaciones suelen ser también muy grandes.
Aunque existen distintas formas de clasificar el capital riesgo, lo más habitual es hablar de cuatro tipos de venture capital:
Es el que se centra en identificar empresas o proyectos que se encuentren en una fase muy incipiente o embrionaria.
Por tanto, suelen ser proyectos de alto riesgo, dado que puede que todavía no exista ni siquiera un producto mínimo viable (MVP) y, mucho menos, ventas o clientes interesados. Por tanto, queda muy lejos la obtención de ingresos.
Es el que se dirige a start-ups que ya tienen un producto desarrollado y buscan recursos para expandirse, entrar en nuevos mercados o incrementar su base de clientes.
Aquí, el objetivo de los fondos de venture capital es apoyar a empresas en crecimiento que necesitan fondos para escalar operaciones, aumentar su producción o abrirse a nuevos mercados internacionales.
Se trata, por tanto, de hacer crecer a la empresa.
Finalmente, este tipo de capital riesgo se enfoca en adquirir acciones de socios iniciales o fundadores que quieran salir de la empresa.
A continuación, analizamos brevemente las principales ventajas y desventajas que ofrece la financiación mediante venture capital:
Como aspectos más positivos de este sistema de financiación de nuevas empresas, podemos destacar los siguientes:
De entre los inconvenientes que puede tener la intervención de los fondos de capital riesgo, podemos destacar los siguientes:
De todos modos, estas desventajas no disminuyen en nada los enormes beneficios de este tipo de fondos.
En ocasiones, se confunden los términos de venture capital y private equity. Sin embargo, aunque tienen mucho en común, se trata de cosas distintas.
En esta tabla puedes ver las diferencias más importantes:
Venture capital | Private equity | |
Etapa de inversión | Fases iniciales o de crecimiento | Empresas consolidadas o en dificultades |
Nivel de riesgo | Alto | Moderado o bajo |
Participación | Minoritaria | Frecuentemente mayoritaria |
Objetivo | Escalabilidad y crecimiento rápido | Reestructuración o expansión sostenible |
En nuestro país, el ecosistema de capital riesgo está muy lejos de tener la relevancia que tiene en Estados Unidos o, incluso, en otros países europeos.
De todos modos, existen actores muy importantes que desempeñan un papel destacado en nuestro ecosistema de start-ups.
Así, nombres como The Valley Venture Capital, Axon Partners, Seaya Ventures o aceleradoras como Berri Up o Lanzadera (propiedad de Juan Roig), son bien conocidos en el sector.
En definitiva, el venture capital es un actor imprescindible para garantizar la innovación empresarial y acompañar a las start-ups más prometedoras en sus primeros pasos.
Además, desde el punto de vista de los inversores, se trata de una oportunidad para obtener enormes rentabilidades, en línea con la magnitud del riesgo asumido.
Rubén Vizcaíno Pena
11 Feb. 2025
9 min
Bolsa
Curso Finanzas
Finanzas
Banco Grameen: ¿qué es?
El Banco Grameen es una institución financiera bastante desconocida en nuestro ámbito, a pesar de tener una trayectoria plagada de premios y reconocimientos, incluyendo el Nobel.
En este artículo veremos cuál es el origen de este banco, qué tipos de productos ofrece y por qué se ha convertido en un referente dentro del sector del desarrollo sostenible y la lucha contra la pobreza.
Finalmente, también haremos referencia a algunas de las críticas y desafíos que ha tenido que afrontar a lo largo de los años.
El Banco Grameen es una institución financiera especializada en microcréditos, que tiene como objetivo facilitar el desarrollo de las comunidades más pobres, especialmente en áreas rurales.
De hecho, la palabra «grameen» se deriva de un término sánscrito que significa «pueblo», «aldea» o «rural».
Una de sus características más distintivas de esta entidad financiera es que no exige garantías o avales a los prestatarios, como luego veremos. Sin duda, es una característica insólita en este sector.
El Banco Grameen comenzó a operar en Bangladés en el año 1983, impulsado por el economista local Muhammad Yunus.
Previamente a esta fecha, Yunus había desarrollado un proyecto de investigación en los años 70, en el que abordaba la problemática del acceso al crédito entre la población sin recursos en el medio rural.
A través de pruebas de campo y experimentos en los que prestaba pequeñas cuantías a personas pobres de la comunidad, comprobó que era una iniciativa con mucho potencial para impulsar el desarrollo de dichas comunidades.
De este modo, y con el apoyo de otros banqueros extranjeros, el Banco Grameen empezó a operar en octubre de 1983 en Bangladés.
Como suele decirse, el resto ya es historia.
La razón de ser del Banco Grameen, como decíamos, es prestar dinero a quienes no tendrían acceso al crédito en otro tipo de entidades más convencionales, y que, además, no cuentan ni con los mínimos conocimientos financieros básicos.
Con ello se busca financiar pequeñas iniciativas de negocio que surjan en el seno de las comunidades rurales, especialmente en el caso de las mujeres (que representan más del 90% de los prestatarios de este banco).
De este modo, pueden explotar sus habilidades y conocimientos para generar ingresos.
Además, las mujeres suelen reinvertir la mayor parte de los beneficios en ampliar el negocio y, al mismo tiempo, en mejorar la educación, salud y bienestar de su familia. En consecuencia, esto genera un efecto multiplicador que contribuye a la mejora global de estas comunidades rurales.
Esta especie de «círculo virtuoso» se va retroalimentando de forma continua, expandiendo sus efectos positivos cada vez a zonas más amplias.
Sin duda, otro de los rasgos distintivos del Banco Grameen, que lo diferencia de la banca convencional, es que no exige avales o garantías para acceder a los créditos.
En el fondo, esto es algo lógico y coherente con los objetivos declarados por su fundador.
De este modo, si se trata de permitir el acceso al crédito a la población rural más desfavorecida, difícilmente podrán exigírseles garantías de una forma convencional.
En su lugar, el Banco Grameen utiliza un sistema de grupos solidarios, que funcionan del modo siguiente:
Cada prestatario se integra de un grupo de cinco personas que también han recibido un crédito, y que se apoyan mutuamente en el cumplimiento de sus obligaciones. Aunque los préstamos son individuales (al igual que la responsabilidad de su devolución), la dinámica de grupo genera una presión social positiva para que todos cumplan con sus pagos.
A través de este mecanismo, el banco consigue tener un bajo nivel de morosidad o de fallidos, a pesar de no contar con avales que pueda ejecutar en caso de impago.
Como principales éxitos y reconocimientos del Banco Grameen, suelen destacarse los siguientes:
Sin embargo, a pesar de sus grandes logros, también han surgido algunas voces críticas con la labor de esta entidad financiera y, en cierta medida, con el propio sistema de microcréditos en su conjunto.
Efectivamente, el trabajo desarrollado por Muhammad Yunus con el Banco Grameen también ha recibido algunas críticas. Las más importantes son las siguientes:
Al mismo tiempo, la entidad se enfrenta a los nuevos desafíos de la banca en el siglo XXI, con un pujante sector fintech que podría amenazar su posición dominante en el ámbito de los microcréditos.
En definitiva, el Banco Grameen es una de las iniciativas más interesantes que han surgido en las últimas décadas en lo que se refiere a banca ética o de desarrollo.
Y es que, con sus luces y sus sombras, ha posibilitado el crecimiento económico de zonas muy desfavorecidas, ofreciendo una salida a quienes no tenían otras opciones para poner en marcha pequeños negocios.
Sin duda, el proyecto de aquel joven Muhammad Yunus ha resultado ser todo un éxito.
Rubén Vizcaíno Pena
16 Dic. 2024
7 min
Bolsa
Deuda pública: ¿qué es?
En este artículo veremos qué es la deuda pública, para qué se utiliza, qué tipologías existen y cómo se emite. Además, analizaremos si puede ser una inversión interesante, dependiendo del perfil de cada inversor.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Podemos definir la deuda pública como la cuantía de dinero que un Estado (u otro ente público) ha pedido prestada para financiarse y que está pendiente de devolución en un momento dado.
Otras denominaciones que suelen utilizarse para hacer referencia a la deuda pública son: deuda soberana o deuda gubernamental.
La forma más habitual de medir la deuda pública de un país es expresándola como un porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) de dicho país.
¿Por qué existe la deuda pública?
Como decíamos, la finalidad de la deuda pública es financiar las actividades del Estado u otras entidades públicas. Así, por ejemplo, en España, también las comunidades autónomas pueden emitir deuda pública para financiarse.
Las otras dos grandes opciones que tienen los gobiernos para obtener recursos financieros para sufragar su actividad son las siguientes:
Sin embargo, la emisión de deuda tiene la ventaja de que, para el gran público, también puede funcionar como inversión. Así, invertir en Bonos del Estado, Letras del Tesoro y similares, puede ser muy interesante para personas con aversión al riesgo.
Después analizaremos más en detalle la deuda pública desde la óptica de un inversor privado.
Las tres clasificaciones más importantes de la deuda pública son las siguientes:
La deuda pública interna es aquella que es adquirida por personas y entidades del propio país que la emite.
Por su parte, la deuda pública externa es la que se financia con recursos procedentes de entidades situadas en el extranjero. Por ejemplo, aquí encajaría la financiación proporcionada por instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial.
Esta segunda clasificación es la que se utiliza habitualmente para todo tipo de endeudamiento, no solo en el caso de la deuda pública. Así, tenemos:
En la deuda pública amortizable, el Estado le reintegra al inversor el principal de la deuda, al llegar el plazo de vencimiento acordado.
Sin embargo, en la no amortizable, nunca se llega a devolver el principal, sino que el inversor únicamente percibe los intereses de forma periódica e indefinida. No obstante, cuando el Estado quiera cancelarla, puede recomprar los títulos en el mercado en el que coticen.
Aunque ya los hemos mencionado, estos son los tres títulos principales que utiliza el Estado español para financiarse:
Son valores de renta fija a corto plazo representados exclusivamente mediante anotaciones en cuenta.
Se crearon en el año 1987 y, actualmente, están disponibles en 4 vencimientos distintos:
Las Letras se emiten «al descuento». Es decir, el inversor compra el título a un precio inferior a su valor nominal. Cuando venza la letra, el Estado le pagará el valor nominal del título (ganando el inversor la diferencia).
A diferencia de las Letras, los Bonos dan derecho al inversor a cobrar los intereses periódicos que se vayan devengando cada año (llamados «cupones»).
Se emiten en múltiplos de 1.000 € y tienen dos posibles vencimientos:
Son exactamente iguales que los Bonos, con la única diferencia de que tienen un plazo de vencimiento más largo. Así, a día de hoy, se emiten letras con los siguientes vencimientos:
No es fácil dar consejos de inversión generalmente aplicables, ya que cada persona tiene sus propias circunstancias, en cuanto a horizonte temporal, objetivo de rentabilidad y perfil de riesgo.
De todos modos, dependiendo de la rentabilidad de otros tipos de activos en ese momento, y para un perfil conservador, es habitual que los asesores financieros recomienden incorporar algo de renta pública de elevada calidad crediticia.
Por supuesto, en esto también puede influir el momento del ciclo económico en el que nos encontremos en España, y otras circunstancias de los mercados financieros.
En definitiva, la deuda pública es una herramienta de vital importancia para los Estados, que los inversores también pueden aprovechar para rentabilizar sus ahorros sin incurrir en riesgos elevados.
De todos modos, cada persona debe construir su cartera de forma individualizada, adaptándola lo mejor posible a sus circunstancias particulares.
Rubén Vizcaíno Pena
28 Nov. 2024
6 min
Bolsa
¿Qué es la inversión del sujeto pasivo en construcción?
En este artículo veremos qué es la deuda pública, para qué se utiliza, qué tipologías existen y cómo se emite. Además, analizaremos si puede ser una inversión interesante, dependiendo del perfil de cada inversor.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Podemos definir la deuda pública como la cuantía de dinero que un Estado (u otro ente público) ha pedido prestada para financiarse y que está pendiente de devolución en un momento dado.
Otras denominaciones que suelen utilizarse para hacer referencia a la deuda pública son: deuda soberana o deuda gubernamental.
La forma más habitual de medir la deuda pública de un país es expresándola como un porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) de dicho país.
¿Por qué existe la deuda pública?
Como decíamos, la finalidad de la deuda pública es financiar las actividades del Estado u otras entidades públicas. Así, por ejemplo, en España, también las comunidades autónomas pueden emitir deuda pública para financiarse.
Las otras dos grandes opciones que tienen los gobiernos para obtener recursos financieros para sufragar su actividad son las siguientes:
Sin embargo, la emisión de deuda tiene la ventaja de que, para el gran público, también puede funcionar como inversión. Así, invertir en Bonos del Estado, Letras del Tesoro y similares, puede ser muy interesante para personas con aversión al riesgo.
Después analizaremos más en detalle la deuda pública desde la óptica de un inversor privado.
Las tres clasificaciones más importantes de la deuda pública son las siguientes:
La deuda pública interna es aquella que es adquirida por personas y entidades del propio país que la emite.
Por su parte, la deuda pública externa es la que se financia con recursos procedentes de entidades situadas en el extranjero. Por ejemplo, aquí encajaría la financiación proporcionada por instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial.
Esta segunda clasificación es la que se utiliza habitualmente para todo tipo de endeudamiento, no solo en el caso de la deuda pública. Así, tenemos:
En la deuda pública amortizable, el Estado le reintegra al inversor el principal de la deuda, al llegar el plazo de vencimiento acordado.
Sin embargo, en la no amortizable, nunca se llega a devolver el principal, sino que el inversor únicamente percibe los intereses de forma periódica e indefinida. No obstante, cuando el Estado quiera cancelarla, puede recomprar los títulos en el mercado en el que coticen.
Aunque ya los hemos mencionado, estos son los tres títulos principales que utiliza el Estado español para financiarse:
Son valores de renta fija a corto plazo representados exclusivamente mediante anotaciones en cuenta.
Se crearon en el año 1987 y, actualmente, están disponibles en 4 vencimientos distintos:
Las Letras se emiten «al descuento». Es decir, el inversor compra el título a un precio inferior a su valor nominal. Cuando venza la letra, el Estado le pagará el valor nominal del título (ganando el inversor la diferencia).
A diferencia de las Letras, los Bonos dan derecho al inversor a cobrar los intereses periódicos que se vayan devengando cada año (llamados «cupones»).
Se emiten en múltiplos de 1.000 € y tienen dos posibles vencimientos:
Son exactamente iguales que los Bonos, con la única diferencia de que tienen un plazo de vencimiento más largo. Así, a día de hoy, se emiten letras con los siguientes vencimientos:
No es fácil dar consejos de inversión generalmente aplicables, ya que cada persona tiene sus propias circunstancias, en cuanto a horizonte temporal, objetivo de rentabilidad y perfil de riesgo.
De todos modos, dependiendo de la rentabilidad de otros tipos de activos en ese momento, y para un perfil conservador, es habitual que los asesores financieros recomienden incorporar algo de renta pública de elevada calidad crediticia.
Por supuesto, en esto también puede influir el momento del ciclo económico en el que nos encontremos en España, y otras circunstancias de los mercados financieros.
En definitiva, la deuda pública es una herramienta de vital importancia para los Estados, que los inversores también pueden aprovechar para rentabilizar sus ahorros sin incurrir en riesgos elevados.
De todos modos, cada persona debe construir su cartera de forma individualizada, adaptándola lo mejor posible a sus circunstancias particulares.
Rubén Vizcaíno Pena
18 Nov. 2024
6 min
Bolsa
¿Cómo elaborar presupuestos?
En este artículo veremos qué es la deuda pública, para qué se utiliza, qué tipologías existen y cómo se emite. Además, analizaremos si puede ser una inversión interesante, dependiendo del perfil de cada inversor.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Podemos definir la deuda pública como la cuantía de dinero que un Estado (u otro ente público) ha pedido prestada para financiarse y que está pendiente de devolución en un momento dado.
Otras denominaciones que suelen utilizarse para hacer referencia a la deuda pública son: deuda soberana o deuda gubernamental.
La forma más habitual de medir la deuda pública de un país es expresándola como un porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) de dicho país.
¿Por qué existe la deuda pública?
Como decíamos, la finalidad de la deuda pública es financiar las actividades del Estado u otras entidades públicas. Así, por ejemplo, en España, también las comunidades autónomas pueden emitir deuda pública para financiarse.
Las otras dos grandes opciones que tienen los gobiernos para obtener recursos financieros para sufragar su actividad son las siguientes:
Sin embargo, la emisión de deuda tiene la ventaja de que, para el gran público, también puede funcionar como inversión. Así, invertir en Bonos del Estado, Letras del Tesoro y similares, puede ser muy interesante para personas con aversión al riesgo.
Después analizaremos más en detalle la deuda pública desde la óptica de un inversor privado.
Las tres clasificaciones más importantes de la deuda pública son las siguientes:
La deuda pública interna es aquella que es adquirida por personas y entidades del propio país que la emite.
Por su parte, la deuda pública externa es la que se financia con recursos procedentes de entidades situadas en el extranjero. Por ejemplo, aquí encajaría la financiación proporcionada por instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial.
Esta segunda clasificación es la que se utiliza habitualmente para todo tipo de endeudamiento, no solo en el caso de la deuda pública. Así, tenemos:
En la deuda pública amortizable, el Estado le reintegra al inversor el principal de la deuda, al llegar el plazo de vencimiento acordado.
Sin embargo, en la no amortizable, nunca se llega a devolver el principal, sino que el inversor únicamente percibe los intereses de forma periódica e indefinida. No obstante, cuando el Estado quiera cancelarla, puede recomprar los títulos en el mercado en el que coticen.
Aunque ya los hemos mencionado, estos son los tres títulos principales que utiliza el Estado español para financiarse:
Son valores de renta fija a corto plazo representados exclusivamente mediante anotaciones en cuenta.
Se crearon en el año 1987 y, actualmente, están disponibles en 4 vencimientos distintos:
Las Letras se emiten «al descuento». Es decir, el inversor compra el título a un precio inferior a su valor nominal. Cuando venza la letra, el Estado le pagará el valor nominal del título (ganando el inversor la diferencia).
A diferencia de las Letras, los Bonos dan derecho al inversor a cobrar los intereses periódicos que se vayan devengando cada año (llamados «cupones»).
Se emiten en múltiplos de 1.000 € y tienen dos posibles vencimientos:
Son exactamente iguales que los Bonos, con la única diferencia de que tienen un plazo de vencimiento más largo. Así, a día de hoy, se emiten letras con los siguientes vencimientos:
No es fácil dar consejos de inversión generalmente aplicables, ya que cada persona tiene sus propias circunstancias, en cuanto a horizonte temporal, objetivo de rentabilidad y perfil de riesgo.
De todos modos, dependiendo de la rentabilidad de otros tipos de activos en ese momento, y para un perfil conservador, es habitual que los asesores financieros recomienden incorporar algo de renta pública de elevada calidad crediticia.
Por supuesto, en esto también puede influir el momento del ciclo económico en el que nos encontremos en España, y otras circunstancias de los mercados financieros.
En definitiva, la deuda pública es una herramienta de vital importancia para los Estados, que los inversores también pueden aprovechar para rentabilizar sus ahorros sin incurrir en riesgos elevados.
De todos modos, cada persona debe construir su cartera de forma individualizada, adaptándola lo mejor posible a sus circunstancias particulares.
Rubén Vizcaíno Pena
4 Nov. 2024
6 min
Bolsa
¿Qué son las acciones de mercado continuo?
En este artículo veremos qué es la deuda pública, para qué se utiliza, qué tipologías existen y cómo se emite. Además, analizaremos si puede ser una inversión interesante, dependiendo del perfil de cada inversor.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Podemos definir la deuda pública como la cuantía de dinero que un Estado (u otro ente público) ha pedido prestada para financiarse y que está pendiente de devolución en un momento dado.
Otras denominaciones que suelen utilizarse para hacer referencia a la deuda pública son: deuda soberana o deuda gubernamental.
La forma más habitual de medir la deuda pública de un país es expresándola como un porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) de dicho país.
¿Por qué existe la deuda pública?
Como decíamos, la finalidad de la deuda pública es financiar las actividades del Estado u otras entidades públicas. Así, por ejemplo, en España, también las comunidades autónomas pueden emitir deuda pública para financiarse.
Las otras dos grandes opciones que tienen los gobiernos para obtener recursos financieros para sufragar su actividad son las siguientes:
Sin embargo, la emisión de deuda tiene la ventaja de que, para el gran público, también puede funcionar como inversión. Así, invertir en Bonos del Estado, Letras del Tesoro y similares, puede ser muy interesante para personas con aversión al riesgo.
Después analizaremos más en detalle la deuda pública desde la óptica de un inversor privado.
Las tres clasificaciones más importantes de la deuda pública son las siguientes:
La deuda pública interna es aquella que es adquirida por personas y entidades del propio país que la emite.
Por su parte, la deuda pública externa es la que se financia con recursos procedentes de entidades situadas en el extranjero. Por ejemplo, aquí encajaría la financiación proporcionada por instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial.
Esta segunda clasificación es la que se utiliza habitualmente para todo tipo de endeudamiento, no solo en el caso de la deuda pública. Así, tenemos:
En la deuda pública amortizable, el Estado le reintegra al inversor el principal de la deuda, al llegar el plazo de vencimiento acordado.
Sin embargo, en la no amortizable, nunca se llega a devolver el principal, sino que el inversor únicamente percibe los intereses de forma periódica e indefinida. No obstante, cuando el Estado quiera cancelarla, puede recomprar los títulos en el mercado en el que coticen.
Aunque ya los hemos mencionado, estos son los tres títulos principales que utiliza el Estado español para financiarse:
Son valores de renta fija a corto plazo representados exclusivamente mediante anotaciones en cuenta.
Se crearon en el año 1987 y, actualmente, están disponibles en 4 vencimientos distintos:
Las Letras se emiten «al descuento». Es decir, el inversor compra el título a un precio inferior a su valor nominal. Cuando venza la letra, el Estado le pagará el valor nominal del título (ganando el inversor la diferencia).
A diferencia de las Letras, los Bonos dan derecho al inversor a cobrar los intereses periódicos que se vayan devengando cada año (llamados «cupones»).
Se emiten en múltiplos de 1.000 € y tienen dos posibles vencimientos:
Son exactamente iguales que los Bonos, con la única diferencia de que tienen un plazo de vencimiento más largo. Así, a día de hoy, se emiten letras con los siguientes vencimientos:
No es fácil dar consejos de inversión generalmente aplicables, ya que cada persona tiene sus propias circunstancias, en cuanto a horizonte temporal, objetivo de rentabilidad y perfil de riesgo.
De todos modos, dependiendo de la rentabilidad de otros tipos de activos en ese momento, y para un perfil conservador, es habitual que los asesores financieros recomienden incorporar algo de renta pública de elevada calidad crediticia.
Por supuesto, en esto también puede influir el momento del ciclo económico en el que nos encontremos en España, y otras circunstancias de los mercados financieros.
En definitiva, la deuda pública es una herramienta de vital importancia para los Estados, que los inversores también pueden aprovechar para rentabilizar sus ahorros sin incurrir en riesgos elevados.
De todos modos, cada persona debe construir su cartera de forma individualizada, adaptándola lo mejor posible a sus circunstancias particulares.
Rubén Vizcaíno Pena
7 Ago. 2024
6 min
Bolsa
Inversión sostenible: ¿en qué consiste?
En este artículo veremos qué es la deuda pública, para qué se utiliza, qué tipologías existen y cómo se emite. Además, analizaremos si puede ser una inversión interesante, dependiendo del perfil de cada inversor.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Podemos definir la deuda pública como la cuantía de dinero que un Estado (u otro ente público) ha pedido prestada para financiarse y que está pendiente de devolución en un momento dado.
Otras denominaciones que suelen utilizarse para hacer referencia a la deuda pública son: deuda soberana o deuda gubernamental.
La forma más habitual de medir la deuda pública de un país es expresándola como un porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) de dicho país.
¿Por qué existe la deuda pública?
Como decíamos, la finalidad de la deuda pública es financiar las actividades del Estado u otras entidades públicas. Así, por ejemplo, en España, también las comunidades autónomas pueden emitir deuda pública para financiarse.
Las otras dos grandes opciones que tienen los gobiernos para obtener recursos financieros para sufragar su actividad son las siguientes:
Sin embargo, la emisión de deuda tiene la ventaja de que, para el gran público, también puede funcionar como inversión. Así, invertir en Bonos del Estado, Letras del Tesoro y similares, puede ser muy interesante para personas con aversión al riesgo.
Después analizaremos más en detalle la deuda pública desde la óptica de un inversor privado.
Las tres clasificaciones más importantes de la deuda pública son las siguientes:
La deuda pública interna es aquella que es adquirida por personas y entidades del propio país que la emite.
Por su parte, la deuda pública externa es la que se financia con recursos procedentes de entidades situadas en el extranjero. Por ejemplo, aquí encajaría la financiación proporcionada por instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial.
Esta segunda clasificación es la que se utiliza habitualmente para todo tipo de endeudamiento, no solo en el caso de la deuda pública. Así, tenemos:
En la deuda pública amortizable, el Estado le reintegra al inversor el principal de la deuda, al llegar el plazo de vencimiento acordado.
Sin embargo, en la no amortizable, nunca se llega a devolver el principal, sino que el inversor únicamente percibe los intereses de forma periódica e indefinida. No obstante, cuando el Estado quiera cancelarla, puede recomprar los títulos en el mercado en el que coticen.
Aunque ya los hemos mencionado, estos son los tres títulos principales que utiliza el Estado español para financiarse:
Son valores de renta fija a corto plazo representados exclusivamente mediante anotaciones en cuenta.
Se crearon en el año 1987 y, actualmente, están disponibles en 4 vencimientos distintos:
Las Letras se emiten «al descuento». Es decir, el inversor compra el título a un precio inferior a su valor nominal. Cuando venza la letra, el Estado le pagará el valor nominal del título (ganando el inversor la diferencia).
A diferencia de las Letras, los Bonos dan derecho al inversor a cobrar los intereses periódicos que se vayan devengando cada año (llamados «cupones»).
Se emiten en múltiplos de 1.000 € y tienen dos posibles vencimientos:
Son exactamente iguales que los Bonos, con la única diferencia de que tienen un plazo de vencimiento más largo. Así, a día de hoy, se emiten letras con los siguientes vencimientos:
No es fácil dar consejos de inversión generalmente aplicables, ya que cada persona tiene sus propias circunstancias, en cuanto a horizonte temporal, objetivo de rentabilidad y perfil de riesgo.
De todos modos, dependiendo de la rentabilidad de otros tipos de activos en ese momento, y para un perfil conservador, es habitual que los asesores financieros recomienden incorporar algo de renta pública de elevada calidad crediticia.
Por supuesto, en esto también puede influir el momento del ciclo económico en el que nos encontremos en España, y otras circunstancias de los mercados financieros.
En definitiva, la deuda pública es una herramienta de vital importancia para los Estados, que los inversores también pueden aprovechar para rentabilizar sus ahorros sin incurrir en riesgos elevados.
De todos modos, cada persona debe construir su cartera de forma individualizada, adaptándola lo mejor posible a sus circunstancias particulares.
Rubén Vizcaíno Pena
7 Ago. 2024
6 min
Bolsa
Cómo interpretar los gráficos de precios en la bolsa española
En este artículo veremos qué es la deuda pública, para qué se utiliza, qué tipologías existen y cómo se emite. Además, analizaremos si puede ser una inversión interesante, dependiendo del perfil de cada inversor.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Podemos definir la deuda pública como la cuantía de dinero que un Estado (u otro ente público) ha pedido prestada para financiarse y que está pendiente de devolución en un momento dado.
Otras denominaciones que suelen utilizarse para hacer referencia a la deuda pública son: deuda soberana o deuda gubernamental.
La forma más habitual de medir la deuda pública de un país es expresándola como un porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) de dicho país.
¿Por qué existe la deuda pública?
Como decíamos, la finalidad de la deuda pública es financiar las actividades del Estado u otras entidades públicas. Así, por ejemplo, en España, también las comunidades autónomas pueden emitir deuda pública para financiarse.
Las otras dos grandes opciones que tienen los gobiernos para obtener recursos financieros para sufragar su actividad son las siguientes:
Sin embargo, la emisión de deuda tiene la ventaja de que, para el gran público, también puede funcionar como inversión. Así, invertir en Bonos del Estado, Letras del Tesoro y similares, puede ser muy interesante para personas con aversión al riesgo.
Después analizaremos más en detalle la deuda pública desde la óptica de un inversor privado.
Las tres clasificaciones más importantes de la deuda pública son las siguientes:
La deuda pública interna es aquella que es adquirida por personas y entidades del propio país que la emite.
Por su parte, la deuda pública externa es la que se financia con recursos procedentes de entidades situadas en el extranjero. Por ejemplo, aquí encajaría la financiación proporcionada por instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial.
Esta segunda clasificación es la que se utiliza habitualmente para todo tipo de endeudamiento, no solo en el caso de la deuda pública. Así, tenemos:
En la deuda pública amortizable, el Estado le reintegra al inversor el principal de la deuda, al llegar el plazo de vencimiento acordado.
Sin embargo, en la no amortizable, nunca se llega a devolver el principal, sino que el inversor únicamente percibe los intereses de forma periódica e indefinida. No obstante, cuando el Estado quiera cancelarla, puede recomprar los títulos en el mercado en el que coticen.
Aunque ya los hemos mencionado, estos son los tres títulos principales que utiliza el Estado español para financiarse:
Son valores de renta fija a corto plazo representados exclusivamente mediante anotaciones en cuenta.
Se crearon en el año 1987 y, actualmente, están disponibles en 4 vencimientos distintos:
Las Letras se emiten «al descuento». Es decir, el inversor compra el título a un precio inferior a su valor nominal. Cuando venza la letra, el Estado le pagará el valor nominal del título (ganando el inversor la diferencia).
A diferencia de las Letras, los Bonos dan derecho al inversor a cobrar los intereses periódicos que se vayan devengando cada año (llamados «cupones»).
Se emiten en múltiplos de 1.000 € y tienen dos posibles vencimientos:
Son exactamente iguales que los Bonos, con la única diferencia de que tienen un plazo de vencimiento más largo. Así, a día de hoy, se emiten letras con los siguientes vencimientos:
No es fácil dar consejos de inversión generalmente aplicables, ya que cada persona tiene sus propias circunstancias, en cuanto a horizonte temporal, objetivo de rentabilidad y perfil de riesgo.
De todos modos, dependiendo de la rentabilidad de otros tipos de activos en ese momento, y para un perfil conservador, es habitual que los asesores financieros recomienden incorporar algo de renta pública de elevada calidad crediticia.
Por supuesto, en esto también puede influir el momento del ciclo económico en el que nos encontremos en España, y otras circunstancias de los mercados financieros.
En definitiva, la deuda pública es una herramienta de vital importancia para los Estados, que los inversores también pueden aprovechar para rentabilizar sus ahorros sin incurrir en riesgos elevados.
De todos modos, cada persona debe construir su cartera de forma individualizada, adaptándola lo mejor posible a sus circunstancias particulares.
Rubén Vizcaíno Pena
7 Ago. 2024
6 min
Bolsa
¿Qué son las IPOs?
En este artículo veremos qué es la deuda pública, para qué se utiliza, qué tipologías existen y cómo se emite. Además, analizaremos si puede ser una inversión interesante, dependiendo del perfil de cada inversor.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Podemos definir la deuda pública como la cuantía de dinero que un Estado (u otro ente público) ha pedido prestada para financiarse y que está pendiente de devolución en un momento dado.
Otras denominaciones que suelen utilizarse para hacer referencia a la deuda pública son: deuda soberana o deuda gubernamental.
La forma más habitual de medir la deuda pública de un país es expresándola como un porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) de dicho país.
¿Por qué existe la deuda pública?
Como decíamos, la finalidad de la deuda pública es financiar las actividades del Estado u otras entidades públicas. Así, por ejemplo, en España, también las comunidades autónomas pueden emitir deuda pública para financiarse.
Las otras dos grandes opciones que tienen los gobiernos para obtener recursos financieros para sufragar su actividad son las siguientes:
Sin embargo, la emisión de deuda tiene la ventaja de que, para el gran público, también puede funcionar como inversión. Así, invertir en Bonos del Estado, Letras del Tesoro y similares, puede ser muy interesante para personas con aversión al riesgo.
Después analizaremos más en detalle la deuda pública desde la óptica de un inversor privado.
Las tres clasificaciones más importantes de la deuda pública son las siguientes:
La deuda pública interna es aquella que es adquirida por personas y entidades del propio país que la emite.
Por su parte, la deuda pública externa es la que se financia con recursos procedentes de entidades situadas en el extranjero. Por ejemplo, aquí encajaría la financiación proporcionada por instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial.
Esta segunda clasificación es la que se utiliza habitualmente para todo tipo de endeudamiento, no solo en el caso de la deuda pública. Así, tenemos:
En la deuda pública amortizable, el Estado le reintegra al inversor el principal de la deuda, al llegar el plazo de vencimiento acordado.
Sin embargo, en la no amortizable, nunca se llega a devolver el principal, sino que el inversor únicamente percibe los intereses de forma periódica e indefinida. No obstante, cuando el Estado quiera cancelarla, puede recomprar los títulos en el mercado en el que coticen.
Aunque ya los hemos mencionado, estos son los tres títulos principales que utiliza el Estado español para financiarse:
Son valores de renta fija a corto plazo representados exclusivamente mediante anotaciones en cuenta.
Se crearon en el año 1987 y, actualmente, están disponibles en 4 vencimientos distintos:
Las Letras se emiten «al descuento». Es decir, el inversor compra el título a un precio inferior a su valor nominal. Cuando venza la letra, el Estado le pagará el valor nominal del título (ganando el inversor la diferencia).
A diferencia de las Letras, los Bonos dan derecho al inversor a cobrar los intereses periódicos que se vayan devengando cada año (llamados «cupones»).
Se emiten en múltiplos de 1.000 € y tienen dos posibles vencimientos:
Son exactamente iguales que los Bonos, con la única diferencia de que tienen un plazo de vencimiento más largo. Así, a día de hoy, se emiten letras con los siguientes vencimientos:
No es fácil dar consejos de inversión generalmente aplicables, ya que cada persona tiene sus propias circunstancias, en cuanto a horizonte temporal, objetivo de rentabilidad y perfil de riesgo.
De todos modos, dependiendo de la rentabilidad de otros tipos de activos en ese momento, y para un perfil conservador, es habitual que los asesores financieros recomienden incorporar algo de renta pública de elevada calidad crediticia.
Por supuesto, en esto también puede influir el momento del ciclo económico en el que nos encontremos en España, y otras circunstancias de los mercados financieros.
En definitiva, la deuda pública es una herramienta de vital importancia para los Estados, que los inversores también pueden aprovechar para rentabilizar sus ahorros sin incurrir en riesgos elevados.
De todos modos, cada persona debe construir su cartera de forma individualizada, adaptándola lo mejor posible a sus circunstancias particulares.
Rubén Vizcaíno Pena
7 Ago. 2024
6 min
Bolsa
Operaciones intradía: ¿qué son?
En este artículo veremos qué es la deuda pública, para qué se utiliza, qué tipologías existen y cómo se emite. Además, analizaremos si puede ser una inversión interesante, dependiendo del perfil de cada inversor.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Podemos definir la deuda pública como la cuantía de dinero que un Estado (u otro ente público) ha pedido prestada para financiarse y que está pendiente de devolución en un momento dado.
Otras denominaciones que suelen utilizarse para hacer referencia a la deuda pública son: deuda soberana o deuda gubernamental.
La forma más habitual de medir la deuda pública de un país es expresándola como un porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) de dicho país.
¿Por qué existe la deuda pública?
Como decíamos, la finalidad de la deuda pública es financiar las actividades del Estado u otras entidades públicas. Así, por ejemplo, en España, también las comunidades autónomas pueden emitir deuda pública para financiarse.
Las otras dos grandes opciones que tienen los gobiernos para obtener recursos financieros para sufragar su actividad son las siguientes:
Sin embargo, la emisión de deuda tiene la ventaja de que, para el gran público, también puede funcionar como inversión. Así, invertir en Bonos del Estado, Letras del Tesoro y similares, puede ser muy interesante para personas con aversión al riesgo.
Después analizaremos más en detalle la deuda pública desde la óptica de un inversor privado.
Las tres clasificaciones más importantes de la deuda pública son las siguientes:
La deuda pública interna es aquella que es adquirida por personas y entidades del propio país que la emite.
Por su parte, la deuda pública externa es la que se financia con recursos procedentes de entidades situadas en el extranjero. Por ejemplo, aquí encajaría la financiación proporcionada por instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial.
Esta segunda clasificación es la que se utiliza habitualmente para todo tipo de endeudamiento, no solo en el caso de la deuda pública. Así, tenemos:
En la deuda pública amortizable, el Estado le reintegra al inversor el principal de la deuda, al llegar el plazo de vencimiento acordado.
Sin embargo, en la no amortizable, nunca se llega a devolver el principal, sino que el inversor únicamente percibe los intereses de forma periódica e indefinida. No obstante, cuando el Estado quiera cancelarla, puede recomprar los títulos en el mercado en el que coticen.
Aunque ya los hemos mencionado, estos son los tres títulos principales que utiliza el Estado español para financiarse:
Son valores de renta fija a corto plazo representados exclusivamente mediante anotaciones en cuenta.
Se crearon en el año 1987 y, actualmente, están disponibles en 4 vencimientos distintos:
Las Letras se emiten «al descuento». Es decir, el inversor compra el título a un precio inferior a su valor nominal. Cuando venza la letra, el Estado le pagará el valor nominal del título (ganando el inversor la diferencia).
A diferencia de las Letras, los Bonos dan derecho al inversor a cobrar los intereses periódicos que se vayan devengando cada año (llamados «cupones»).
Se emiten en múltiplos de 1.000 € y tienen dos posibles vencimientos:
Son exactamente iguales que los Bonos, con la única diferencia de que tienen un plazo de vencimiento más largo. Así, a día de hoy, se emiten letras con los siguientes vencimientos:
No es fácil dar consejos de inversión generalmente aplicables, ya que cada persona tiene sus propias circunstancias, en cuanto a horizonte temporal, objetivo de rentabilidad y perfil de riesgo.
De todos modos, dependiendo de la rentabilidad de otros tipos de activos en ese momento, y para un perfil conservador, es habitual que los asesores financieros recomienden incorporar algo de renta pública de elevada calidad crediticia.
Por supuesto, en esto también puede influir el momento del ciclo económico en el que nos encontremos en España, y otras circunstancias de los mercados financieros.
En definitiva, la deuda pública es una herramienta de vital importancia para los Estados, que los inversores también pueden aprovechar para rentabilizar sus ahorros sin incurrir en riesgos elevados.
De todos modos, cada persona debe construir su cartera de forma individualizada, adaptándola lo mejor posible a sus circunstancias particulares.
Rubén Vizcaíno Pena
26 Jun. 2024
6 min
Bolsa
Acciones más rentables en la bolsa española
En este artículo veremos qué es la deuda pública, para qué se utiliza, qué tipologías existen y cómo se emite. Además, analizaremos si puede ser una inversión interesante, dependiendo del perfil de cada inversor.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Podemos definir la deuda pública como la cuantía de dinero que un Estado (u otro ente público) ha pedido prestada para financiarse y que está pendiente de devolución en un momento dado.
Otras denominaciones que suelen utilizarse para hacer referencia a la deuda pública son: deuda soberana o deuda gubernamental.
La forma más habitual de medir la deuda pública de un país es expresándola como un porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) de dicho país.
¿Por qué existe la deuda pública?
Como decíamos, la finalidad de la deuda pública es financiar las actividades del Estado u otras entidades públicas. Así, por ejemplo, en España, también las comunidades autónomas pueden emitir deuda pública para financiarse.
Las otras dos grandes opciones que tienen los gobiernos para obtener recursos financieros para sufragar su actividad son las siguientes:
Sin embargo, la emisión de deuda tiene la ventaja de que, para el gran público, también puede funcionar como inversión. Así, invertir en Bonos del Estado, Letras del Tesoro y similares, puede ser muy interesante para personas con aversión al riesgo.
Después analizaremos más en detalle la deuda pública desde la óptica de un inversor privado.
Las tres clasificaciones más importantes de la deuda pública son las siguientes:
La deuda pública interna es aquella que es adquirida por personas y entidades del propio país que la emite.
Por su parte, la deuda pública externa es la que se financia con recursos procedentes de entidades situadas en el extranjero. Por ejemplo, aquí encajaría la financiación proporcionada por instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial.
Esta segunda clasificación es la que se utiliza habitualmente para todo tipo de endeudamiento, no solo en el caso de la deuda pública. Así, tenemos:
En la deuda pública amortizable, el Estado le reintegra al inversor el principal de la deuda, al llegar el plazo de vencimiento acordado.
Sin embargo, en la no amortizable, nunca se llega a devolver el principal, sino que el inversor únicamente percibe los intereses de forma periódica e indefinida. No obstante, cuando el Estado quiera cancelarla, puede recomprar los títulos en el mercado en el que coticen.
Aunque ya los hemos mencionado, estos son los tres títulos principales que utiliza el Estado español para financiarse:
Son valores de renta fija a corto plazo representados exclusivamente mediante anotaciones en cuenta.
Se crearon en el año 1987 y, actualmente, están disponibles en 4 vencimientos distintos:
Las Letras se emiten «al descuento». Es decir, el inversor compra el título a un precio inferior a su valor nominal. Cuando venza la letra, el Estado le pagará el valor nominal del título (ganando el inversor la diferencia).
A diferencia de las Letras, los Bonos dan derecho al inversor a cobrar los intereses periódicos que se vayan devengando cada año (llamados «cupones»).
Se emiten en múltiplos de 1.000 € y tienen dos posibles vencimientos:
Son exactamente iguales que los Bonos, con la única diferencia de que tienen un plazo de vencimiento más largo. Así, a día de hoy, se emiten letras con los siguientes vencimientos:
No es fácil dar consejos de inversión generalmente aplicables, ya que cada persona tiene sus propias circunstancias, en cuanto a horizonte temporal, objetivo de rentabilidad y perfil de riesgo.
De todos modos, dependiendo de la rentabilidad de otros tipos de activos en ese momento, y para un perfil conservador, es habitual que los asesores financieros recomienden incorporar algo de renta pública de elevada calidad crediticia.
Por supuesto, en esto también puede influir el momento del ciclo económico en el que nos encontremos en España, y otras circunstancias de los mercados financieros.
En definitiva, la deuda pública es una herramienta de vital importancia para los Estados, que los inversores también pueden aprovechar para rentabilizar sus ahorros sin incurrir en riesgos elevados.
De todos modos, cada persona debe construir su cartera de forma individualizada, adaptándola lo mejor posible a sus circunstancias particulares.
Rubén Vizcaíno Pena
30 May. 2024
6 min
Bolsa
Bolsa de valores en España: funcionamiento y características
En este artículo veremos qué es la deuda pública, para qué se utiliza, qué tipologías existen y cómo se emite. Además, analizaremos si puede ser una inversión interesante, dependiendo del perfil de cada inversor.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Podemos definir la deuda pública como la cuantía de dinero que un Estado (u otro ente público) ha pedido prestada para financiarse y que está pendiente de devolución en un momento dado.
Otras denominaciones que suelen utilizarse para hacer referencia a la deuda pública son: deuda soberana o deuda gubernamental.
La forma más habitual de medir la deuda pública de un país es expresándola como un porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) de dicho país.
¿Por qué existe la deuda pública?
Como decíamos, la finalidad de la deuda pública es financiar las actividades del Estado u otras entidades públicas. Así, por ejemplo, en España, también las comunidades autónomas pueden emitir deuda pública para financiarse.
Las otras dos grandes opciones que tienen los gobiernos para obtener recursos financieros para sufragar su actividad son las siguientes:
Sin embargo, la emisión de deuda tiene la ventaja de que, para el gran público, también puede funcionar como inversión. Así, invertir en Bonos del Estado, Letras del Tesoro y similares, puede ser muy interesante para personas con aversión al riesgo.
Después analizaremos más en detalle la deuda pública desde la óptica de un inversor privado.
Las tres clasificaciones más importantes de la deuda pública son las siguientes:
La deuda pública interna es aquella que es adquirida por personas y entidades del propio país que la emite.
Por su parte, la deuda pública externa es la que se financia con recursos procedentes de entidades situadas en el extranjero. Por ejemplo, aquí encajaría la financiación proporcionada por instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial.
Esta segunda clasificación es la que se utiliza habitualmente para todo tipo de endeudamiento, no solo en el caso de la deuda pública. Así, tenemos:
En la deuda pública amortizable, el Estado le reintegra al inversor el principal de la deuda, al llegar el plazo de vencimiento acordado.
Sin embargo, en la no amortizable, nunca se llega a devolver el principal, sino que el inversor únicamente percibe los intereses de forma periódica e indefinida. No obstante, cuando el Estado quiera cancelarla, puede recomprar los títulos en el mercado en el que coticen.
Aunque ya los hemos mencionado, estos son los tres títulos principales que utiliza el Estado español para financiarse:
Son valores de renta fija a corto plazo representados exclusivamente mediante anotaciones en cuenta.
Se crearon en el año 1987 y, actualmente, están disponibles en 4 vencimientos distintos:
Las Letras se emiten «al descuento». Es decir, el inversor compra el título a un precio inferior a su valor nominal. Cuando venza la letra, el Estado le pagará el valor nominal del título (ganando el inversor la diferencia).
A diferencia de las Letras, los Bonos dan derecho al inversor a cobrar los intereses periódicos que se vayan devengando cada año (llamados «cupones»).
Se emiten en múltiplos de 1.000 € y tienen dos posibles vencimientos:
Son exactamente iguales que los Bonos, con la única diferencia de que tienen un plazo de vencimiento más largo. Así, a día de hoy, se emiten letras con los siguientes vencimientos:
No es fácil dar consejos de inversión generalmente aplicables, ya que cada persona tiene sus propias circunstancias, en cuanto a horizonte temporal, objetivo de rentabilidad y perfil de riesgo.
De todos modos, dependiendo de la rentabilidad de otros tipos de activos en ese momento, y para un perfil conservador, es habitual que los asesores financieros recomienden incorporar algo de renta pública de elevada calidad crediticia.
Por supuesto, en esto también puede influir el momento del ciclo económico en el que nos encontremos en España, y otras circunstancias de los mercados financieros.
En definitiva, la deuda pública es una herramienta de vital importancia para los Estados, que los inversores también pueden aprovechar para rentabilizar sus ahorros sin incurrir en riesgos elevados.
De todos modos, cada persona debe construir su cartera de forma individualizada, adaptándola lo mejor posible a sus circunstancias particulares.
Rubén Vizcaíno Pena
28 May. 2024
6 min
1
de
2
Copyright All Rights Reserved 2025