Carlos Santiso Pombo
Redactado por
Rubén Vizcaíno Pena
Carlos Santiso Pombo
Redactado por
Rubén Vizcaíno Pena
4 Abr. 2025
8 min
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El concepto de economía mixta se utiliza generalmente en un sentido muy amplio, englobando a prácticamente todas las economías del mundo.
Pero, ¿qué es exactamente la economía mixta? ¿Cuáles son sus características distintivas y por qué se ha impuesto frente a los demás modelos económicos?
En este artículo exploraremos todas estas cuestiones y, además, veremos si existen alternativas reales a este modelo.
En esencia, llamamos economía mixta a aquel sistema económico que combina elementos característicos tanto del mercado libre como de la economía planificada.
En otras palabras, es un modelo en el que conviven empresas privadas y públicas, coexistiendo mecanismos de libre mercado con la intervención del Estado.
En su concepción teórica, este sistema busca aprovechar las ventajas de ambos enfoques, garantizando libertad económica a la vez que se protegen los intereses sociales mediante regulaciones e intervenciones públicas.
En la práctica, la economía mixta es el sistema propio de la mayoría de países occidentales, con su máxima expresión en la socialdemocracia escandinava.
Lógicamente, dentro del espectro de países con modelos de economía mixta, hay ejemplos con mayor intervencionismo estatal (los mencionados países escandinavos, Francia, Alemania, etc.) y otros con un sesgo mucho más liberal (por ejemplo, Estados Unidos).
Ampliando la definición anterior, podemos destacar tres características principales del modelo de economía mixta:
En los países con economía mixta, el Estado y otras entidades administrativas suelen tener abundantes propiedades, ya sea en forma de terrenos, inmuebles, empresas, etc.
Al mismo tiempo, esto convive con la propiedad privada, aunque puedan darse ciertas limitaciones por interés público (de ahí, por ejemplo, la posibilidad de realizar expropiaciones por razones de interés general: construcción de carreteras, etc.).
En sectores considerados estratégicos (como la energía, el transporte público o la salud), suele haber mayor proporción de propiedad pública.
En una economía mixta, el mercado funciona, en gran medida, bajo los principios de oferta y demanda típicos del libre mercado.
Sin embargo, a diferencia de un mercado completamente libre, el Estado interviene para regular situaciones que podrían generar desequilibrios, como serían los monopolios, la contaminación ambiental o aspectos de injusticia social.
Para ello, los poderes públicos utilizan la política fiscal o monetaria, así como su capacidad de regulación normativa.
Finalmente, en una economía mixta, el poder público suele implementar ciertas medidas redistributivas de la riqueza. Es decir, transfiere riqueza de quienes más tienen a quienes menos tienen.
Para ello, se utilizan herramientas como las siguientes:
Como cualquier otro sistema, la economía mixta ofrece tanto aspectos positivos como negativos:
Las ventajas más destacables de los sistemas de economía mixta son las siguientes:
En lo que se refiere a los riesgos y desventajas de la economía mixta, destacamos los siguientes:
En una economía mixta, el Estado desarrolla distintas funciones para tratar de mantener ese pretendido equilibrio económico y social:
Sin lugar a dudas, la ley es uno de los instrumentos más importantes del poder público para intervenir en las distintas esferas de actividad de empresas y ciudadanos.
Al mismo tiempo, se hace necesario implantar procedimientos de vigilancia y supervisión, para asegurar la efectividad de toda esa normativa.
Aunque el objetivo sea garantizar la competencia justa, evitar abusos y proteger a los más vulnerables, se puede llegar a caer en una rigidez excesiva que frene el dinamismo del sector privado.
Los impuestos son el principal recurso del Estado para financiar su actividad (infraestructuras, sanidad, educación, etc.) y redistribuir la riqueza de acuerdo con principios de justicia social.
De nuevo, en el espectro político de los sistemas de economía mixta, caben desde sistemas que rozan lo confiscatorio, hasta otros con carga impositiva muy baja.
Por otra parte, la política monetaria es una herramienta imprescindible para influir en el coste y disponibilidad del dinero y, por tanto, conseguir estabilidad de precios.
En los países con economía mixta, el Estado se encarga de producir y suministrar determinados bienes y servicios esenciales, que se consideran imprescindibles para todas las personas (con independencia de su capacidad económica).
En este sentido, se trata de garantizar el acceso universal a servicios como la educación básica, la asistencia sanitaria o la seguridad ciudadana.
Cuando el ciclo económico atraviesa fases de crisis, la intervención estatal trata de minimizar sus efectos adoptando medidas que puedan ayudar a la recuperación y proteger a los más vulnerables.
Por ejemplo: estímulos fiscales, programas de rescate y políticas monetarias expansivas.
Sin embargo, desde posiciones críticas a este tipo de medidas, se argumenta que, a menudo, las intervenciones públicas son ineficientes e ineficaces, sentando las bases para nuevos desequilibrios.
Como decíamos al inicio, el sistema de economía mixta se ha impuesto en prácticamente todos los países del mundo, tanto desarrollados como en vías de desarrollo.
Ciertamente, la variedad de matices y niveles de intervención es muy variada, pero no dejan de seguir un mismo patrón.
En este punto, podríamos preguntarnos si hay alguna alternativa real a este modelo, que pudiese corregir sus fallos o debilidades.
Una opción probada históricamente fueron las economías comunistas, donde el Estado controla todos los aspectos económicos y la iniciativa privada está fuertemente limitada. Como es sabido, la historia ha dejado muy patentes los graves problemas de este modelo en la práctica.
En una posición totalmente opuesta, tenemos las propuestas derivadas de la Escuela Austríaca de Economía, que plantea una alternativa radicalmente distinta.
Así, se trataría de apostar por la mínima intervención estatal y defender la supremacía absoluta del libre mercado.
Economistas como Ludwig von Mises y Friedrich Hayek argumentan que cualquier intervención gubernamental distorsiona los precios y la asignación de recursos, generando ineficiencias.
Aunque este enfoque ofrece una decidida defensa de la libertad individual y empresarial, algunos críticos señalan que puede aumentar significativamente las desigualdades y no garantiza adecuadamente servicios esenciales básicos para toda la población.
En definitiva, aunque no está exenta de problemas, la economía mixta parece ofrecer un cierto equilibrio entre libre mercado e intervención estatal, tratando de compaginar el crecimiento económico con la cohesión y justicia social.
En la práctica, todavía no se ha logrado implementar un modelo alternativo que sea claramente superior a todos los niveles.
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