Carlos Santiso Pombo
Redactado por
Rubén Vizcaíno Pena
Carlos Santiso Pombo
Redactado por
Rubén Vizcaíno Pena
7 Ago. 2024
8 min
Finanzas
El cumplimiento de criterios ESG en el ámbito empresarial es una cuestión que cada vez se tiene más en cuenta, tanto por parte de los consumidores como de los inversores y otros actores sociales.
En este artículo veremos qué son exactamente estos criterios, cómo han ido evolucionando a lo largo del tiempo y en qué medida se pueden tener en cuenta para construir una cartera de inversión sólida y rentable.
Sigue leyendo si quieres conocer todos los detalles.
Los criterios ESG (o ASG) son un conjunto de estándares que se utilizan para evaluar y medir el desempeño de las empresas en tres áreas clave: ambiental (Environmental), social (Social) y de gobierno corporativo (Governance).
Veamos qué tipo de aspectos se toman en consideración en cada uno de los tres criterios ESG:
En este primer criterio, algunas de las cuestiones que se van a considerar son las siguientes:
Sin duda, la preocupación por el respeto al medio ambiente y la lucha contra el cambio climático han convertido a este criterio en uno de los más importantes para evaluar la sostenibilidad futura de cualquier negocio.
Dentro de los criterios ESG, el aspecto social se evalúa a través de cuestiones como las siguientes:
No obstante, además de este enfoque interno (condiciones sociales dentro de la empresa), también se puede analizar el criterio ESG desde un punto de vista externo. Por tanto, se podrían tener en cuenta aspectos como los siguientes:
Sin lugar a dudas, la consideración de aspectos sociales ha ido ganando peso en la configuración de la imagen pública de las empresas, muchas veces gracias a la comunicación en redes sociales, tanto por la propia empresa como por empleados, influencers y demás actores sociales.
El último pilar dentro de los criterios ESG es el aspecto social, donde pueden entrar aspectos como los siguientes:
La primera vez que se utilizó propiamente el término ESG fue en 2004, en el informe «Who Cares Wins», elaborado en el marco de la iniciativa The Global Compact, bajo los auspicios de las Naciones Unidas.
Así, el informe anima a los analistas a «incorporar factores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en su investigación cuando sea apropiado, así como a profundizar en el desarrollo del necesario know-how, modelos y herramientas de inversión de un modo creativo y reflexivo».
De todos modos, podemos trazar el origen de estos aspectos ya a la década de los años 60 del siglo XX, cuando se empieza a dar importancia a ciertas cuestiones de responsabilidad social corporativa.
Durante los 80 y 90, aumenta la preocupación medioambiental y la vigilancia sobre la actuación de las empresas en este ámbito.
Ya en 2015, la ONU publica sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, que han tenido una enorme influencia en la consideración de los criterios ESG por parte del gran público.
Con la creciente importancia de los criterios ESG, que pueden influir tanto en decisiones de consumo, como de inversión, cada vez más compañías se preocupan por mejorar su imagen en este sentido, aunque no siempre de forma auténtica y genuina.
De ahí han surgido algunas prácticas de marketing y relaciones públicas que pretenden «lavar» la imagen de la empresa en relación con algunos de estos criterios de sostenibilidad.
Así tenemos, por ejemplo:
Otras prácticas similares son el healthwashing (resaltando beneficios para la salud de un producto, dudosamente demostrables), el bluewashing (en cuanto a la responsabilidad social corporativa o los objetivos de desarrollo sostenible), purplewashing (en relación con el feminismo), etc.
En este sentido, las empresas se enfrentan a un gran reto: conseguir un delicado equilibrio entre mostrar y poner en valor su auténtico compromiso con los criterios ESG, sin dar la apariencia de exageración, superficialidad o de ser una simple acción de marketing.
Existen diversos estudios que vinculan el respeto a los criterios ESG con un mejor desempeño financiero. Es decir, que para las empresas puede ser muy rentable tomar en consideración este tipo de factores en su gestión diaria, así como en su estrategia a largo plazo.
Desde el punto de vista de los inversores, tampoco se encuentra ninguna correlación negativa que nos pueda llevar a considerar que el sesgo de sostenibilidad pudiera perjudicar el rendimiento de una inversión.
De hecho, cada vez existen más empresas, fondos y ETFs que toman en cuenta los criterios ESG. De este modo, los inversores pueden optar por dos grandes estrategias en este sentido:
Esto es solo una pequeña muestra de las múltiples opciones disponibles. Y es que, actualmente, la oferta de este tipo de productos es realmente amplia y sigue creciendo día a día.
En definitiva, los criterios ESG son cada vez más importantes para todo tipo de entidades, inversores y actores sociales.
Para las compañías, pueden ser una referencia para captar mejor talento, aumentar la satisfacción de sus trabajadores y potenciar su atractivo de cara a los inversores.
En el caso de estos últimos, todo indica que es perfectamente compatible la búsqueda de la rentabilidad con la introducción de criterios ESG en el momento de tomar decisiones de inversión.
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