Carlos Santiso Pombo
Redactado por
Rubén Vizcaíno Pena
Carlos Santiso Pombo
Redactado por
Rubén Vizcaíno Pena
12 Sep. 2024
8 min
Economía
En este artículo analizaremos la evolución de los ciclos económicos en España desde los años 60 hasta la actualidad.
Sin duda, es un viaje tan apasionante como revelador de las debilidades internas de nuestra economía.
Denominamos ciclos económicos a la sucesión de fases expansivas y recesivas que atraviesa la economía de un país o región, de forma recurrente.
De este modo, aunque distintos autores puedan disentir en lo que se refiere a la duración de los ciclos, el número de fases que los integran, sus características propias y las medidas que se deberían aplicar para afrontarlas, todos coinciden en señalar el comportamiento cíclico de la economía.
Así, las principales fases que integran los ciclos económicos son las siguientes:
De todos modos, algunas de estas fases podrían dividirse en subfases específicas, según los criterios que se tengan en cuenta.
Entrando ya de lleno a analizar la evolución de los ciclos económicos en España, nos encontramos con las siguientes etapas, partiendo de los años 60 del siglo XX:
Esta etapa, que algunos autores extienden hasta el año 1975, se caracteriza por una fuerte expansión económica de un país que venía del aislamiento y la autarquía propias de las primeras etapas del franquismo.
Así, con el Plan de Estabilización y Ordenación Económica de 1959, se empiezan a adoptar tímidas políticas liberalizadoras, que tratan de moderar el fuerte intervencionismo de épocas anteriores.
Por ejemplo, en el año 1963, se produjo la adhesión de España al GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio).
El éxodo del campo a la ciudad, la industrialización y la emigración a otros países europeos se ven acompañadas de una fuerte devaluación de la peseta, que también aumenta el atractivo de España de cara al turismo de masas.
Esto se refleja en un aumento del Producto Interior Bruto (PIB) durante estos 10 años que nunca más ha vuelto a repetirse, alcanzando una tasa de crecimiento del 110%.
A principios de la década de los años 70, esta fase expansiva comienza a dar síntomas de agotamiento.
La década comienza con una incipiente desaceleración económica, que empieza a vislumbrarse en indicadores como una elevada tasa de inflación, conflictividad laboral y otros desequilibrios.
Con las primeras elecciones democráticas después de la dictadura (1977), comienza una transición política convulsa, que se enmarca en un contexto económico internacional marcado por la crisis del petróleo y una galopante inflación (que llegó a situarse en el 44%).
En este contexto, los beneficios empresariales se encuentran en caída libre, con el inevitable impacto sobre las cifras de desempleo y demás indicadores económicos.
En ese mismo año de 1977, los llamados «Pactos de la Moncloa» recogen una serie de medidas que tratan de incidir en las políticas monetaria y presupuestaria, para hacer frente a la inflación y abordar la difícil situación del mercado de trabajo.
El fin de la crisis del petróleo y la moderación de las tasas de inflación coinciden con el inicio de las negociaciones para la adhesión de España a la entonces llamada «Comunidad Económica Europea» (CEE), que finalmente sería efectiva en el año 1986.
Durante esta etapa, la economía llegó a crecer a un ritmo del 6% anual, mejorando todos los indicadores, al tiempo que se iban eliminando los aranceles anteriormente vigentes.
Esta nueva expansión económica nos deja cifras muy significativas:
Sin embargo, al inicio de la década de los 90, y especialmente a partir de 1992, empezaron a hacerse palpables los primeros síntomas de un cambio de fase en el ciclo económico español.
En un contexto de crisis económica internacional, los desequilibrios de la economía española se hicieron más patentes, desacelerándose las tasas de crecimiento y registrándose tasas de paro cercanas al 25%.
La devaluación de la peseta, al final de esta fase del ciclo económico español, ayudaría a iniciar la recuperación.
Durante esta etapa, y a raíz del Tratado de Maastricht, se consolida la plena integración comercial de los socios europeos y, de forma progresiva, se va implementando la integración financiera que culminaría con la llegada del euro.
Los ajustes obligados por esta integración contribuyeron al crecimiento económico de España, así como a una radical bajada de la tasa de paro, que pasaría de casi un 23% al inicio del período a poco más del 8% en 2008.
También la inflación en España bajaría desde el 10% a algo más del 3% en ciertos momentos de este período.
Curiosamente, no se logra el mismo éxito en la mejora de la productividad, que seguiría estancada en cifras poco acordes con el nivel de desarrollo alcanzado.
Como es de sobra conocido, el año 2008 marcará un punto de inflexión, con la crisis financiera mundial que hizo tambalearse a la economía hasta sus cimientos.
En España, la crisis financiera de 2008 tuvo un impacto casi inmediato en el empleo, produciéndose un rápido aumento de las cifras de paro.
También el PIB registró una caída del 3,8% en 2009, algo inédito durante muchos años.
La crisis de la deuda pública, el aumento de la prima del riesgo y del déficit público, la explosión de la burbuja inmobiliaria, así como los sacrificios y ajustes necesarios para afrontar dichos problemas, completan el complejo panorama de esta etapa.
Ya durante 2013 se empieza a vislumbrar el inicio de la recuperación, desacelerándose las tendencias negativas.
La devaluación interna vía salarios ayudó en el proceso de salida de la crisis, dado que la política monetaria común imposibilitaba incidir en los tipos de cambio.
Aunque logran recuperarse ciertos niveles anteriores a la crisis de 2008, no se produce una expansión propiamente dicha, que en todo caso queda truncada por la pandemia de covid que se desató en 2020.
La etapa actual, una vez superada la crisis sanitaria, nos pone ante nuevos retos, tanto en el plano económico, como en el laboral, tecnológico, migratorio y climático, entre otros.
Aunque no podemos anticipar qué nos depararán los próximos años, es evidente que la sucesión de ciclos económicos en España seguirá encadenando etapas de auge con otras de crisis y recesión.
La clave estará, como siempre, en saber afrontar la recuperación y prepararnos cada vez mejor para el siguiente impacto.
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