Carlos Santiso Pombo
Redactado por
Rubén Vizcaíno Pena
Carlos Santiso Pombo
Redactado por
Rubén Vizcaíno Pena
19 Mar. 2025
7 min
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Sin lugar a dudas, el concepto de ventaja competitiva es clave para comprender por qué unas empresas consiguen mejores resultados que otras y logran que sus productos o servicios triunfen en el mercado.
En este artículo veremos qué es una ventaja competitiva, qué tipos existen y cómo pueden ayudarnos a elegir mejores inversiones para nuestra cartera.
El concepto de ventaja competitiva se atribuye a Michael Porter, célebre economista, escritor y profesor de la Universidad de Harvard.
De este modo, podemos definir la ventaja competitiva como un atributo, característica o conjunto de recursos que permite a una empresa obtener un rendimiento superior al de sus competidores en un mercado determinado.
Por tanto, se trata de una cuestión clave para el éxito empresarial y, desde el punto de vista de los inversores, es un indicador muy relevante para detectar buenas oportunidades en los mercados e incorporarlas a la cartera.
Así, un típico ejemplo de ventaja competitiva podrías ser una patente tecnológica que disfruta en exclusiva la empresa que la desarrolló. Esto le puede permitir crear un producto superior y claramente diferenciado, o bien producir a un menor coste que su competencia.
En cualquier caso, una de las claves más importantes para que la ventaja competitiva sea eficaz es que sea sostenible en el tiempo. En caso contrario, esa limitación temporal le quitaría relevancia desde el punto de vista del mercado.
De acuerdo con las tesis de Michael Porter, existen tres grandes estrategias para lograr una ventaja competitiva:
Si el tipo de producto o servicio que se produce no tiene muchas posibilidades de diferenciación o mejora, la ventaja competitiva solo podría venir por el lado de los costes.
De este modo, las empresas que consiguen producir bienes o servicios a un coste más bajo que la competencia, pueden ofrecer precios más atractivos y, en consecuencia, ganar cuota de mercado.
Para lograr esta reducción de costes, existen varias alternativas:
Así, por ejemplo, las grandes cadenas de supermercados suelen intentar competir en costes, gracias a sus economías de escala, a su enorme poder de compra (que les permite tener proveedores en exclusiva y a precios bajos) y a su red de distribución.
Esta segunda estrategia para lograr ventajas competitivas consiste en ofrecer productos o servicios únicos, que sean percibidos por los clientes como superiores a los de la competencia.
En estos casos, la diferenciación puede basarse en aspectos como los siguientes:
Un típico ejemplo de esta variante de ventaja competitiva sería Apple, que incide directamente en todos y cada uno de esos seis factores de diferenciación, generando un elevado deseo de compra y una excelente fidelización de sus clientes.
En esta estrategia, la empresa se especializa en un nicho de mercado específico, tratando de atender mejor que la competencia a un segmento de clientes en concreto.
Como ejemplo de este tipo de ventajas competitivas, podríamos mencionar a Rolex u otras marcas de relojes de lujo, que únicamente se dirigen a ese nicho de clientes de alto poder adquisitivo. No obstante, aquí también confluyen estrategias de diferenciación, ya que entran en juego cuestiones como la calidad, el diseño, la tecnología, el estatus percibido y la imagen de marca.
Como decíamos, una de las principales claves para lograr que la ventaja competitiva sea efectiva es que pueda ser sostenible en el tiempo.
Por tanto, conseguir una ventaja competitiva es solo el primer paso. Si los competidores pueden replicarla en poco tiempo o si la ventaja decae por sí misma, su eficacia será muy baja.
De este modo, las compañías deben tratar de reforzar sus posiciones ventajosas con estrategias como las siguientes:
Warren Buffett, uno de los inversores de referencia del value investing, acuñó el término de «economic moat» como metáfora de una ventaja competitiva sostenible en el tiempo.
Así, en su origen, el «moat» era el foso que protegía a los castillos medievales de posibles atacantes.
De este modo, como dijo Buffett:
«Se trata de encontrar un negocio con un foso amplio y duradero a su alrededor, que rodee y proteja un castillo económico extraordinario, con un señor honesto al mando del castillo… Puede ser por diversas razones: porque es el productor de menor coste en un determinado sector, porque posee una franquicia natural, por sus capacidades de servicio, por su posición en la mente del consumidor o por una ventaja tecnológica. Sea cual sea la razón, cuenta con este foso protector a su alrededor». (Fuente)
Cuando el inversor logra identificar una de estas ventajas competitivas sostenibles, es probable que decida incorporar las acciones de esa empresa a su cartera, siempre que se cumplan los demás criterios que considere relevantes (precio atractivo, momentum favorable, diversificación, etc.).
En este sentido, muchas de las empresas que consideramos blue chips tienen algún tipo de ventaja competitiva que actúa como una especie de «foso» protector frente a los demás competidores.
En definitiva, ahora que ya sabes qué es una ventaja competitiva y por qué son tan importantes, seguro que te resulta más fácil identificar esos posibles moats que caracterizan a los mejores actores dentro de cada sector.
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