Carlos Santiso Pombo
Redactado por
Rubén Vizcaíno Pena
Carlos Santiso Pombo
Redactado por
Rubén Vizcaíno Pena
13 Nov. 2024
9 min
Value Investing
En este artículo veremos qué es exactamente el punto de equilibrio en el ámbito empresarial, cómo se calcula y qué estrategias podemos utilizar para alcanzarlo más rápidamente.
Como verás, se trata de una magnitud esencial para el éxito de cualquier negocio o emprendimiento, por lo que es imprescindible conocerla a fondo.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
Básicamente, el punto de equilibrio (o break-even point, en inglés) es el nivel de ventas a partir del cual una empresa cubre todos sus costes y empieza a generar beneficios.
Es decir, en sentido estricto, el punto de equilibrio marca el momento exacto en el que un negocio ni gana ni pierde dinero. Por tanto, el total de costes es exactamente igual al total de ingresos.
Como puedes imaginarte, conocer este punto de antemano es de vital importancia para analizar la viabilidad de un negocio.
De este modo, si los costes son muy elevados, habría que vender muchísimas unidades del producto (o servicio) para poder entrar en beneficios. Y soportar las pérdidas durante un largo tiempo puede no ser sostenible, ya que requiere un músculo financiero que no está al alcance de cualquier compañía.
Además, conocer el break-even point es esencial para una buena planificación financiera.
Aunque hay distintas formas de calcular el punto de equilibrio, quizás la más sencilla es la que se basa en determinar el número de unidades de producto que tendrías que vender para alcanzar esa situación en la que los ingresos cubrirían todos los costes.
En este sentido, cuando hablamos de costes totales tenemos que tener en cuenta las dos siguientes categorías:
Por tanto, la fórmula para calcular el punto de equilibrio expresado en unidades de producto sería la siguiente:
Punto de equilibrio = costes fijos / (precio de venta por unidad – coste variable por unidad)
Aunque es una fórmula sencilla, seguro que la entiendes más claramente con un ejemplo.
Supongamos que tenemos una empresa que fabrica cafeteras y que tiene la siguiente estructura de costes:
Para calcular el punto de equilibrio, aplicaríamos la fórmula que acabamos de ver:
Punto de equilibrio = 15.000 € / (75 € – 45 €) = 500 unidades
De este modo, necesitaríamos vender 500 unidades de cafeteras para cubrir los costes totales (fijos y variables) y, por tanto, no tener pérdidas.
En consecuencia, a partir de la unidad 501, ya estaríamos en beneficios.
Aunque ya hemos apuntado algunas cuestiones, conocer desde el principio el punto de equilibrio de un proyecto empresarial es de vital importancia por distintos motivos.
Veamos los tres más relevantes:
Si tienes en mente un proyecto de emprendimiento, es imprescindible que puedas hacerte una idea lo más precisa posible de si el negocio va a ser viable.
Aunque nos movamos en un terreno teórico y haya incertidumbres, siempre es posible hacer cálculos aproximados en los que compares la estructura de costes y los ingresos unitarios previstos.
De este modo, podrías llegar a la conclusión de que el número de unidades que tendrías que vender únicamente para cubrir costes sería demasiado ambicioso o, incluso, totalmente irrealizable.
Así te ahorrarías un eventual fracaso empresarial y podrías poner el foco en otro modelo de negocio más realizable.
Al conocer tu break-even point, puedes marcarte objetivos de ventas más realistas y hacer una planificación financiera que te permita operar sin sobresaltos.
De este modo, te evitarás problemas de tesorería, tus ratios mejorarán y los accionistas estarán más satisfechos con su inversión.
Evidentemente, toda planificación debe estar sujeta a constante revisión, y no siempre va a cumplirse a rajatabla. Pero, al menos, contarás con una estimación relativamente fiable para empezar a trabajar sin caer en riesgos excesivos.
Efectivamente, hablando de riesgos, conocer el punto de equilibrio estimado es un aspecto fundamental para cualquier persona que se plantee invertir en un proyecto empresarial.
De este modo, si comprueban que ese punto podría ser muy elevado, quizás prefieran renunciar al proyecto y buscar otro con mayores probabilidades de éxito.
Y es que, incluso si el break-even point fuese alcanzable, un exceso de ambición en este sentido puede suponer que la empresa sea más vulnerable ante cualquier eventualidad del mercado o del sector en el que opere.
Al final, como sucede en el value investing, cuanto mayor sea el margen de seguridad, tanto mejor.
Como en cualquier otro aspecto de la gestión empresarial, no existen «fórmulas mágicas» ni recetas universales que nos aseguren el éxito.
Ahora bien, hay ciertos puntos clave en los que podemos tratar de incidir para aumentar nuestras probabilidades de lograrlo.
Veamos los más importantes:
Como decíamos, los costes fijos no están vinculados con el número de unidades que vendemos. Por tanto, es uno de los factores clave en los que deberíamos trabajar para reducir el punto de equilibrio, ya que se trata de un umbral mínimo que hay que cubrir en todo caso, si no queremos tener pérdidas.
En este sentido, algunas de las posibilidades que podríamos barajar son las siguientes:
De este modo, podríamos llegar al punto de equilibrio mucho más rápido, aunque las ventas no sean todavía demasiado altas.
Evidentemente, la otra gran posibilidad es tratar de reducir los costes variables asociados a la fabricación de cada unidad de producto.
Esta es una opción también muy interesante, sobre todo una vez superadas las fases iniciales y más allá del break-even point. Así, a medida que las ventas crezcan, cada vez será más importante controlar los costes variables para maximizar la rentabilidad del negocio.
En este punto, una de las opciones que podríamos abordar sería la de negociar mejores condiciones con los proveedores de materias primas. Al ir aumentando nuestro volumen de negocio, cada vez tendríamos más fuerza de negociación en este sentido.
Otra posibilidad que habría que estudiar sería la de tratar de optimizar el proceso de fabricación en distintos frentes:
Por supuesto, también se puede intentar mejorar la distribución, reduciendo los costes de transporte y otros asociados al proceso de venta.
Finalmente, nos quedaría la posibilidad de incidir en el tercer componente de la fórmula: el precio al que vendemos cada unidad.
Lógicamente, incrementar el precio no es una decisión fácil ni inocua.
En muchos casos, podría ponernos en una situación de desventaja respecto de la competencia o provocar que el consumidor opte por no consumir ese tipo de producto.
Por tanto, hay que valorar muy cuidadosamente si tenemos o no margen de subida, sin afectar demasiado al volumen de ventas.
En definitiva, conocer el punto de equilibrio es de vital importancia para evaluar la viabilidad de cualquier proyecto y realizar una planificación realista.
Sin duda, vale la pena dedicar tiempo y esfuerzo a calcularlo de la forma más precisa posible.
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