En este artículo veremos qué es la amortización y cuáles son los principales tipos que existen, así como los sistemas de amortización más utilizados en la práctica contable.
Sin duda, se trata de un concepto clave en contabilidad, pero también en la industria financiera, fundamentalmente en relación con la cancelación de préstamos bancarios.
Pero, antes de entrar en detalle, veamos una definición básica del concepto de amortización.
El diccionario nos dice que amortizar es, entre otras cosas, «redimir o extinguir el capital de un censo, préstamo u otra deuda».
Por tanto, esta es una definición que encajaría principalmente con los préstamos bancarios.
Sin embargo, el concepto de amortización es mucho más amplio.
Así, en términos generales, podemos definir la amortización como el proceso de reparto de un gasto o coste a lo largo del tiempo.
Con este concepto general podemos abarcar todos los casos.
Así, en el supuesto del préstamo, la deuda se distribuye a lo largo del tiempo, pagando cuotas mensuales mediante las que se amortiza el capital principal.
Pero lo mismo sucede con las amortizaciones contables de bienes del inmovilizado. De este modo, por ejemplo, el coste de una máquina o de un vehículo se va amortizando a lo largo de su vida útil, de acuerdo con las normas que sean aplicables.
Como acabamos de ver, cuando hablamos de amortización, nos encontramos con dos grandes tipos: la amortización de activos y la amortización de pasivos.
Recordemos brevemente estos dos conceptos financieros básicos:
Veamos, pues, cómo funcionan estos dos tipos de amortización en la práctica.
Como decíamos, llamamos amortización de un préstamo (o de cualquier otro pasivo) a la cancelación gradual de la deuda, mediante pagos periódicos.
En este ámbito, los dos sistemas de amortización más conocidos son el francés y el alemán:
El sistema alemán es algo muy residual en nuestro país, donde prácticamente solo se utiliza el método de amortización francés.
El tema de la amortización contable de activos es realmente muy amplio y complejo, con toda una casuística difícil de resumir en un artículo como este.
De todos modos, vamos a explicar sus aspectos más importantes.
Como decíamos, amortizar un activo implica distribuir su coste a lo largo de su vida útil.
Por ejemplo, si una empresa adquiere una máquina para su proceso de producción, no es lógico que se considere como un gasto del año en el que la compra, sino que debería tratarse como gasto de cada uno de los años en los que esté en funcionamiento.
Esto va a reflejar de forma más correcta lo que en contabilidad se denomina «imagen fiel», al ir recogiendo la depreciación natural del bien en cuestión (tanto por el paso del tiempo, como por el propio uso o, incluso, por la obsolescencia técnica o comercial).
Veamos más en detalle las principales características de la amortización de activos:
Fundamentalmente, se amortizan los bienes del inmovilizado de las siguientes categorías:
Como es lógico, no pueden amortizarse los terrenos, ya que no se desgastan por el uso.
En nuestro país, la norma que regula este tipo de amortizaciones es el Plan General de Contabilidad, aprobado mediante Real Decreto 1514/2007, de 16 de noviembre.
Para calcular la amortización de un bien de inmovilizado, tenemos que manejar tres parámetros fundamentales:
A partir de aquí, pueden utilizarse distintos métodos o sistemas de cálculo para distribuir la depreciación del bien a lo largo de su vida útil.
Veamos algunos de los más habituales.
Aunque hay muchos métodos de cálculo de la amortización de inmovilizado, mencionaremos únicamente los dos más conocidos:
En definitiva, aunque solo hemos visto los aspectos más básicos de lo que es la amortización y sus distintos tipos, puede ser un buen punto de partida para quien quiera profundizar en estas cuestiones.
En este sentido, las normas del Plan General de Contabilidad y las instrucciones del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC) son dos recursos imprescindibles para quienes quieran ampliar información.
Rubén Vizcaíno Pena
6 Nov. 2024
7 min
Curso Finanzas
Educación financiera: ¿qué es?
En este artículo veremos qué es la educación financiera, por qué es tan importante tener unos conocimientos básicos de finanzas y cuáles son las áreas más importantes para cualquier persona no especializada.
Además, analizaremos los principales beneficios de tener una cierta cultura financiera y veremos cuál es la mejor forma de adquirirla.
Sin duda, el curso de finanzas para no financieros de VIBE puede ser una magnífica opción en este sentido.
En una definición muy básica, podemos decir que la educación financiera es el conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes que permiten a una persona tomar decisiones adecuadas en relación con sus finanzas personales.
Por tanto, nos referimos a la comprensión de conceptos económico-financieros fundamentales, no solo en el plano teórico, sino también en la práctica del día a día.
Así, como luego veremos, es imprescindible entender cómo funciona el ahorro y la inversión, en qué consiste el crédito, cómo manejar las deudas, etc.
Como puedes imaginar, se trata de cuestiones de enorme relevancia.
Efectivamente, tener la suficiente educación financiera puede evitar que cometas errores básicos en la gestión de tu patrimonio y ayudarte a rentabilizar tus ahorros sin incurrir en riesgos excesivos.
En este sentido, algunos de sus beneficios más evidentes son estos:
Como puedes ver, son ventajas realmente importantes, a las que puedes acceder si, al menos, cuentas con una educación financiera básica.
Para adquirir una educación financiera suficiente para el día a día, dispones de muchos recursos a tu alcance. Por ejemplo:
Por tanto, cada vez hay más recursos educativos disponibles para quien quiera aprender finanzas partiendo de cero. Pero ¿qué contenidos debería tener un buen programa de educación financiera?
Los exploramos a continuación.
Aunque cada programa puede ser distinto, un buen aprendizaje de educación financiera debería abarcar, al menos, los siguientes aspectos clave:
Como sabes, ahorrar es reservar una parte de los ingresos para utilizarlos en un momento futuro.
Pueden dedicarse a objetivos específicos y predeterminados (compra de vivienda, educación de los hijos, etc.), o bien para una finalidad más amplia (complementar la jubilación, ganar independencia financiera, etc.).
En cualquier caso, es una red de seguridad que puede ayudarte a afrontar cualquier imprevisto.
De ahí que sea tan recomendable contar con un fondo de emergencia que, eventualmente, te permita hacer frente a entre 6 y 12 meses de gastos, en caso de perder tu fuente de ingresos.
Para conseguir tus objetivos de ahorro, lo ideal es automatizar este proceso, programando una transferencia que, a principios de cada mes, traspase el importe que decidas a otra cuenta bancaria distinta. Esto es a lo que muchos se refieren como el principio de «pagarse a uno mismo primero».
Aunque el ahorro es imprescindible, si te limitas a guardar ese dinero en una cuenta corriente, poco a poco verá mermado su poder adquisitivo por efecto de la inflación.
Sin embargo, si destinas parte de ese ahorro a adquirir activos de inversión (acciones, bonos, inmuebles, etc.), podrás obtener una rentabilidad que se irá acumulando con el paso del tiempo, haciendo crecer tu capital de forma muy importante.
Lógicamente, invertir conlleva riesgos, tanto más altos cuanto mayor sea el potencial de rentabilidad.
De ahí que sea absolutamente imprescindible diversificar en distintos tipos de activos, productos, mercados, países y divisas. Es lo que, coloquialmente, se conoce como «no poner todos los huevos en la misma cesta».
Presupuestar implica hacer una previsión de ingresos y gastos. Esto se puede aplicar tanto a una empresa, como a una Administración Pública o a personas físicas.
Contar con un sencillo presupuesto personal o familiar puede ayudarte a planificar mejor tus finanzas, evitar sustos y ser más eficiente en la gestión del dinero.
De hecho, a menudo, el mayor problema es no saber con exactitud cuánto gastamos en nuestra vida diaria.
Los préstamos y créditos son instrumentos financieros que pueden ser muy útiles para distintas situaciones. Por ejemplo, para la adquisición de una casa, para poner en marcha un negocio, etc.
Sin embargo, el sobreendeudamiento y el mal uso de préstamos personales o tarjetas de crédito es tan frecuente como peligroso para las finanzas personales o familiares.
Ante un panorama donde el sistema de pensiones públicas se enfrenta a desafíos de difícil resolución, contar con un plan alternativo de jubilación puede ser clave para no comprometer nuestro bienestar futuro.
Por tanto, dentro de la educación financiera, es también imprescindible conocer cómo funcionan los planes de pensiones, qué ventajas fiscales ofrecen y cuál es la mejor alternativa, dentro de las muchas disponibles en el mercado.
Diversos estudios de la OCDE y otras instituciones nacionales e internacionales han comprobado que el nivel de educación financiera de la ciudadanía no está al nivel deseable en la mayoría de países.
Aunque las posibles causas son muchas, podemos destacar algunos de los retos de futuro que se deberían afrontar lo más pronto posible:
En España, la educación financiera es prácticamente inexistente durante toda la etapa educativa obligatoria e, incluso, posteriormente.
Sin duda, resolver esta cuestión no es algo fácil, ya que no resulta sencillo encajar una nueva asignatura en el currículo, dotar a los centros de personal docente con los conocimientos adecuados, etc.
En muchas capas de la sociedad española, parece existir un cierto desinterés o desidia acerca de temas financieros.
De este modo, muchas personas prefieren «no complicarse la vida», dando poca importancia a la gestión de sus finanzas o delegándola en profesionales (si pueden permitírselo).
En este sentido, podemos comprender cómo siguen teniendo éxito ciertos productos financieros de escasa calidad o cómo se repiten cíclicamente algunos fraudes recurrentes en el sector.
No obstante, también se puede apreciar un renovado interés por estas cuestiones en personas cada vez más jóvenes, lo que es bastante prometedor.
La utilización de un lenguaje críptico, los intereses comerciales y la creación de nuevos productos financieros cada vez más complejos, hacen que muchas personas no puedan entender plenamente el funcionamiento de dichos productos.
En muchos casos, la dedicación de tiempo y esfuerzo que requerirían, no están al alcance del ciudadano medio.
La irrupción de los activos digitales y las finanzas descentralizadas (de-fi) han añadido una capa de complejidad adicional.
En definitiva, la educación financiera es un aspecto clave para garantizar el bienestar individual y un desarrollo saludable como sociedad.
Aunque los desafíos son difíciles de afrontar, vale la pena dedicar tiempo y esfuerzo a mejorar nuestra formación en esta área, ya que los beneficios potenciales pueden resultar transformadores.
Afortunadamente, cada vez disponemos de más y mejores medios para aprender finanzas desde cero de forma sencilla y asequible.
Rubén Vizcaíno Pena
9 Oct. 2024
8 min
Curso Finanzas
¿Cuáles son los mejores libros sobre opciones financieras?
En este artículo recopilamos los mejores libros sobre opciones financieras, tratando de incluir obras de distintos niveles de profundidad y con enfoques complementarios.
De este modo podrás elegir aquellos que mejor encajen con tu nivel de conocimientos y con tus objetivos a la hora de invertir.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Las opciones son instrumentos financieros derivados, que otorgan a su titular el derecho (no la obligación) a comprar o vender un determinado activo en una fecha predeterminada y a un precio cierto, fijado de antemano.
El activo subyacente pueden ser acciones, índices, materias primas, ETF, etc.
Fundamentalmente, existen dos tipos de opciones financieras:
Aunque sean instrumentos derivados que llevan asociado un cierto nivel de riesgo, esto no quiere decir que únicamente puedan utilizarse para el trading a corto plazo, como ahora veremos.
Efectivamente, a diferencia de otros productos derivados (como, por ejemplo, los futuros), las opciones pueden utilizarse como una herramienta más para la construcción de una cartera value a medio y largo plazo.
Por ejemplo, si quisieras incorporar acciones de una empresa de calidad a tu cartera, (por ejemplo, una blue chip como IBM), podrías comprarlas sin más al precio al que coticen en bolsa en ese momento.
Sin embargo, una alternativa que podría proporcionarte un extra de rentabilidad sería vender una opción put, cobrando en ese momento la prima correspondiente.
En la fecha de vencimiento, pueden suceder dos cosas:
A continuación, recopilamos algunos de los mejores libros sobre opciones financieras disponibles a día de hoy:
Sin duda, este es uno de los mejores libros sobre opciones financieras que se han publicado en las últimas décadas.
Esta obra de Lawrence G. McMillan, editada por Penguin en inglés, es un auténtico bestseller dentro de los libros sobre derivados, con cientos de miles de ejemplares vendidos.
Sus casi 1.000 páginas están íntegramente dedicadas a la operativa con opciones, explicando en profundidad todas las posibles operativas que pueden realizarse con estos activos, desde las más básicas de call y put, hasta estrategias de collars, spreads y otras.
Además, las explicaciones teóricas son solo la base para una amplia variedad de ejemplos ilustrativos, explicando cómo se debe ejecutar cada estrategia, qué riesgos conlleva y cómo se pueden minimizar. Además, McMillan incide en las razones por las que cada operación funciona o no, basándose en su amplísima experiencia en los mercados.
Sin duda, esta auténtica «biblia» de las opciones financieras puede ser el único libro que necesites leer sobre el tema.
De todos modos, el propio autor tiene otras obras dedicadas al tema de las opciones, como son las siguientes:
Este conocido libro de John Hull es otro de los más completos que existen acerca de los derivados financieros, dedicando una amplia sección a las opciones.
A pesar de su extensión y complejidad, las explicaciones son relativamente sencillas de entender para cualquier persona que tenga un cierto interés en el mundo de la inversión, sin necesidad de contar con conocimientos técnicos específicos.
Hull dedica también mucha atención al tema de la gestión de riesgos a la hora de invertir con derivados (cuestión sobre la que tiene otros libros específicos).
Existe una versión en español de esta obra de John Hull, aunque no existan tantas ediciones, publicada con el título de «Introducción a los mercados de futuros y opciones» (también en la editorial Pearson).
En algunas ediciones, el libro viene acompañado por un software propio que facilita el cálculo de distintas operaciones con derivados financieros.
Esta obra de James Cordier y Michael Gross, con edición actualizada disponible en español (editorial Profit), es un libro sobre opciones financieras que se centra específicamente en la operativa de venta.
Los principales contenidos que se abordan en esta obra son los siguientes:
Sin duda, es un buen libro para profundizar en este tipo de estrategias de venta de opciones, aunque no tiene un alcance tan amplio como, por ejemplo, el libro de McMillan.
Este libro de Sheldon Natenberg sobre opciones tiene un enfoque eminentemente práctico, centrado en la ejecución de estrategias de trading con opciones.
Además, como su propio título indica, dedica mucha atención al tema de la volatilidad, tan importante para este tipo de operativa.
El subtítulo de este libro de S. A. Johnston (profitable strategies and tactics for any trader), deja claras sus intenciones desde el principio. Se trata de una obra 100% práctica, centrada en estrategias de trading con opciones y escrita en un tono sencillo y desenfadado.
Si buscas rigurosidad académica, quizás haya libros más recomendables.
Pero si tu prioridad es aprender haciendo y empezar ya a ganar dinero con las opciones, puede ser una de las obras más interesantes.
Además de los libros sobre opciones financieras, existen muchos otros recursos para aprender a utilizar este tipo de productos derivados.
Sin duda, uno de los más interesantes son los cursos y másteres en finanzas e inversión, que suelen incluir algún contenido sobre este tema.
Así, por ejemplo, el Máster en Value Investing de VIBE dedica un módulo íntegro (el 10) a explicar en profundidad qué son las opciones, cómo operar con ellas y cómo integrarlas dentro de una estrategia de inversión value.
Si quieres más información sin compromiso, no dudes en pedírnosla a través del formulario de contacto que encontrarás en esta página. Estaremos encantados de resolver todas tus dudas.
Ahora que ya sabes cuáles son los mejores libros sobre opciones financieras y qué otros recursos existen sobre el tema, seguro que ya podrás elegir los que mejor encajen con tus objetivos y necesidades.
Rubén Vizcaíno Pena
21 Ago. 2024
8 min
Curso Finanzas
¿Qué son los derivados financieros?
Si no tienes claro qué son los derivados financieros, qué tipos existen y para qué pueden utilizarse, en este artículo encontrarás respuesta a todas tus dudas.
Como verás, se trata de productos de alto riesgo, aunque si se usan de forma adecuada pueden contribuir precisamente a disminuir los riesgos de otras inversiones.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Esencialmente, los derivados son instrumentos financieros cuyo valor se basa en el precio de otro activo, conocido como activo subyacente, del cual se «deriva» (de ahí su nombre).
Estos activos subyacentes pueden ser de distintos tipos, como por ejemplo:
Otra importante característica de los derivados es el apalancamiento. Como sabes, esto quiere decir que te permiten multiplicar los efectos de tu inversión.
De este modo, si inviertes en un derivado con apalancamiento 10:1, esto quiere decir que por cada euro que aportes, estarás invirtiendo 10 en el mercado.
Por tanto, el resultado de la operación se multiplicará por 10, tanto si consigues beneficios como si se trata de pérdidas.
Es en esta característica de los derivados financieros donde principalmente radica su elevado riesgo.
Los derivados financieros pueden negociarse en dos tipos de mercados diferentes:
Los principales tipos de derivados financieros que suelen utilizarse en la actualidad son los siguientes:
Son contratos estandarizados que obligan a comprar o vender un activo subyacente, a un precio determinado, en una fecha futura que se determina en el momento de adquirir el contrato.
Se negocian en mercados organizados y tienen una elevada liquidez.
Las opciones son instrumentos financieros derivados, que otorgan a su titular el derecho (no la obligación) a comprar o vender un determinado activo en una fecha predeterminada y a un precio cierto, fijado de antemano.
No obstante, las opciones también pueden ejecutarse antes de la fecha fijada, en determinados casos.
Como ya sabrás, existen dos tipos de opciones: las call y las put, dependiendo de si te dan el derecho a comprar o a vender el subyacente.
Son un tipo de derivados en los que se acuerda realizar un determinado intercambio de flujos de efectivo futuros.
Los más comunes son los swaps de tipos de interés y los de divisas. Suelen utilizarse fundamentalmente como instrumentos de cobertura, como luego veremos.
Los contratos por diferencias o CFDs son un tipo de derivado eminentemente especulativo, que se utiliza para «apostar» sobre el movimiento de precios de distintos activos financieros subyacentes.
Suelen negociarse en mercados OTC, con grandes apalancamientos y riesgos muy elevados.
Los warrants son muy similares a las opciones, en tanto en cuanto otorgan al titular el derecho, pero no la obligación, de comprar (warrant de compra o call) o vender (warrant de venta o put) un activo subyacente a un precio determinado (precio de ejercicio) en una fecha futura predeterminada o antes de ella.
La gran diferencia con las opciones es que los warrants son emitidos por entidades financieras o empresas.
Además, suelen tener vencimientos más largos.
Los derivados financieros pueden utilizarse para distintas finalidades y estrategias. Las más habituales son las cuatro siguientes:
Los derivados permiten a empresas e inversores protegerse frente a distintos riesgos financieros, como por ejemplo los siguientes:
Lógicamente, este tipo de cobertura de riesgo implica un coste. Por ejemplo, la prima de las opciones, costes de financiación por el apalancamiento, comisiones, etc.
Sin duda, los futuros financieros son uno de los instrumentos más utilizados para la especulación o el trading a corto plazo.
Esto se debe a la gran volatilidad que se da en este tipo de mercados y, por supuesto, a la posibilidad de apalancamiento para multiplicar los efectos de cada operación.
Como es lógico, este tipo de operativa puede proporcionar tanto grandes beneficios, como pérdidas elevadísimas. Por tanto, solo es adecuada para inversores que tengan los conocimientos y experiencia suficientes.
Algunos inversores profesionales pueden usar los derivados para aprovechar ciertas ineficiencias de precios que se produzcan entre diferentes mercados o instrumentos financieros.
De este modo, operando en sentido contrario en dos mercados o instrumentos de forma simultánea, pueden conseguir un pequeño beneficio (que se multiplica por efecto del apalancamiento).
Si inviertes a largo plazo, con un enfoque value, puedes utilizar la venta de opciones put para tratar de conseguir un rendimiento extra, cuando estás interesado en comprar determinadas acciones para construir tu cartera.
Básicamente, las opciones te permiten cobrar una prima si el precio de la acción llega a ser más alto que el precio de ejercicio de la opción.
Si fuese más bajo en el momento de ejercicio, tendrías que adquirir unas acciones que, de todos modos, ya querías incorporar a tu cartera.
Solo tendrías pérdidas si la cotización hubiese bajado tanto que la diferencia no quedase compensada por la prima.
En definitiva, los derivados financieros son instrumentos de gran complejidad, que suelen implicar riesgos muy elevados y que principalmente se usan en operaciones de trading especulativo.
No obstante, también pueden utilizarse como instrumento de cobertura, así como dentro de una estrategia value orientada al largo plazo, siempre que se cuente con los conocimientos adecuados y se lleve a cabo una buena gestión de riesgos.
Rubén Vizcaíno Pena
7 Ago. 2024
7 min
Curso Finanzas
¿Cómo elegir bróker de opciones financieras?
Si no tienes claro qué son los derivados financieros, qué tipos existen y para qué pueden utilizarse, en este artículo encontrarás respuesta a todas tus dudas.
Como verás, se trata de productos de alto riesgo, aunque si se usan de forma adecuada pueden contribuir precisamente a disminuir los riesgos de otras inversiones.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Esencialmente, los derivados son instrumentos financieros cuyo valor se basa en el precio de otro activo, conocido como activo subyacente, del cual se «deriva» (de ahí su nombre).
Estos activos subyacentes pueden ser de distintos tipos, como por ejemplo:
Otra importante característica de los derivados es el apalancamiento. Como sabes, esto quiere decir que te permiten multiplicar los efectos de tu inversión.
De este modo, si inviertes en un derivado con apalancamiento 10:1, esto quiere decir que por cada euro que aportes, estarás invirtiendo 10 en el mercado.
Por tanto, el resultado de la operación se multiplicará por 10, tanto si consigues beneficios como si se trata de pérdidas.
Es en esta característica de los derivados financieros donde principalmente radica su elevado riesgo.
Los derivados financieros pueden negociarse en dos tipos de mercados diferentes:
Los principales tipos de derivados financieros que suelen utilizarse en la actualidad son los siguientes:
Son contratos estandarizados que obligan a comprar o vender un activo subyacente, a un precio determinado, en una fecha futura que se determina en el momento de adquirir el contrato.
Se negocian en mercados organizados y tienen una elevada liquidez.
Las opciones son instrumentos financieros derivados, que otorgan a su titular el derecho (no la obligación) a comprar o vender un determinado activo en una fecha predeterminada y a un precio cierto, fijado de antemano.
No obstante, las opciones también pueden ejecutarse antes de la fecha fijada, en determinados casos.
Como ya sabrás, existen dos tipos de opciones: las call y las put, dependiendo de si te dan el derecho a comprar o a vender el subyacente.
Son un tipo de derivados en los que se acuerda realizar un determinado intercambio de flujos de efectivo futuros.
Los más comunes son los swaps de tipos de interés y los de divisas. Suelen utilizarse fundamentalmente como instrumentos de cobertura, como luego veremos.
Los contratos por diferencias o CFDs son un tipo de derivado eminentemente especulativo, que se utiliza para «apostar» sobre el movimiento de precios de distintos activos financieros subyacentes.
Suelen negociarse en mercados OTC, con grandes apalancamientos y riesgos muy elevados.
Los warrants son muy similares a las opciones, en tanto en cuanto otorgan al titular el derecho, pero no la obligación, de comprar (warrant de compra o call) o vender (warrant de venta o put) un activo subyacente a un precio determinado (precio de ejercicio) en una fecha futura predeterminada o antes de ella.
La gran diferencia con las opciones es que los warrants son emitidos por entidades financieras o empresas.
Además, suelen tener vencimientos más largos.
Los derivados financieros pueden utilizarse para distintas finalidades y estrategias. Las más habituales son las cuatro siguientes:
Los derivados permiten a empresas e inversores protegerse frente a distintos riesgos financieros, como por ejemplo los siguientes:
Lógicamente, este tipo de cobertura de riesgo implica un coste. Por ejemplo, la prima de las opciones, costes de financiación por el apalancamiento, comisiones, etc.
Sin duda, los futuros financieros son uno de los instrumentos más utilizados para la especulación o el trading a corto plazo.
Esto se debe a la gran volatilidad que se da en este tipo de mercados y, por supuesto, a la posibilidad de apalancamiento para multiplicar los efectos de cada operación.
Como es lógico, este tipo de operativa puede proporcionar tanto grandes beneficios, como pérdidas elevadísimas. Por tanto, solo es adecuada para inversores que tengan los conocimientos y experiencia suficientes.
Algunos inversores profesionales pueden usar los derivados para aprovechar ciertas ineficiencias de precios que se produzcan entre diferentes mercados o instrumentos financieros.
De este modo, operando en sentido contrario en dos mercados o instrumentos de forma simultánea, pueden conseguir un pequeño beneficio (que se multiplica por efecto del apalancamiento).
Si inviertes a largo plazo, con un enfoque value, puedes utilizar la venta de opciones put para tratar de conseguir un rendimiento extra, cuando estás interesado en comprar determinadas acciones para construir tu cartera.
Básicamente, las opciones te permiten cobrar una prima si el precio de la acción llega a ser más alto que el precio de ejercicio de la opción.
Si fuese más bajo en el momento de ejercicio, tendrías que adquirir unas acciones que, de todos modos, ya querías incorporar a tu cartera.
Solo tendrías pérdidas si la cotización hubiese bajado tanto que la diferencia no quedase compensada por la prima.
En definitiva, los derivados financieros son instrumentos de gran complejidad, que suelen implicar riesgos muy elevados y que principalmente se usan en operaciones de trading especulativo.
No obstante, también pueden utilizarse como instrumento de cobertura, así como dentro de una estrategia value orientada al largo plazo, siempre que se cuente con los conocimientos adecuados y se lleve a cabo una buena gestión de riesgos.
Rubén Vizcaíno Pena
7 Ago. 2024
7 min
Curso Finanzas
¿Qué tipos de finanzas existen?
Si no tienes claro qué son los derivados financieros, qué tipos existen y para qué pueden utilizarse, en este artículo encontrarás respuesta a todas tus dudas.
Como verás, se trata de productos de alto riesgo, aunque si se usan de forma adecuada pueden contribuir precisamente a disminuir los riesgos de otras inversiones.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Esencialmente, los derivados son instrumentos financieros cuyo valor se basa en el precio de otro activo, conocido como activo subyacente, del cual se «deriva» (de ahí su nombre).
Estos activos subyacentes pueden ser de distintos tipos, como por ejemplo:
Otra importante característica de los derivados es el apalancamiento. Como sabes, esto quiere decir que te permiten multiplicar los efectos de tu inversión.
De este modo, si inviertes en un derivado con apalancamiento 10:1, esto quiere decir que por cada euro que aportes, estarás invirtiendo 10 en el mercado.
Por tanto, el resultado de la operación se multiplicará por 10, tanto si consigues beneficios como si se trata de pérdidas.
Es en esta característica de los derivados financieros donde principalmente radica su elevado riesgo.
Los derivados financieros pueden negociarse en dos tipos de mercados diferentes:
Los principales tipos de derivados financieros que suelen utilizarse en la actualidad son los siguientes:
Son contratos estandarizados que obligan a comprar o vender un activo subyacente, a un precio determinado, en una fecha futura que se determina en el momento de adquirir el contrato.
Se negocian en mercados organizados y tienen una elevada liquidez.
Las opciones son instrumentos financieros derivados, que otorgan a su titular el derecho (no la obligación) a comprar o vender un determinado activo en una fecha predeterminada y a un precio cierto, fijado de antemano.
No obstante, las opciones también pueden ejecutarse antes de la fecha fijada, en determinados casos.
Como ya sabrás, existen dos tipos de opciones: las call y las put, dependiendo de si te dan el derecho a comprar o a vender el subyacente.
Son un tipo de derivados en los que se acuerda realizar un determinado intercambio de flujos de efectivo futuros.
Los más comunes son los swaps de tipos de interés y los de divisas. Suelen utilizarse fundamentalmente como instrumentos de cobertura, como luego veremos.
Los contratos por diferencias o CFDs son un tipo de derivado eminentemente especulativo, que se utiliza para «apostar» sobre el movimiento de precios de distintos activos financieros subyacentes.
Suelen negociarse en mercados OTC, con grandes apalancamientos y riesgos muy elevados.
Los warrants son muy similares a las opciones, en tanto en cuanto otorgan al titular el derecho, pero no la obligación, de comprar (warrant de compra o call) o vender (warrant de venta o put) un activo subyacente a un precio determinado (precio de ejercicio) en una fecha futura predeterminada o antes de ella.
La gran diferencia con las opciones es que los warrants son emitidos por entidades financieras o empresas.
Además, suelen tener vencimientos más largos.
Los derivados financieros pueden utilizarse para distintas finalidades y estrategias. Las más habituales son las cuatro siguientes:
Los derivados permiten a empresas e inversores protegerse frente a distintos riesgos financieros, como por ejemplo los siguientes:
Lógicamente, este tipo de cobertura de riesgo implica un coste. Por ejemplo, la prima de las opciones, costes de financiación por el apalancamiento, comisiones, etc.
Sin duda, los futuros financieros son uno de los instrumentos más utilizados para la especulación o el trading a corto plazo.
Esto se debe a la gran volatilidad que se da en este tipo de mercados y, por supuesto, a la posibilidad de apalancamiento para multiplicar los efectos de cada operación.
Como es lógico, este tipo de operativa puede proporcionar tanto grandes beneficios, como pérdidas elevadísimas. Por tanto, solo es adecuada para inversores que tengan los conocimientos y experiencia suficientes.
Algunos inversores profesionales pueden usar los derivados para aprovechar ciertas ineficiencias de precios que se produzcan entre diferentes mercados o instrumentos financieros.
De este modo, operando en sentido contrario en dos mercados o instrumentos de forma simultánea, pueden conseguir un pequeño beneficio (que se multiplica por efecto del apalancamiento).
Si inviertes a largo plazo, con un enfoque value, puedes utilizar la venta de opciones put para tratar de conseguir un rendimiento extra, cuando estás interesado en comprar determinadas acciones para construir tu cartera.
Básicamente, las opciones te permiten cobrar una prima si el precio de la acción llega a ser más alto que el precio de ejercicio de la opción.
Si fuese más bajo en el momento de ejercicio, tendrías que adquirir unas acciones que, de todos modos, ya querías incorporar a tu cartera.
Solo tendrías pérdidas si la cotización hubiese bajado tanto que la diferencia no quedase compensada por la prima.
En definitiva, los derivados financieros son instrumentos de gran complejidad, que suelen implicar riesgos muy elevados y que principalmente se usan en operaciones de trading especulativo.
No obstante, también pueden utilizarse como instrumento de cobertura, así como dentro de una estrategia value orientada al largo plazo, siempre que se cuente con los conocimientos adecuados y se lleve a cabo una buena gestión de riesgos.
Rubén Vizcaíno Pena
22 Abr. 2024
7 min
Curso Finanzas
¿Cuáles son los mejores libros de finanzas para no financieros?
Si no tienes claro qué son los derivados financieros, qué tipos existen y para qué pueden utilizarse, en este artículo encontrarás respuesta a todas tus dudas.
Como verás, se trata de productos de alto riesgo, aunque si se usan de forma adecuada pueden contribuir precisamente a disminuir los riesgos de otras inversiones.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Esencialmente, los derivados son instrumentos financieros cuyo valor se basa en el precio de otro activo, conocido como activo subyacente, del cual se «deriva» (de ahí su nombre).
Estos activos subyacentes pueden ser de distintos tipos, como por ejemplo:
Otra importante característica de los derivados es el apalancamiento. Como sabes, esto quiere decir que te permiten multiplicar los efectos de tu inversión.
De este modo, si inviertes en un derivado con apalancamiento 10:1, esto quiere decir que por cada euro que aportes, estarás invirtiendo 10 en el mercado.
Por tanto, el resultado de la operación se multiplicará por 10, tanto si consigues beneficios como si se trata de pérdidas.
Es en esta característica de los derivados financieros donde principalmente radica su elevado riesgo.
Los derivados financieros pueden negociarse en dos tipos de mercados diferentes:
Los principales tipos de derivados financieros que suelen utilizarse en la actualidad son los siguientes:
Son contratos estandarizados que obligan a comprar o vender un activo subyacente, a un precio determinado, en una fecha futura que se determina en el momento de adquirir el contrato.
Se negocian en mercados organizados y tienen una elevada liquidez.
Las opciones son instrumentos financieros derivados, que otorgan a su titular el derecho (no la obligación) a comprar o vender un determinado activo en una fecha predeterminada y a un precio cierto, fijado de antemano.
No obstante, las opciones también pueden ejecutarse antes de la fecha fijada, en determinados casos.
Como ya sabrás, existen dos tipos de opciones: las call y las put, dependiendo de si te dan el derecho a comprar o a vender el subyacente.
Son un tipo de derivados en los que se acuerda realizar un determinado intercambio de flujos de efectivo futuros.
Los más comunes son los swaps de tipos de interés y los de divisas. Suelen utilizarse fundamentalmente como instrumentos de cobertura, como luego veremos.
Los contratos por diferencias o CFDs son un tipo de derivado eminentemente especulativo, que se utiliza para «apostar» sobre el movimiento de precios de distintos activos financieros subyacentes.
Suelen negociarse en mercados OTC, con grandes apalancamientos y riesgos muy elevados.
Los warrants son muy similares a las opciones, en tanto en cuanto otorgan al titular el derecho, pero no la obligación, de comprar (warrant de compra o call) o vender (warrant de venta o put) un activo subyacente a un precio determinado (precio de ejercicio) en una fecha futura predeterminada o antes de ella.
La gran diferencia con las opciones es que los warrants son emitidos por entidades financieras o empresas.
Además, suelen tener vencimientos más largos.
Los derivados financieros pueden utilizarse para distintas finalidades y estrategias. Las más habituales son las cuatro siguientes:
Los derivados permiten a empresas e inversores protegerse frente a distintos riesgos financieros, como por ejemplo los siguientes:
Lógicamente, este tipo de cobertura de riesgo implica un coste. Por ejemplo, la prima de las opciones, costes de financiación por el apalancamiento, comisiones, etc.
Sin duda, los futuros financieros son uno de los instrumentos más utilizados para la especulación o el trading a corto plazo.
Esto se debe a la gran volatilidad que se da en este tipo de mercados y, por supuesto, a la posibilidad de apalancamiento para multiplicar los efectos de cada operación.
Como es lógico, este tipo de operativa puede proporcionar tanto grandes beneficios, como pérdidas elevadísimas. Por tanto, solo es adecuada para inversores que tengan los conocimientos y experiencia suficientes.
Algunos inversores profesionales pueden usar los derivados para aprovechar ciertas ineficiencias de precios que se produzcan entre diferentes mercados o instrumentos financieros.
De este modo, operando en sentido contrario en dos mercados o instrumentos de forma simultánea, pueden conseguir un pequeño beneficio (que se multiplica por efecto del apalancamiento).
Si inviertes a largo plazo, con un enfoque value, puedes utilizar la venta de opciones put para tratar de conseguir un rendimiento extra, cuando estás interesado en comprar determinadas acciones para construir tu cartera.
Básicamente, las opciones te permiten cobrar una prima si el precio de la acción llega a ser más alto que el precio de ejercicio de la opción.
Si fuese más bajo en el momento de ejercicio, tendrías que adquirir unas acciones que, de todos modos, ya querías incorporar a tu cartera.
Solo tendrías pérdidas si la cotización hubiese bajado tanto que la diferencia no quedase compensada por la prima.
En definitiva, los derivados financieros son instrumentos de gran complejidad, que suelen implicar riesgos muy elevados y que principalmente se usan en operaciones de trading especulativo.
No obstante, también pueden utilizarse como instrumento de cobertura, así como dentro de una estrategia value orientada al largo plazo, siempre que se cuente con los conocimientos adecuados y se lleve a cabo una buena gestión de riesgos.
Rubén Vizcaíno Pena
4 Ene. 2024
7 min
Curso Finanzas
¿Qué son las finanzas para no financieros?
Si no tienes claro qué son los derivados financieros, qué tipos existen y para qué pueden utilizarse, en este artículo encontrarás respuesta a todas tus dudas.
Como verás, se trata de productos de alto riesgo, aunque si se usan de forma adecuada pueden contribuir precisamente a disminuir los riesgos de otras inversiones.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Esencialmente, los derivados son instrumentos financieros cuyo valor se basa en el precio de otro activo, conocido como activo subyacente, del cual se «deriva» (de ahí su nombre).
Estos activos subyacentes pueden ser de distintos tipos, como por ejemplo:
Otra importante característica de los derivados es el apalancamiento. Como sabes, esto quiere decir que te permiten multiplicar los efectos de tu inversión.
De este modo, si inviertes en un derivado con apalancamiento 10:1, esto quiere decir que por cada euro que aportes, estarás invirtiendo 10 en el mercado.
Por tanto, el resultado de la operación se multiplicará por 10, tanto si consigues beneficios como si se trata de pérdidas.
Es en esta característica de los derivados financieros donde principalmente radica su elevado riesgo.
Los derivados financieros pueden negociarse en dos tipos de mercados diferentes:
Los principales tipos de derivados financieros que suelen utilizarse en la actualidad son los siguientes:
Son contratos estandarizados que obligan a comprar o vender un activo subyacente, a un precio determinado, en una fecha futura que se determina en el momento de adquirir el contrato.
Se negocian en mercados organizados y tienen una elevada liquidez.
Las opciones son instrumentos financieros derivados, que otorgan a su titular el derecho (no la obligación) a comprar o vender un determinado activo en una fecha predeterminada y a un precio cierto, fijado de antemano.
No obstante, las opciones también pueden ejecutarse antes de la fecha fijada, en determinados casos.
Como ya sabrás, existen dos tipos de opciones: las call y las put, dependiendo de si te dan el derecho a comprar o a vender el subyacente.
Son un tipo de derivados en los que se acuerda realizar un determinado intercambio de flujos de efectivo futuros.
Los más comunes son los swaps de tipos de interés y los de divisas. Suelen utilizarse fundamentalmente como instrumentos de cobertura, como luego veremos.
Los contratos por diferencias o CFDs son un tipo de derivado eminentemente especulativo, que se utiliza para «apostar» sobre el movimiento de precios de distintos activos financieros subyacentes.
Suelen negociarse en mercados OTC, con grandes apalancamientos y riesgos muy elevados.
Los warrants son muy similares a las opciones, en tanto en cuanto otorgan al titular el derecho, pero no la obligación, de comprar (warrant de compra o call) o vender (warrant de venta o put) un activo subyacente a un precio determinado (precio de ejercicio) en una fecha futura predeterminada o antes de ella.
La gran diferencia con las opciones es que los warrants son emitidos por entidades financieras o empresas.
Además, suelen tener vencimientos más largos.
Los derivados financieros pueden utilizarse para distintas finalidades y estrategias. Las más habituales son las cuatro siguientes:
Los derivados permiten a empresas e inversores protegerse frente a distintos riesgos financieros, como por ejemplo los siguientes:
Lógicamente, este tipo de cobertura de riesgo implica un coste. Por ejemplo, la prima de las opciones, costes de financiación por el apalancamiento, comisiones, etc.
Sin duda, los futuros financieros son uno de los instrumentos más utilizados para la especulación o el trading a corto plazo.
Esto se debe a la gran volatilidad que se da en este tipo de mercados y, por supuesto, a la posibilidad de apalancamiento para multiplicar los efectos de cada operación.
Como es lógico, este tipo de operativa puede proporcionar tanto grandes beneficios, como pérdidas elevadísimas. Por tanto, solo es adecuada para inversores que tengan los conocimientos y experiencia suficientes.
Algunos inversores profesionales pueden usar los derivados para aprovechar ciertas ineficiencias de precios que se produzcan entre diferentes mercados o instrumentos financieros.
De este modo, operando en sentido contrario en dos mercados o instrumentos de forma simultánea, pueden conseguir un pequeño beneficio (que se multiplica por efecto del apalancamiento).
Si inviertes a largo plazo, con un enfoque value, puedes utilizar la venta de opciones put para tratar de conseguir un rendimiento extra, cuando estás interesado en comprar determinadas acciones para construir tu cartera.
Básicamente, las opciones te permiten cobrar una prima si el precio de la acción llega a ser más alto que el precio de ejercicio de la opción.
Si fuese más bajo en el momento de ejercicio, tendrías que adquirir unas acciones que, de todos modos, ya querías incorporar a tu cartera.
Solo tendrías pérdidas si la cotización hubiese bajado tanto que la diferencia no quedase compensada por la prima.
En definitiva, los derivados financieros son instrumentos de gran complejidad, que suelen implicar riesgos muy elevados y que principalmente se usan en operaciones de trading especulativo.
No obstante, también pueden utilizarse como instrumento de cobertura, así como dentro de una estrategia value orientada al largo plazo, siempre que se cuente con los conocimientos adecuados y se lleve a cabo una buena gestión de riesgos.
Rubén Vizcaíno Pena
3 Ene. 2024
7 min
Curso Finanzas
¿Cuáles son los principales indicadores económicos?
Si no tienes claro qué son los derivados financieros, qué tipos existen y para qué pueden utilizarse, en este artículo encontrarás respuesta a todas tus dudas.
Como verás, se trata de productos de alto riesgo, aunque si se usan de forma adecuada pueden contribuir precisamente a disminuir los riesgos de otras inversiones.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Esencialmente, los derivados son instrumentos financieros cuyo valor se basa en el precio de otro activo, conocido como activo subyacente, del cual se «deriva» (de ahí su nombre).
Estos activos subyacentes pueden ser de distintos tipos, como por ejemplo:
Otra importante característica de los derivados es el apalancamiento. Como sabes, esto quiere decir que te permiten multiplicar los efectos de tu inversión.
De este modo, si inviertes en un derivado con apalancamiento 10:1, esto quiere decir que por cada euro que aportes, estarás invirtiendo 10 en el mercado.
Por tanto, el resultado de la operación se multiplicará por 10, tanto si consigues beneficios como si se trata de pérdidas.
Es en esta característica de los derivados financieros donde principalmente radica su elevado riesgo.
Los derivados financieros pueden negociarse en dos tipos de mercados diferentes:
Los principales tipos de derivados financieros que suelen utilizarse en la actualidad son los siguientes:
Son contratos estandarizados que obligan a comprar o vender un activo subyacente, a un precio determinado, en una fecha futura que se determina en el momento de adquirir el contrato.
Se negocian en mercados organizados y tienen una elevada liquidez.
Las opciones son instrumentos financieros derivados, que otorgan a su titular el derecho (no la obligación) a comprar o vender un determinado activo en una fecha predeterminada y a un precio cierto, fijado de antemano.
No obstante, las opciones también pueden ejecutarse antes de la fecha fijada, en determinados casos.
Como ya sabrás, existen dos tipos de opciones: las call y las put, dependiendo de si te dan el derecho a comprar o a vender el subyacente.
Son un tipo de derivados en los que se acuerda realizar un determinado intercambio de flujos de efectivo futuros.
Los más comunes son los swaps de tipos de interés y los de divisas. Suelen utilizarse fundamentalmente como instrumentos de cobertura, como luego veremos.
Los contratos por diferencias o CFDs son un tipo de derivado eminentemente especulativo, que se utiliza para «apostar» sobre el movimiento de precios de distintos activos financieros subyacentes.
Suelen negociarse en mercados OTC, con grandes apalancamientos y riesgos muy elevados.
Los warrants son muy similares a las opciones, en tanto en cuanto otorgan al titular el derecho, pero no la obligación, de comprar (warrant de compra o call) o vender (warrant de venta o put) un activo subyacente a un precio determinado (precio de ejercicio) en una fecha futura predeterminada o antes de ella.
La gran diferencia con las opciones es que los warrants son emitidos por entidades financieras o empresas.
Además, suelen tener vencimientos más largos.
Los derivados financieros pueden utilizarse para distintas finalidades y estrategias. Las más habituales son las cuatro siguientes:
Los derivados permiten a empresas e inversores protegerse frente a distintos riesgos financieros, como por ejemplo los siguientes:
Lógicamente, este tipo de cobertura de riesgo implica un coste. Por ejemplo, la prima de las opciones, costes de financiación por el apalancamiento, comisiones, etc.
Sin duda, los futuros financieros son uno de los instrumentos más utilizados para la especulación o el trading a corto plazo.
Esto se debe a la gran volatilidad que se da en este tipo de mercados y, por supuesto, a la posibilidad de apalancamiento para multiplicar los efectos de cada operación.
Como es lógico, este tipo de operativa puede proporcionar tanto grandes beneficios, como pérdidas elevadísimas. Por tanto, solo es adecuada para inversores que tengan los conocimientos y experiencia suficientes.
Algunos inversores profesionales pueden usar los derivados para aprovechar ciertas ineficiencias de precios que se produzcan entre diferentes mercados o instrumentos financieros.
De este modo, operando en sentido contrario en dos mercados o instrumentos de forma simultánea, pueden conseguir un pequeño beneficio (que se multiplica por efecto del apalancamiento).
Si inviertes a largo plazo, con un enfoque value, puedes utilizar la venta de opciones put para tratar de conseguir un rendimiento extra, cuando estás interesado en comprar determinadas acciones para construir tu cartera.
Básicamente, las opciones te permiten cobrar una prima si el precio de la acción llega a ser más alto que el precio de ejercicio de la opción.
Si fuese más bajo en el momento de ejercicio, tendrías que adquirir unas acciones que, de todos modos, ya querías incorporar a tu cartera.
Solo tendrías pérdidas si la cotización hubiese bajado tanto que la diferencia no quedase compensada por la prima.
En definitiva, los derivados financieros son instrumentos de gran complejidad, que suelen implicar riesgos muy elevados y que principalmente se usan en operaciones de trading especulativo.
No obstante, también pueden utilizarse como instrumento de cobertura, así como dentro de una estrategia value orientada al largo plazo, siempre que se cuente con los conocimientos adecuados y se lleve a cabo una buena gestión de riesgos.
Rubén Vizcaíno Pena
27 Dic. 2023
7 min
Curso Finanzas
¿Qué son las cotizaciones?
Si no tienes claro qué son los derivados financieros, qué tipos existen y para qué pueden utilizarse, en este artículo encontrarás respuesta a todas tus dudas.
Como verás, se trata de productos de alto riesgo, aunque si se usan de forma adecuada pueden contribuir precisamente a disminuir los riesgos de otras inversiones.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Esencialmente, los derivados son instrumentos financieros cuyo valor se basa en el precio de otro activo, conocido como activo subyacente, del cual se «deriva» (de ahí su nombre).
Estos activos subyacentes pueden ser de distintos tipos, como por ejemplo:
Otra importante característica de los derivados es el apalancamiento. Como sabes, esto quiere decir que te permiten multiplicar los efectos de tu inversión.
De este modo, si inviertes en un derivado con apalancamiento 10:1, esto quiere decir que por cada euro que aportes, estarás invirtiendo 10 en el mercado.
Por tanto, el resultado de la operación se multiplicará por 10, tanto si consigues beneficios como si se trata de pérdidas.
Es en esta característica de los derivados financieros donde principalmente radica su elevado riesgo.
Los derivados financieros pueden negociarse en dos tipos de mercados diferentes:
Los principales tipos de derivados financieros que suelen utilizarse en la actualidad son los siguientes:
Son contratos estandarizados que obligan a comprar o vender un activo subyacente, a un precio determinado, en una fecha futura que se determina en el momento de adquirir el contrato.
Se negocian en mercados organizados y tienen una elevada liquidez.
Las opciones son instrumentos financieros derivados, que otorgan a su titular el derecho (no la obligación) a comprar o vender un determinado activo en una fecha predeterminada y a un precio cierto, fijado de antemano.
No obstante, las opciones también pueden ejecutarse antes de la fecha fijada, en determinados casos.
Como ya sabrás, existen dos tipos de opciones: las call y las put, dependiendo de si te dan el derecho a comprar o a vender el subyacente.
Son un tipo de derivados en los que se acuerda realizar un determinado intercambio de flujos de efectivo futuros.
Los más comunes son los swaps de tipos de interés y los de divisas. Suelen utilizarse fundamentalmente como instrumentos de cobertura, como luego veremos.
Los contratos por diferencias o CFDs son un tipo de derivado eminentemente especulativo, que se utiliza para «apostar» sobre el movimiento de precios de distintos activos financieros subyacentes.
Suelen negociarse en mercados OTC, con grandes apalancamientos y riesgos muy elevados.
Los warrants son muy similares a las opciones, en tanto en cuanto otorgan al titular el derecho, pero no la obligación, de comprar (warrant de compra o call) o vender (warrant de venta o put) un activo subyacente a un precio determinado (precio de ejercicio) en una fecha futura predeterminada o antes de ella.
La gran diferencia con las opciones es que los warrants son emitidos por entidades financieras o empresas.
Además, suelen tener vencimientos más largos.
Los derivados financieros pueden utilizarse para distintas finalidades y estrategias. Las más habituales son las cuatro siguientes:
Los derivados permiten a empresas e inversores protegerse frente a distintos riesgos financieros, como por ejemplo los siguientes:
Lógicamente, este tipo de cobertura de riesgo implica un coste. Por ejemplo, la prima de las opciones, costes de financiación por el apalancamiento, comisiones, etc.
Sin duda, los futuros financieros son uno de los instrumentos más utilizados para la especulación o el trading a corto plazo.
Esto se debe a la gran volatilidad que se da en este tipo de mercados y, por supuesto, a la posibilidad de apalancamiento para multiplicar los efectos de cada operación.
Como es lógico, este tipo de operativa puede proporcionar tanto grandes beneficios, como pérdidas elevadísimas. Por tanto, solo es adecuada para inversores que tengan los conocimientos y experiencia suficientes.
Algunos inversores profesionales pueden usar los derivados para aprovechar ciertas ineficiencias de precios que se produzcan entre diferentes mercados o instrumentos financieros.
De este modo, operando en sentido contrario en dos mercados o instrumentos de forma simultánea, pueden conseguir un pequeño beneficio (que se multiplica por efecto del apalancamiento).
Si inviertes a largo plazo, con un enfoque value, puedes utilizar la venta de opciones put para tratar de conseguir un rendimiento extra, cuando estás interesado en comprar determinadas acciones para construir tu cartera.
Básicamente, las opciones te permiten cobrar una prima si el precio de la acción llega a ser más alto que el precio de ejercicio de la opción.
Si fuese más bajo en el momento de ejercicio, tendrías que adquirir unas acciones que, de todos modos, ya querías incorporar a tu cartera.
Solo tendrías pérdidas si la cotización hubiese bajado tanto que la diferencia no quedase compensada por la prima.
En definitiva, los derivados financieros son instrumentos de gran complejidad, que suelen implicar riesgos muy elevados y que principalmente se usan en operaciones de trading especulativo.
No obstante, también pueden utilizarse como instrumento de cobertura, así como dentro de una estrategia value orientada al largo plazo, siempre que se cuente con los conocimientos adecuados y se lleve a cabo una buena gestión de riesgos.
Rubén Vizcaíno Pena
21 Mar. 2023
7 min
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