Carlos Santiso Pombo
Redactado por
Rubén Vizcaíno Pena
Carlos Santiso Pombo
Redactado por
Rubén Vizcaíno Pena
7 Ago. 2024
7 min
Curso Finanzas
Si no tienes claro qué son los derivados financieros, qué tipos existen y para qué pueden utilizarse, en este artículo encontrarás respuesta a todas tus dudas.
Como verás, se trata de productos de alto riesgo, aunque si se usan de forma adecuada pueden contribuir precisamente a disminuir los riesgos de otras inversiones.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Esencialmente, los derivados son instrumentos financieros cuyo valor se basa en el precio de otro activo, conocido como activo subyacente, del cual se «deriva» (de ahí su nombre).
Estos activos subyacentes pueden ser de distintos tipos, como por ejemplo:
Otra importante característica de los derivados es el apalancamiento. Como sabes, esto quiere decir que te permiten multiplicar los efectos de tu inversión.
De este modo, si inviertes en un derivado con apalancamiento 10:1, esto quiere decir que por cada euro que aportes, estarás invirtiendo 10 en el mercado.
Por tanto, el resultado de la operación se multiplicará por 10, tanto si consigues beneficios como si se trata de pérdidas.
Es en esta característica de los derivados financieros donde principalmente radica su elevado riesgo.
Los derivados financieros pueden negociarse en dos tipos de mercados diferentes:
Los principales tipos de derivados financieros que suelen utilizarse en la actualidad son los siguientes:
Son contratos estandarizados que obligan a comprar o vender un activo subyacente, a un precio determinado, en una fecha futura que se determina en el momento de adquirir el contrato.
Se negocian en mercados organizados y tienen una elevada liquidez.
Las opciones son instrumentos financieros derivados, que otorgan a su titular el derecho (no la obligación) a comprar o vender un determinado activo en una fecha predeterminada y a un precio cierto, fijado de antemano.
No obstante, las opciones también pueden ejecutarse antes de la fecha fijada, en determinados casos.
Como ya sabrás, existen dos tipos de opciones: las call y las put, dependiendo de si te dan el derecho a comprar o a vender el subyacente.
Son un tipo de derivados en los que se acuerda realizar un determinado intercambio de flujos de efectivo futuros.
Los más comunes son los swaps de tipos de interés y los de divisas. Suelen utilizarse fundamentalmente como instrumentos de cobertura, como luego veremos.
Los contratos por diferencias o CFDs son un tipo de derivado eminentemente especulativo, que se utiliza para «apostar» sobre el movimiento de precios de distintos activos financieros subyacentes.
Suelen negociarse en mercados OTC, con grandes apalancamientos y riesgos muy elevados.
Los warrants son muy similares a las opciones, en tanto en cuanto otorgan al titular el derecho, pero no la obligación, de comprar (warrant de compra o call) o vender (warrant de venta o put) un activo subyacente a un precio determinado (precio de ejercicio) en una fecha futura predeterminada o antes de ella.
La gran diferencia con las opciones es que los warrants son emitidos por entidades financieras o empresas.
Además, suelen tener vencimientos más largos.
Los derivados financieros pueden utilizarse para distintas finalidades y estrategias. Las más habituales son las cuatro siguientes:
Los derivados permiten a empresas e inversores protegerse frente a distintos riesgos financieros, como por ejemplo los siguientes:
Lógicamente, este tipo de cobertura de riesgo implica un coste. Por ejemplo, la prima de las opciones, costes de financiación por el apalancamiento, comisiones, etc.
Sin duda, los futuros financieros son uno de los instrumentos más utilizados para la especulación o el trading a corto plazo.
Esto se debe a la gran volatilidad que se da en este tipo de mercados y, por supuesto, a la posibilidad de apalancamiento para multiplicar los efectos de cada operación.
Como es lógico, este tipo de operativa puede proporcionar tanto grandes beneficios, como pérdidas elevadísimas. Por tanto, solo es adecuada para inversores que tengan los conocimientos y experiencia suficientes.
Algunos inversores profesionales pueden usar los derivados para aprovechar ciertas ineficiencias de precios que se produzcan entre diferentes mercados o instrumentos financieros.
De este modo, operando en sentido contrario en dos mercados o instrumentos de forma simultánea, pueden conseguir un pequeño beneficio (que se multiplica por efecto del apalancamiento).
Si inviertes a largo plazo, con un enfoque value, puedes utilizar la venta de opciones put para tratar de conseguir un rendimiento extra, cuando estás interesado en comprar determinadas acciones para construir tu cartera.
Básicamente, las opciones te permiten cobrar una prima si el precio de la acción llega a ser más alto que el precio de ejercicio de la opción.
Si fuese más bajo en el momento de ejercicio, tendrías que adquirir unas acciones que, de todos modos, ya querías incorporar a tu cartera.
Solo tendrías pérdidas si la cotización hubiese bajado tanto que la diferencia no quedase compensada por la prima.
En definitiva, los derivados financieros son instrumentos de gran complejidad, que suelen implicar riesgos muy elevados y que principalmente se usan en operaciones de trading especulativo.
No obstante, también pueden utilizarse como instrumento de cobertura, así como dentro de una estrategia value orientada al largo plazo, siempre que se cuente con los conocimientos adecuados y se lleve a cabo una buena gestión de riesgos.
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