Carlos Santiso Pombo
Redactado por
Rubén Vizcaíno Pena
Carlos Santiso Pombo
Redactado por
Rubén Vizcaíno Pena
18 Feb. 2025
7 min
Bolsa
Finanzas
El nombre de Bernie Madoff se hizo tristemente célebre a partir de la crisis financiera de 2008, por haber organizado una estafa financiera que defraudó cerca de 65.000 millones de dólares durante un período de casi 17 años.
En este artículo repasaremos la historia de este financiero y veremos cómo logró orquestar un gigantesco esquema Ponzi que pudo esquivar todas las barreras y regulaciones de las autoridades financieras estadounidenses.
Bernard Lawrence (Bernie) Madoff nació en Nueva York el 29 de abril de 1938 y estudió Ciencias Políticas en la Hofstra University, graduándose en 1960.
Tras un breve paso por la carrera de Derecho, acabaría siguiendo los pasos de sus padres al crear, junto con su mujer, su propia empresa de gestión de inversiones en el año 1960: Bernard L. Madoff Investment Securities LLC.
La compañía se centró inicialmente en negociar acciones de muy baja capitalización (las conocidas como penny stocks, todo lo contrario a los blue chips) y, sobre todo, actuar como «creador de mercado» para operaciones de pequeño volumen.
Poco a poco, el número de clientes empezó a crecer, abriéndose la oportunidad de diseñar procedimientos más eficientes para canalizar las operaciones.
Efectivamente, Madoff y su equipo fueron de los primeros en diseñar un sistema de negociación electrónica de acciones que facilitaba enormemente las transacciones, reduciendo los tiempos de ejecución de forma radical.
Esto empezó a atraer a clientes cada vez más importantes, que delegaban en Madoff la gestión de las carteras de sus propios clientes.
Al mismo tiempo, se iba consolidando su reputación en Wall Street, hasta llegar a ocupar el puesto de presidente del Nasdaq en 1990.
Como sabes, los esquemas piramidales o Ponzi consisten en pagar a los clientes o inversores actuales con el dinero que ingresan los nuevos clientes. Es decir, los rendimientos no salen realmente de una buena gestión de las inversiones ni son beneficios reales (total o parcialmente).
Por tanto, la supervivencia de este tipo de esquemas depende de que sigan entrando nuevos clientes.
Pues bien, en el caso de Bernie Madoff, las rentabilidades que estaba (aparentemente) consiguiendo en la gestión de carteras se situaban entre el 15 y el 20%.
Sin embargo, lograr rendimientos en bolsa notablemente superiores al 10% y de forma muy consistente, año tras año, es prácticamente imposible.
Si se asumen riesgos muy elevados, puede conseguirse eso y más de forma puntual, pero es muy difícil mantenerlo en el tiempo. Por el contrario, si el riesgo es moderado, no nos podemos acercar a esas cifras de doble dígito de forma sostenida.
En cualquier caso, gracias al prestigio acumulado por Madoff, a sus estrategias de captación de clientes y, lógicamente, a través del boca a boca, su negocio prosperaba de forma espectacular.
El esquema piramidal de Bernie Madoff explotó de la forma habitual en este tipo de estafas.
Así, a finales de 2008, en pleno terremoto causado por la crisis inmobiliaria de las hipotecas subprime y con caídas generalizadas en los mercados, muchos de los clientes de Madoff decidieron sacar su dinero.
Al no haber un suficiente flujo de fondos por parte de nuevos clientes y tener que devolver el dinero a quienes se querían marchar, se produce lo inevitable: es imposible devolver el capital al ritmo requerido y estalla el escándalo.
Curiosamente, la SEC (Securities and Exchange Commission) estadounidense, que sería el equivalente a la CNMV española, venía investigando las actividades de Madoff desde el año 1992, de forma intermitente.
Aunque no había podido hallar pruebas concluyentes, las sospechas estaban ahí.
De hecho, el analista Harry Markopolos denunció a Madoff a la SEC en el año 2000, alegando que sus rentabilidades no podían ser reales y que se trataría de algún tipo de estafa. Aunque sus advertencias fueron ignoradas, volvería a la carga en el año 2005, con una nueva carta a la SEC en la que concluía:
«Madoff Securities es el esquema Ponzi más grande del mundo».
De nuevo, la SEC desestimó estas advertencias o no consiguió demostrar su veracidad, por lo que todo seguiría igual hasta ese momento fatídico de diciembre de 2008.
En total, Bernie Madoff habría defraudado a miles de inversores por un importe total de unos 64.800 millones de dólares, durante un período de casi 17 años.
La dureza de la sentencia que condenó a Madoff es indiscutible: 150 años de prisión, por delitos de blanqueo de capitales, fraude de valores y otros.
Además, se ordenó la confiscación de bienes por un importe total de 170.000 millones de dólares, subastándose varias de sus casas, barcos y otros bienes.
Con estas medidas, se logró devolver buena parte del dinero aportado por los clientes. Sin embargo, aquellas ganancias ficticias se esfumaron por completo.
Finalmente, Bernie Madoff solo llegaría a cumplir unos 12 años en prisión, ya que falleció en el año 2021, después de una grave enfermedad renal.
Aunque no con la magnitud de este caso, las historias de estafas financieras de tipo piramidal se han repetido cíclicamente a lo largo de la historia con un formato muy similar:
Al final, la moraleja de la historia es el clásico «demasiado bueno para ser cierto».
A día de hoy, tenemos suficientes datos históricos para saber cuál es el rendimiento medio de índices como el S&P 500 o cualquier otro tipo de activo de inversión.
Por tanto, si alguien promete rendimientos mucho más altos, solo puede hacerlo a base de asumir riesgos excesivos o, simplemente, faltando a la verdad.
El caso de Bernie Madoff es solo un capítulo más de esta historia.
En definitiva, lo más sensato es desconfiar de promesas imposibles y concentrarse en seguir una estrategia de inversión a largo plazo basada en unas pocas premisas básicas:
En realidad, se trata de premisas sencillas que no prometen rentabilidades exageradas, pero que sí permiten acumular un jugoso rendimiento en el largo plazo.
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